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Iguana Teatre estrena Ricard 3

Iguana Teatre estrena el próximo 25 de noviembre, en el Teatre del Mar de Palma de Mallorca ‘Ricard 3’, una adaptación de la obra de William Shakespeare Ricard III coincidiendo con el 400 aniversario de la muerte del universal autor inglés. Pere Fullana es el autor y director de Ricardo 3, adaptación de la universal obra de Shakespeare que es interpretada por Carles Molinet, Josep Orfila y Lucía Sanchez.

 

Reflexión de Fullana sobre el nuevo montaje ‘Ricard 3’ a cargo de Iguana Teatre:

«Ricardo 3» no es sólo una historia anegada en sangre sobre el ascenso y el final de un asesino contada en la época isabelina para mayor gloria de los Tudor, es también un relato/representación en presente —Ricardo no lo cuenta, lo vive en aquel momento— de un viaje hacia la tragedia. Asistimos a la radiografía de una mente malévola contada por él mismo en tiempo real. Aquí está, en mi opinión, la clave para acceder a la esencia dramática de esta larga historia de asesinatos y conjuras. Levantar un «Ricardo III» sólo como una historia de ambición asesina habría sido un despropósito y una apuesta por lugares comunes no demasiado interesantes. La ceremonia a la que Ricardo nos invita exige que los elementos que construyen la dinámica del relato se pongan al servicio de una visión de la realidad que el protagonista quiere controlar y que, por momentos, responde a sus expectativas, pero que, finalmente, se vuelve en su contra. Ricardo nos hace cómplices de su yo más interior, de su parte más oscura, y cree que todo está a su favor hasta que todo lo que ha construído se confabula contra él y lo vence. La dramaturgia de esta ceremonia puede hacerse sin necesidad de utilizar toda la relación de personajes de la obra original.

En nuestra propuesta exponemos el viaje de Ricardo hacia la gloria y la tragedia a partir de tres actores que, además de interpretar una gran variedad de personajes, utilizan muchos otros elementos que van desde las máscaras y el teatro de objetos, hasta el teatro de sombras, el circo y la ventriloquia, creando la atmósfera propia de un cabaré.

Ricardo cree que es el artífice —en este caso también el autor— de su destino y nos hace cómplices de esta certeza, pero finalmente, también seremos testigos de su error, cuando todos el elementos que creía tener dominados se rebelan y la representación se enrarece, los elementos se vuelven hostiles e, incluso los actores, que creía leales, lo traicionan. Finalmente, quizás todo es una metáfora sobre la sed de poder y su inconsistencia final, o también un relato sobre la construcción y destrucción por parte del fatum de una personalidad que no acepta procedimientos impuestos ni leyes morales. Es posible que sea todo esto y mucho más, un poema por descifrar, como casi todo las obras de Shakespeare.

Y, además, añadiría que, aunque en muchos casos no lo aceptemos, todos tenemos en nuestro interior un ser deforme y retorcido. Seamos honestos, si diéramos vía libre a nuestras pasiones más bajas, no habría ganchos suficientes para colgar todos los cuerpos inertes que desearíamos, ni habría contenedor lo bastante grande para toda la sangre que se derramaría. Todos tenemos algo de Ricardo de Gloucester en nuestra imaginación más oscura y allí es donde, verdadaderamente, transcurre su relato.

Adaptar una obra clásica siempre te introduce en un misterio difícil de descifrar, los peligros de caer en una retórica absurda y anacrónica —y no me refiero sólo a la palabra— se esconden detrás de cada réplica. Sin embargo, aunque cualquier actualización es una trampa donde te haces toda clase de preguntas que pueden llevarte a ningún sitio, en general, siempre es apasionante descubrir el esqueleto que ha hecho que la obra perdure y siga interesando al público y a los creadores durante siglos


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