Otra cosa es una guitarra
No existe ningún misterio ni pretendo inventar la pólvora; es infinitamente más fácil encontrarle la solución a los problemas ajenos que a los propios. Las verdaderas tragedias griegas que dicen sufrir los demás, a nuestro juicio no pasan de ser solo anécdotas fácilmente subsanables.
De manera casi descarada podemos criticar de manera liviana la ejecución de una melodía pero otra cosa es con guitarra. Es muy distinto cuando es a nosotros a quien se nos escapa una cuerda o perdemos el ritmo.
¿Por qué nos cuenta tanto empatizar con el otro sin siquiera tratar de ponernos en su lugar? ¿Será que el otro ha dejado de existir?
Por ningún motivo pretendo opinar desde la posición facilista de un observador con ínfulas de sábelo todo ¿Y con que desfachatada autoridad podría hacerlo si yo mismo he pecado de juez y jurado? Y muchas veces de acusado también.
No hay nada nuevo bajo el sol. Quizás podamos responsabilizar a la capa de ozono por filtrar cada vez menos la radiación Uv, pero no podemos culpar a neuronas rostizadas por nuestra falta de solidaridad.
¿Por qué nos conmovemos por la imagen de Aylan Kurdi el niño Sirio de tan solo 3 años fotografiado ahogado boca abajo en una playa de Turquía pero seguimos indiferentes sin hacer algo por los cientos de niños explotados a solo centímetros de nuestro diario vivir?
Perdón por traer de vuelta a la conciencia esa imagen pero honestamente ¿cuantos la habíamos ya olvidado?
¿Será más fácil olvidar que solucionar?
¡Invisibilización!
Vemos tan seguido a la injusticia instalada como normal que obviamente dejamos de verla. Es como si el encandilamiento producido por la desigualdad nos impidiera verla.
Los asesinatos, violaciones, torturas, secuestros, terrorismo, estafas, abusos,… siempre han existido y lamentablemente seguirán existiendo porque el hombre es hombre pero la condición de injusticia está tan livianamente difundida que ha dejado de tener el peso específico que debería tener.
Intelectualmente lo sabemos y verbalmente lo condenamos pero el sentimiento ha dejado de ser acción concordante con lo que pensamos de la boca hacia afuera.
¿Bipolar?
¿Y quién no?
Mal de muchos consuelo de tontos y ya que en el país de los ciegos el tuerto es rey, bastaría con romper mínimamente esa inercia de la indiferencia para comenzar con la bola de nieve.
El sentimiento debe ocupar el sitial de primera línea que le corresponde por derecho propio y del cual maliciosamente ha sido desplazado por los antivalores disfrazados de progreso. Con un sentir armónico podrá mejorar no solo nuestra condición sino la de todos.
¿Necia ambición?
¡Para nada!
Necesitamos actuar de manera concordante con nuestros sentimientos positivos para tener una buena cosecha de lo sembrado.
Si otra cosa es con guitarra debemos aprender a tocarla en vez de criticar los acordes mal hechos de quien al menos lo intenta.
Y si logramos tocar al unísono con otras guitarras, las imperfecciones individuales pasarán inadvertidas por la complacencia del oído.