Escritorios y escenarios

Ciudad imaginaria

Me gustaría vivir en una ciudad en la que cada barrio, zona o localidad tuviera una biblioteca pública, cuyos salones destinados a la lectura, al estudio y al ocio, fueran tan cómodos como estimulantes… Me gustaría que en ese lugar destinado a la educación y a la divulgación de la cultura, se encontraran diferentes generaciones y géneros de seres humanos compartiendo en complicidad hojas, tinta, ficciones, historias, teorías, dibujos, dramas, canciones, comedias y tragedias…

En esta ciudad sin nombre, la que intento precisar con estás mudas palabras que resuenan en el interior de la cabeza de quién las escucha leyéndolas, también habría en cada barrio, zona o localidad un centro cultural, repito, un centro cultural –que comercial y cultural no son lo mismo–, dónde los habitantes pudieran pasar el tiempo teniendo experiencias simbólicas, que no económicas, y acercándose a otros modos de entender el mundo; educando los sentidos, experimentando emociones, imaginando mundos posibles, desautomatizando la percepción, distanciando lo cotidiano, fracturando creencias, relacionado una existencia y un cuerpo con otro…

Pero no, no! Definitivamente, nooo. Hoy vivo en una ciudad que tiene, aproximadamente, ocho millones de habitantes; cuenta con ciento sesenta y cinco bibliotecas –un poco más un poco menos–, cifra que me parece pequeña si tenemos en cuenta la cantidad demográfica y en la que, actualmente, hay activos trescientos grupos de teatro (aficionados, semiprofesionales y profesionales). Y, sin embargo, los setenta centros comerciales –seguramente mal contados–, son los espacios que los bogotanos eligen visitar, para invertir su tiempo de ocio. Al parecer son lugares seguros, así que no hay que preocuparse de los asaltos o los paseos millonarios, tienen baños –aunque en algunos toca pagar–, así como parkings, restaurantes, una que otra silla, perros antibombas y sobre todo vitrinas, lo que supone muchas posibilidades de compra, de adquisición de mercancías aunque, honestamente, no las necesitemos.

Lo sé, la ciudad que imagino no existe.

Habrá que fundarla.

¿Algún voluntario que se sume a la causa?


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