Sueños mortales
A veces siento que el dormir es una muerte de a gotas. Al menos para nuestra parte consciente, esa que consideramos como la única alternativa válida de vida. Al dormir hacemos un paréntesis, entramos en la nada, en el limbo del no existir. Si bien es cierto nuestro sub consciente nunca duerme y en su permanente vigilia es capaz de condicionar nuestro accionar consciente, no nos damos cuenta de ello, por lo tanto, durante un tiempo sin medida, para nuestra razón no existimos.
¿Será por eso que los niños que comienzan su existencia, de manera instintiva se niegan a dormir hasta que son derrotados por el agotamiento?
¿Será por eso que los ancianos se quedan dormidos en cualquier lugar y a cualquier hora como preparándose para lo que inevitablemente vendrá en ese día cada vez más próximo?
Según estudios científicos debidamente documentados, todos soñamos cada noche, y varios sueños distintos, aunque pocos seamos capaces de recordarlo.
El termino REM da cuenta de una actividad cerebral constante.
Está repleto de recetas como para recordar y luego interpretar esos mensajes crípticos que nos enviamos a nosotros mismos sin el castrador filtro de la razón.
Desde connotados psiquiatras con diplomas empapelando los muros de sus consultas privadas a chamanes semi drogados en medio de una selva de incertidumbres pasando por best sellers de interpretación de sueños, todos y nadie tienen la verdad.
Estadísticamente quizás se pueda llegar a conclusiones relativamente generales pero somos únicos en el universo, movidos por la lógica pero sobre todo por los sentimientos, esos que son individuales.
Aquí no se trata de matemáticas duras donde 2 más 2 son 4 sino que donde 2 más 2 podría llegar a ser un elefante en traje de baño esquiando en los Alpes suizos o una taza de café con leche compartida con Einstein mientras el Che Guevara espanta las moscas con intención de posarse sobre nuestros panecillos. Lo importante es lo que esas imágenes desbocadas provocan en el sentir individual. El sentimiento escapa a toda lógica pues es la expresión sensible de nuestras experiencias pasadas y de las expectativas que tengamos de futuro.
Al soñar podemos morir una y mil veces, sabiendo que el nuevo despertar que nos espera del otro lado de las imágenes, representa la oportunidad de forjar nuevas imágenes, esta vez conscientes.
Es limitado el control que tenemos sobre las variables exógenas que condicionan nuestro actuar pero con la debida disposición para hacerlo, si podemos controlarnos a nosotros mismos. Quizás el secreto solo radica en escuchar la sinceridad de nuestros sueños y por sobre todo, estar dispuestos a interpretarlos aunque el mensaje nos desagrade.
Dormir es morir a gotas con la seguridad que el renacer será renovado en energía, imágenes, actos y un amplio crisol de posibilidades… Existen muchos mensajes que dadas nuestras limitaciones jamás seremos capaces de entender pero también existen muchos otros que hemos ignorado por siempre aunque sean una posibilidad cierta de acción.
Soñemos sin limitaciones pero por sobre todo, debemos estar dispuestos a tratar de entender y entendernos.