Los modelos de mis modelos
Escucho a un señor que nos hizo perder un montón de años dada su inoperancia como Secretario de Cultura en el gobierno de España dando lecciones culturales en un programa de radio. Y de política. Es del PP. Sigue teniendo cargo en otro ministerio: ha nacido para cobrar del presupuesto general del Estado. No quiero nombrarlo porque sé que da mala suerte. Porque sé que es sinónimo de Nadería, de retórica, de verborrea culturalista pero siempre con un fondo elitista y de clase que atufa.
Pero me ha provocado porque habla de modelos de organización cultural, de la necesaria conexión entre Educación y Cultura, en definitiva aunque no lo diga, de políticas culturales. Y ahí, es donde los modelos son imprescindibles. Y sobre todo, entenderlos, no copiar modelos porque sí. No seguir con la plantilla de actividades que se hizo en ciclostil en los ochenta y sigue ahora en Excel, pero sin cambiar ni formas ni fondo, es decir sin amoldarse a los cambios culturales y sociales acontecidos en estos últimos años, que han cambiado bastante los hábitos de nosotros mismos y de nuestros coetáneos.
Esa es mi obsesión: intentar convencer a quién me escuche o lea que hay que volver a crear un modelo adecuado, que debemos crear un nuevo paradigma entendible por la mayoría de los intervinientes en estos procesos que nos cree ilusiones para los próximos diez años, que reconstruyamos los sistemas, que volvamos a pensar, no a reclamar, no a llorar, no a dejarse llevar, luchar por cambiar las inercias. Hoy y mañana, ya están amortizados, es a partir de pasado mañana cuando podemos empezar a intervenir, a cambiar, a estructurar un nuevo sistema que atienda, en el ámbito cultural, todo lo que se deteriorado y reconstruya, y en el ámbito de las Artes Escénicas, desde la formación a la distribución, pasando por todos los estamentos, gremios y circunstancias. Y para ello, primero mirar la Constitución, después los Estatutos de Autonomía, después la reglamentación europea y desde ahí, ajustarse al hoy pero pensando en pasado mañana.
Y de momento nada más. Sigo en el bucle de analíticas, cambios de medicación, mejoras, cansancio, estado eufórico, sudores, ganas de dormir, más ganas de dormir, cansancio absoluto y compromisos. Algunos dejados de cumplir y otros cumplidos de mala manera. Pero hay tanto por hacer que en estos momentos de incapacidad transitoria uno se reafirma en la urgencia de incidir en los cambios necesarios, urgentes, imprescindibles que nos hagan salir de este acomplejado modelo sin modelo en el que se han instalado demasiados oportunistas.