Lo típico del tópico
Valladolid y su TAC en evolución y ampliación de objetivos es una magnífica realidad social y cultural. El público, los públicos, el que taxistas, camareros, paisanas en general hayan asumido de manera total ese desembarco multitudinario de artistas que interrumpen su cotidianeidad alterando sus rutinas. Lo remarco porque yo he vivido hace años situaciones más complejas en donde a algunos les parecía que esos melenudos o esos payasos no aportaban nada a su ciudad. Y lo manifestaban a gritos, molestando a los otros ciudadanos que estaban disfrutando de una actuación de gran formato o de cercanía.
Se ha consolidado un modelo, se está remodelando la estructura interna del área de cultura del Ayuntamiento, las sinergias parecen favorecer un resurgimiento de la actividad más pegada a lo existente, hay públicos, hay estudiantes de su escuela, hay un ambiente teatral a lo largo del año que en las fechas del festival se multiplica de manera ocurrente y se convierte en un evento común. En un encuentro con la ciudadanía. En una comunión más allá de lo coyuntural, porque resulta que son unos días donde la capital pucelana se convierte en el centro de atención del mundo de las artes de calle, de los artistas callejeros, pero, y ahí quiero incidir, también de espectáculos de sala de formato, entidad y calidad excepcional.
Esta fusión o globalización del TAC me parece una iniciativa muy sugerente, diría que un experimento importante y aunque algunos opinen que lo mejor hubiera sido desdoblar los festivales y poner lo de sala en el otoño, dadas las circunstancias de que la ciudadanía ya tiene en su calendario ciudadano, cultural y hasta emocional esa tercera semana de mayo, por el teatro de calidad y de contratación más difícil, complementa la oferta y a mi entender consolida por elevación la propuesta.
Y es que el teatro de calle parece un poco estancado. Es circo aplicado a la calle, es danza utilizando espacios públicos, es teatro frontal que se fuerza a ser algo específico de calle. Es muy difícil ver espectáculos de calle de mediano y gran formato, parece como si las ideas solamente sirvan para eventos deportivos, publicitarios o de cabalgatas. Dan ganas de reiterar el concepto: es teatro o artes escénicas EN la calle. Aquí he caído en lo típico del tópico, pero para mí empieza a ser ya un axioma.
Por eso mirar con detalle lo que se nos ofrece nos ayuda a entender que estratégicamente este cambio del TAC hacia el interior es magnífico, se puede mantener un nivel de máximo interés y en la calle, dar posibilidades a los cientos de espontáneos, a las propuestas más genuinas, lo mejor de cada momento.
El equipo directivo muy engrasado, las infraestructuras muy bien utilizadas, la colaboración de todos hacen de este festival un lugar donde disfrutar, donde sentirse profesionalmente bien tratado, en una ciudad que crece, que está mejor que nunca. Parece claro que lo he disfrutado. Por su programación y por su contexto.