Y no es coña

¿Hacia dónde?

Acabamos nuestra estancia en Polonia en Varsovia, después de asistir al Festival Dialog que se celebró en Wroclaw con una excursión a Cracovia a ver el último trabajo de Jan Klata. Un festival que llegaba a su novena edición y que se hacía con un lema muy sugerente, “Adelante, ¿pero hacia dónde?” y en su manifiesto programático se refería a la intención de presentar espectáculos que se refirieran a la exclusión, a la confrontación de pensamientos, modos de vida, idearios en un mundo en donde parece haber perdido la defensa sin condiciones de la libertad como un valor absoluto en todos los campos y se vive en un claro retroceso en muchos lugares.

Con esta premisa, un festival internacional, con un presupuesto cerciorado a pocos meses de su inicio, el equilibrio debe prevalecer, y como había invitados internacionales, la selección de las obras de producción propia, las polacas, era el gran reto, su gran auténtico discurso estético, ético y por ende político. Y vimos un buena muestra de fórmulas, propuestas y compromisos.

En las propuestas internacionales, como siempre, acercarse a las creaciones de Alain Platel y sus Ballets C de la B” es la reconciliación con la experimentación, la técnica, la imaginación, el ritmo, la idea concretada en lenguajes escénicos que mezclan la música, la danza, el movimiento corporal, la interpretación. SE inauguró el festival con “En Avant, marche”, con otros directores firmando la puesta, un delirante espectáculo musical, con un actor central magnífico y una orquesta de metal de la ciudad acompañando a los actores, músicos, artistas, creadores. Puro Platel, “Nicht Schlafen”, dinamismo, movimientos exhaustivos cuerpos en acción, virtuosismo, humor, mezcla de estilos, géneros, música, silencios, una maravilla.

Dos espectáculos más en el campo internacional: “MDLSX”, unipersonal italiano, con Silvia Calderoni dando vida a un caso verídico de transgénero, con una magnífica dramaturgia de ella misma y Daniela Nicoló, que conmueve, que usa la música como hilo conductor emocional, pero que usa la palabra poética de manera majestuosa. Y cerró este festival, la compañía holandesa Toneelgroep Amsterdam, que presentó tres obras de Shakespeare bajo el título de “Kings of War”, con dirección de Ivo van Hove, en un escenario majestuoso, un reparto amplio, un lenguaje híbrido, con momentos de una excelencia en los matices, pero siempre enmarcado en una propuesta de baja intensidad, hasta llegar al Ricardo III donde se enciende escenario, interpretación y significados. Cuatro horas y media de teatro mayor.

En la parte polaca, advertir de que se está viviendo un momento de mucha tensión. En cada representación se leía un manifiesto para señalar la actual situación en la Cultura, donde se están produciendo ceses de directores de instituciones importantes y de muchos tetaros públicos y nombramientos de unos sustitutos que no parecen gozar del reconocimiento general. En este contexto se debe entender toda la labor de los debates y la propia selección de los grupos y obras.

Nos decepcionó algo la versión de “Un enemigo del pueblo” de Jan Klata. Este talentoso director, afectado por una de esas decisiones sectarias, mantiene toda la facundia teatral que le caracteriza , pero parece desenfocada o al menos caída en un barroquismo que enmascara la intención básica. Es un gran espectáculo, pero muy deslavazado y con una sensación de que se han puesto en escena demasiadas ocurrencias.

“Jeden Gest” es una suerte de clase didáctica para enseñar el lenguaje de signos de los sordos. Tiene esa virtualidad de empatizar con los actores, de descubrir una suerte de ciudadanos que conviven con  nosotros y tiene esa dificultad invisible. Teatralmente no tenía más relevancia.

El coro convertido en espectáculo total, es la propuesta de Marta Górnika que nos ofreció un himno liberador para orquesta, coro y otros, en el que destacan los movimientos escénicos. No es un coro plantado, sino un coro en movimiento, y un himno afectado por subrayados, por incisiones críticos de la propia esencialidad de himno y de la concepción de lo que es Polonia en estos momentos. Muy interesante en cuanto al trabajo vocal y la puesta en escena coreografiada.

Pero pudimos ver una obra de Impact Escene Teatralna que venía empaquetada en el escándalo, que al llegar al teatro había un gran despliegue policial, con manifestantes católicos rezando en rosario de manera casi militar, con banderolas y carteles. Todos los espectadores fuimos cacheados., Había tensión. Y era una obra de teatro en donde se blasfemaba de manera constante, que hablaba de ciertos tabús  y comportamientos sexuales no suficiente denunciados por la jerarquía eclesiástica, como  la pederastia. Una cruz presidiendo el escenario, actores que intervenían frontalmente la público interpelándolo, con imágenes chocantes como una felación al muñeco de tamaño natural del Papa, el Águila del escudo de Polonia después recortada. Un espectáculo que agrede, que provoca, que en su propuesta usa lenguaje procaces, estéticas de los momentos más iconoclastas del teatro rebelde del siglo pasado, pero que se ha convertido en un fenómeno debido, precisamente a la campaña en su contra. Para entenderlo, estaba fuera de la programación oficial, no tenía ayuda ninguna, las entradas eran las que sufragaban la actuación. Es decir un auténtico manifiesto.

En Varsovia vimos un trabajo fino, “Holzwege dirigida por Katarzyna Kalwat en el TR Warszawa, una curiosa manera de enfrentar la vida de un compositor, en donde se pone en discusión el valor de la creación, los momentos en los que se trasciende. Un reparto muy eficaz.

Repitámonos la pregunta,  Adelante sí, ¿pero hacia dónde?

Nosotros vamos preparando las maletas de vuelta, camino del FIT de Cádiz.

 


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