Presentado el libro ‘La escena del siglo XXI’ de José Gabriel López Antuñano
Se ha presentado el estudio del profesor José Gabriel López Antuñano ‘La escena del siglo XXI’. Su autor afirma que ha intentado construir este libro desde la butaca del espectador. «El punto de partida arranca de la escena entendida como arte de la composición, no como sucesión de elementos sueltos ensamblados para su presentación», explica.
Veinticuatro directores de prestigio internacional son los protagonistas de ‘La escena del siglo XXI’, un estudio de José Gabriel López Antuñano, profesor de Dramaturgia y Ciencias Teatrales en la ESAD de Castilla y León, sobre los escenarios actuales, que aúna la descripción y la reflexión personal. Son algunos «de los que, en mi opinión, con su competencia, capacidad, investigación y trabajo han realizado aportaciones al teatro en estos últimos años», señala López Antuñano.
El profesor de la Esadcyl y de los másteres de teatro de la Universidad Internacional de La Rioja y de la Universidad complutense de Madrid recorre los estilos y los presupuestos estéticos e ideológicos de creadores tan relevantes y diversos como Krystian Lupa, Declan Donnellan, Robert Wilson, Thomas Ostermeier, Robert Lepage o Romeo Castellucci. El análisis espectacular sobre la labor de cada uno de estos veinticuatro nombres es el punto desde el que se valora el proceso dramaturgístico con el texto y la narratividad escénica, el diseño del espacio, el sentido de la puesta en escena, el trabajo con los actores y el estudio de los signos.
Según el autor
«Me propongo en las líneas que siguen, escribir sobre algunos de los directores de escena que, en mi opinión, con su competencia, capacidad, investigación y trabajo han realizado aportaciones al teatro en estos últimos años. Por las dimensiones del libro no me extenderé demasiado, pues se trata de una aproximación al estado de la cuestión, sin detenerme de manera exhaustiva en la figura de cada director, del estudio pormenorizado de su técnica o del análisis detenido de cada una de sus escenificaciones, cuestiones que, por otra parte, y lo escribo con satisfacción, ya se empieza a acometer en las universidades.
Se encontrarán en los capítulos que siguen junto a las descripciones y la reflexión personal, la interrupción de la narración con las voces de los protagonistas y de algunos estudiosos del hecho escénico. Adelanto que he manejado las fuentes de los propios interesados con la mayor cautela posible porque, a veces, aclaran conceptos, pero he evitado las justificaciones o las explicaciones sobre el papel de lo que no se ve sobre el escenario, de aquello que permanece velado al espectador y solo responde a intenciones mal resueltas sobre el escenario.
En el presente estudio se percibirán algunas líneas fuertes en el estudio de los directores de escena. En primer lugar destaco la coherencia para escoger un repertorio que refleje su posición ante el mundo y su visión de la existencia, tanto a nivel intelectual y vivencial como de búsqueda de una poética propia, que se trasluce en los espectáculos. Este motivo me permitió sortear un problema inicial ¿cómo escribir sobre el trabajo de un director, cuando en muchas ocasiones una propuesta no sigue una línea de continuidad con las anteriores o siguientes manifestaciones escénicas? Es posible que eso ocurra si se realiza un análisis externo, pero si la reflexión se realiza en profundidad y el director ha trazado con firmeza su una línea de trabajo, los puntos comunes, las experimentaciones fallidas o la evolución encajan sin sobresaltos. Por este motivo, tras una breve presentación del trabajo, el primer epígrafe lo dedico a conocer al hombre que hay detrás del artista, la toma de decisiones y las convicciones, para escoger los títulos.
No se trata de un canon de directores, sino de las reflexiones de un espectador que trata de ver hacia dónde y con quiénes (no todos) puede ir la escena del siglo XXI.
Una última cuestión, son todos los que están, pero no están todos los que son y deberían estar, porque me he propuesto escribir sobre aquellos directores sobre los que he visto un significativo número de obras. Tampoco se encuentran directores españoles, porque lo que intento es mostrar al español cuanto se trabaja fuera y no es conocido.»