Críticas de espectáculos

Milagro/Luis Miguel González/Cristina Yáñez

Enigmas y zonas oscuras

A partir de una hipótesis absurda e irracional que Luis Miguel González introduce en la trama de su obra Milagro, en la vida conyugal arreglada, aparentemente feliz, de una pareja, se introduce una pregunta inquietante: ¿Qué ocurre cuando uno se muere repentinamente y, milagrosamente, vuelve a la vida con la rémora de unos daños cerebrales?. ¿Qué ocurre cuando la pérdida de la memoria produce una fractura en la relación de la pareja y surgen, aún, varias preguntas más? ¿Qué ocurre si alguien, después de resucitar, cambia por completo de ideas, de personalidad y de forma de ser? ¿Su muerte fue intencional? ¿Qué ocurre con su amor, sentimiento que por su naturaleza es irracional, milagroso? ¿El resucitado volvería a enamorarse de la misma persona?

La pareja Emma y Andrés, acompañada por el doctor, su amigo, son protagonistas de este juego que atraviesa las zonas oscuras que existen entre la ficción y la realidad en las cuales las preguntas sin respuestas se multiplican.

Emma y Andrés, una pareja acomodada, con una vida económicamente apacible, aparentemente sin problemas, celebran el aniversario de su matrimonio y el cumpleaños de Emma, degustando buenos vinos, jugando al juego que han elaborado entre ellos, un diálogo cifrado con frases compuestas únicamente con la primera letra de las palabras.

De repente Emma se muere. Desesperado Andrés intenta, en vano, reanimar a su esposa. El doctor, amigo de la familia, diagnostica firmemente la muerte de Emma, pero Andrés redobla sus esfuerzos para devolverla a la vida.

Inesperadamente Emma resucita pero sin memoria del pasado. ¿Puede recuperar sus recuerdos, resucitar con Andrés su vida de pareja?

¿Y sobre qué bases recuperar esos recuerdos: siguiendo la misma rutina, degustando el vino, discutiendo en el lenguaje de siglas o inventando una relación diferente?

¿La muerte brusca y la pérdida de la memoria, no son, para Emma, una forma de huir de su vida conyugal con Andrés, en el momento en que esa relación empieza a torcerse, a hacerse aburrida?

Su pasado está muerto y su presente vacío como una página en blanco.

¿Qué futuro puede escribirse en ella? Andrés intenta despertar los recuerdos antiguos de Emma, los recuerdos del amor compartido, y construir nuevos recuerdos con gestos, besos, palabras de ternura, copas de vino.

Los recuerdos vagos que afloran en Emma pertenecen a otra dimensión, a la del mecanismo inconsciente del sueño y la de las sensaciones experimentadas por los que han estado al otro lado de la muerte.

Así, por ejemplo, la paliza que sueña Emma haber recibido no es otra cosa que las zarandeos de su marido intentando a reanimarla.

«La memoria es una ficción que el hombre escribe para cegar esos pozos» dice el Doctor.

El espacio escénico realista con un toque onírico evoca la intimidad de la casa de la pareja. En primer plano a la izquierda dos sillones enmarcando el fuego del hogar de la chimenea, en el centro una cama, mesa, sillas. En el segundo plano, en el fondo un poco elevado, una pasarela con una bañera y detrás un gran ventanal traslucido, tras el cual, en unos momentos, se ve, en el modo de sombras chinescas, pasar los personajes.

Emma comienza con un vestido elegante para, después, quedarse solo con combinación. Los vestuarios de los hombres evocan su profesión: el Doctor con una bata blanca, Andrés con un uniforme de piloto.

No sabemos nada de sus historias, todo se desarrolla en el presente inmediato en que la realidad y la ficción, el sueño y lo irreal interfieren.

Los tres actores cambian instantáneamente el registro de su actuación, creando una sensación de desestabilización, de incertidumbre, como si estuviéramos en un mundo flotante que ha perdido bruscamente sus fundamentos.

Cristina Yáñez imprime un ritmo impecable a las breves secuencias que se encadenan con gran fluidez.

Un espectáculo que nos deja con sus enigmas y sus zonas oscuras a explorar.

Irène Sadowska

Milagro de Luis Miguel González Cruz – Dirección: Cristina Yáñez – Espacio escénico y vestuario: Silvia de Marta – Iluminación: Miguel Ángel Camacho – Composición musical: Miguel Ángel Remiro – Con Chema Ruiz – Andrés, Maribel Bravo – Emma, Javier Anós – Doctor.


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