Y no es coña

De todo aquello que no quiero escribir

Aprendemos mal y tarde. O no aprendemos. Nos formamos una idea del mundo que se convierte en una foto fija mientras ese mundo va cambiando y como sucede a nuestro ritmo de pulsaciones no somos capaces de detectarlo hasta que pasan unos meses o unos años. Construimos nuestros principios sobre pilares de plastilina o en tierras movedizas. Si te apartas de la demagogia te quedas desubicado, en un desorden de emociones. Es difícil llegar a estos lunes con una posibilidad de comunicar desde el optimismo o desde la racionalidad. Por eso quisiera hoy hablar de todo aquello que no quiero escribir.

Y sin embargo escribo siempre de todo eso que no quiero escribir. Me lo comentaba César Oliva hace unos días, parece imposible que podamos tener todavía argumentos sobre la realidad de las Artes Escénicas; argumentos nuevos, denuncias perpetuas. Y sí, escribimos casi cada lunes el mismo mensaje. Lo obvio. Pero como una vez me explicó el filósofo Alfonso Sastre, lo obvio es solamente obvio para quienes sabemos que es obvio. Pero decir buenos días, o la noche es oscura o mañana será otro día es una obviedad, pero es una descripción de la realidad. Si nada ha cambiado, decir lo mismo no es una reiteración ni una obviedad, es una obligación.

Escribo hoy desde un recoleto hotel del caso antiguo de la ciudad polaca de Wroclaw. Estoy aquí para asistir a una representación de una obra estrenada el pasado viernes. En el viaje con Carlos Aladro, en un avión-autobús de Ryanair, hemos hablado tanto de tantas cosas que nos inquietan de la vida teatral local, es decir madrileña, española, iberoamericana y europea, que esa tortura de viaje encajonados se ha convertido en una suerte de taller, de debate constante. Nos separan unos cuantos años, unas cuantas experiencias, pero noto que es alguien que está buscando hacer desde el festival de otoño a primavera o viceversa, una ventana para ayudar a la regeneración del todo. Quizás no corresponda a un festival otra cosa que ser un festival. Por cierto, ¿qué es un festival en el año 2016? Peor comprendo que se deben acelerar procesos, que quienes tengan la sensibilidad suficiente para detectar los errores, los desajustes, propongan variables, variantes, otras maneras de afrontar nuestra actividad global.

Saben todos mi postura: hay que cambiar el sistema en su totalidad. Pero no se puede hacer de golpe. De acuerdo. Hay que comenzar por algún punto. ¿Quién debe tomar la iniciativa? En eso ando pensando. He paseado por Wroclaw con temperaturas bajo cero y cada pocos centenares de metros veo un teatro, un auditorio, una sala y recuerdo que aquí hace doscientos cincuenta y un año que tienen Teatros Nacionales. Por algo será que exista en el histórico y en la actualidad, tantos creadores teatrales de relevancia universal.

Estoy aprendiendo a entender. Quisiera escribir cada lunes sobre lo que es el Teatro en su faceta más importante. No siempre soy capaz. Quiero agradecer antes de despedirme hoy el Premio Avetid valenciano. Una noche muy emocionante para mí, y sobre todo, para ARTEZ y toda la zapatilla. Que de vez en cuando te diga alguien te quiere y que lo que haces con humildad tiene alguna transcendencia, es reconfortante, sobre todo porque vamos a cumplir veinte años. Y no sabemos si llegaremos a los veintiuno.

Quisiera dar un nuevo abrazo a los amigos extremeños que he vuelto a visitar en mi paso por Cáceres por la Muestra Ibérica. Tiene razón José Manuel Villafaina en su crónica, la organización es mejorable, la concepción quizás debe volverse a enfocar, pero debemos colocarnos frente, al lado o detrás de las personas que desde las instituciones intentan hacer algo y convencerlas de lo que se considera es lo urgente y lo óptimo. No desaprovechar las energías y convertirlas todas en positivas y eficaces.

Dejad las posturas maximalistas y tremendistas a los que ya no esperamos otra cosa que ese beso de amor, ese abrazo sincero, esa voluntad de cambio de quienes mantienen la inocencia de la juventud. Sin entregarse a nadie, busquemos los puntos de conexión, los puntos de avance, miremos al futuro, pero con ojos de futuro, con propuestas de futuro. No a la rutina, no a lo de siempre propuesto como irremediable y único por los de siempre que siempre ha fallado. Probemos otras maneras, otras fórmulas, cambiemos de paradigma. Miremos a Europa por favor. Un poco. A lo mejor hay alguna pista para salir de este atolladero mental, ideológico, profesional, cultural y artístico. O sea político y económico.

Buena semana laboral tartamuda.


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