Mensajes del Día Mundial del Teatro 2018
Para celebrar su 70º aniversario, el Instituto Internacional del Teatro ha seleccionado este año a cinco autores para escribir los Mensajes del Día Mundial del Teatro, uno de cada una de las cinco regiones de la UNESCO: Asia Pacífico, los Países Árabes, Europa, las Américas y África.
Mensaje de Ram Gopal Bajaj – India – Asia Pacífico (director de teatro, actor de teatro y cine, académico, ex director de la Escuela Nacional de Teatro, Delhi)
Luego de todos los relatos de la evolución, en resumen sólo podemos estar seguros de una cosa; que todas las formas de vida intentan sobrevivir hasta la eternidad. Si es factible, se quisiera que la vida prevalezca a través del tiempo y el espacio hasta convertirse en inmortal. En este proceso, las diversas formas de vida también se mutilan y destruyen a sí mismas. Sin embargo, necesitamos limitar la deliberación a la supervivencia de la humanidad y su emancipación de la cueva de los cazadores de la Edad de Piedra hasta nuestra Era Espacial. ¿Somos ahora más considerados? ¿Jubilosos? ¿Entregamos más amor hacia la naturaleza de la cual somos producto?
Desde nuestros inicios, las artes performativas (danza, música, actuación/drama) cuentan con el instrumento desarrollado de la lengua, consistente en vocales y consonantes. La vocal básicamente expresa los sentimientos o emociones, y las consonantes expresa las formas y el pensamiento/conocimiento. Matemática, geometría, armamentos y ahora computadores han sido sus resultados. Por tanto, ahora no podemos retroceder el tiempo de esta evolución de la lengua. La tierra misma no sobreviviría si el júbilo colectivo de las artes vivas y el conocimiento (incluyendo la tecnología) no se hubiera emancipado, re-sublimado de lo mundano, de la furia, de la avaricia y del mal.
Los medios masivos y nuestra ciencia y tecnología nos han vuelto poderosos como demonios. Así, la forma del teatro no son las crisis de hoy, pero sí es la crisis del contenido, de la declaración y la preocupación. Necesitamos apelar al hombre de la tierra de hoy, a salvar el planeta tierra y por lo tanto, el teatro. En un nivel pragmático las artes del actor y las artes performativas en vivo necesitan estar al alcance de la mano de los niños de educación primaria. Es esa generación la que, según considero, es más sensible a lo correcto de la vida y la naturaleza. La ventaja de la lengua por lo tanto, puede ser mucho menos dañino a la madre tierra y a otros planetas. Más aún, el teatro será más importante para la conservación y el sostenimiento de la vida misma. Por lo tanto necesitamos empoderar al performer y al espectador sin amenazarnos en esta era cósmica de unión.
Saludo al teatro y apelo al mundo su implementación y facilitamiento desde sus bases, en áreas rurales y urbanas.
«Miembro, Lingua and Compassion together in Education for the Generations»
Traducción del inglés al castellano: Daniel Zárate
Mensaje de Maya Zbib – Líbano – Países Árabes (directora de teatro, performer, escritora, cofundadora de la Zoukak Theatre Company)
Es un momento de comunión, un encuentro irrepetible, que no existe en ninguna otra actividad secular. Es el simple acto de un grupo de personas que escoge agruparse en un mismo lugar al mismo tiempo para ser parte de una misma experiencia. Es una invitación a individuos a convertirse en colectivo, a compartir ideas, a imaginar formas para dividir la carga de acciones necesarias… a recuperar lentamente su conexión humana y encontrar similitudes a pesar de las diferencias. Es donde una historia específica puede seguir los rastros de la universalidad… aquí se funda la magia del teatro; donde la representación recupera sus propiedades arcaicas.
En una cultura global del miedo desenfrenado del otro, aislamiento y soledad, estar presente juntos, visceralmente, en el aquí y el ahora, es un acto de amor. La decisión de tomarse un tiempo aparte de la inmediata gratificación y auto-indulgencia en nuestra sociedad de ritmo altamente consumista; a reducirse, a contemplar y reflexionar juntos es un acto político, un acto de generosidad.
Después de la caída de las más grandes ideologías, y según el actual orden mundial es prueba de su fracaso década tras década, ¿Cómo podemos re-imaginar nuestro futuro? Como la seguridad y la comodidad son las principales preocupaciones y prioridad en predominancia en los discursos, ¿aún podemos contratar en conversaciones incómodas? ¿Podemos cruzar hacia territorios peligrosos sin tener miedo de perder nuestros privilegios?
Hoy, la velocidad de la información es más importante que el conocimiento, los eslóganes son más importantes que las palabras, y las imágenes de cadáveres son más reverenciados que los cuerpos humanos reales. El teatro está para recordarnos que estamos hechos de carne y hueso, y que nuestros cuerpos tienen peso. Está aquí para despertar todos nuestros sentidos. El teatro está aquí para devolver el poder y significado de las palabras, para robar el discurso de los políticos y devolverlo al lugar correcto… a la arena de ideas y debates, el espacio de la visión colectiva.
A través del poder de contar historias y de la imaginación, el teatro nos da nuevas formas de ver el mundo y a nosotros mismos; abrir un espacio para reflexiones comunes en medio de la abrumadora ignorancia de la intolerancia. Cuando la xenofobia, el discurso de odio y la supremacía blanca está de vuelta sobre la mesa, después de años de trabajo duro y sacrificios de millones de personas alrededor del mundo para avergonzarlos y considerarlos inaceptables… cuando los adolescentes son sentenciados y encarcelados por rehusarse a ser cómplices de la injusticia y el apartheid… cuando personajes infames y el despotismo de la derecha gobiernan algunos de los países más grandes del primer mundo… cuando una guerra nuclear se avecina como un juego virtual entre los hombres-niños en el poder… cuando la movilidad se vuelve cada vez más restringida a unos pocos selectos… cuando refugiados mueren en el mar tratando de entrar en las altas fortalezas de sueños ilusos, como más y más costosísimos muros se construyen… ¿Cuándo será que cuestionemos a nuestro mundo, donde la mayor parte de la prensa está vendida? Dónde más que en la intimidad del teatro somos capaces de repensar nuestra condición humana para imaginar el nuevo orden mundial… colectivamente, con amor y compasión, pero también con confrontaciones constructivas e inteligentes, con resiliencia y fuerza.
Viniendo desde la región Árabe puedo hablar de las dificultades que enfrentan los artistas para hacer su trabajo. Pero yo soy parte de una generación de hacedores de teatro que se sienten privilegiados que los muros que necesitamos destruir siempre hayan sido visibles. Esto nos ha llevado a aprender a transformar lo que está disponible e forzar la colaboración e innovación a sus límites; haciendo teatro en sótanos, techos, en salas, en corredores, y en las calles; a construir nuestra audiencia en el camino, en ciudades, villas y campos de refugiados. Tenemos la ventaja de tener que construir todo desde cero, y de concebir maneras de evadir la censura todo el tiempo, aun cruzando las líneas rojas y desafiando tabúes. Hoy esos muros miran hacia los hacedores de teatro del mundo, como la financiación nunca ha sido tan escasa y la corrección política es el nuevo censor.
Así, la comunidad teatral internacional tiene un rol colectivo que hacer hoy más que nunca, enfrentar estos muros tangibles e intangibles. Hoy más que nunca hay una necesidad de creativamente reinventar nuestras estructuras políticas y sociales con honestidad y coraje, para confrontar nuestras deficiencias, y para asumir la responsabilidad del mundo que somos parte de crear.
Como hacedores de teatro del mundo, nosotros no seguimos una ideología o un sistema de creencias, pero tenemos en común nuestra eterna búsqueda por la verdad en todas sus formas, nuestro continuo cuestionamiento del status quo, nuestro desafío al sistema de poder opresor y por último pero no menos importante, nuestra integridad como seres humanos.
¡Somos muchos, somos valientes y estamos aquí hoy!
Traducción del inglés al castellano: Daniel Zárate
Mensaje de Simon McBurney – Reino Unido – Europa (actor, escritor, director de escena, cofundador del Théâtre de Complicité)
A media milla de la costa de Cirenaica en el norte de Libia existe un vasto refugio rocoso de 80 metros de ancho y 20 de altura. En el dialecto local se le conoce como Hauh Fteah. En 1951 el análisis de datación por carbono 14 demostró una ocupación humana ininterrumpida de al menos 100.000 años. Entre los artefactos desenterrados había una flauta de hueso datada entre 40.000 y 70.000 años. Siendo un niño, al oír esto le pregunté a mi padre:
“¿Ellos tenían música?”
Me sonrió.
“Al igual que todas las comunidades humanas.”
Mi padre era un arqueólogo estadounidense, el primero en excavar en Hauh Fteah, en Cirenaica.
Me siento muy honrado y feliz de ser el representante europeo del Día Mundial del Teatro de este año.
En 1963, mi predecesor, el gran Arthur Miller, dijo en un momento donde la amenaza de guerra nuclear arrojaba su sombra sobre el mundo: “Cuando se nos pide escribir en un momento donde la diplomacia y la política tienen brazos tan terriblemente cortos y débiles, el delicado pero a veces amplio abrazo del arte debe soportar la carga de sostener unida la comunidad humana”. El significado de la palabra Drama deriva del griego “dran” que significa “hacer”… y la palabra teatro que procede del término griego “Theatron”, literalmente significa el “lugar donde se mira”. Un lugar no solo dónde miramos, también donde vemos, obtenemos, entendemos. Hace 2.400 años, Polykleitos el Joven diseñó el gran teatro de Epidauro. Con capacidad para 14.000 personas, la asombrosa acústica de este espacio abierto es milagrosa. Un diálogo desde el centro del escenario puede ser oído en todos los 14.000 asientos. Como era usual en los teatros griegos, cuando observabas a los actores, también podías ver el paisaje detrás de ellos. Esto no solo juntaba varios lugares a la vez, -la comunidad, el teatro y el mundo natural-, también unificaba todos los tiempos. De la misma manera que la obra evocaba mitos del pasado en el tiempo presente, podías ver más allá del escenario tu futuro final. La naturaleza.
Una de las revelaciones notables de la reconstrucción de “El Globo” de Shakespeare en Londres también está relacionada con aquello que vemos. Esta revelación tiene que ver con la luz. Tanto el escenario como el auditorio estaban iluminados por igual. Los artistas y el público se podían ver unos a otros. En todo momento. Dondequiera que mires hay personas. Y en consecuencia, se nos recuerda que el gran soliloquio de, digamos, Hamlet o Macbeth, no eran meditaciones privadas sino debates públicos.
Vivimos en un tiempo donde es difícil ver con claridad. Estamos rodeados de más ficción que en cualquier otro momento de la historia o la prehistoria. Cualquier “hecho” puede ser cuestionado, cualquier anécdota puede reclamar nuestra atención como una “verdad”. Una ficción en particular nos rodea continuamente. Aquella que busca dividirnos. De la verdad. Y de unos a otros. Y así, estamos separados. Las personas de las personas. Las mujeres de los hombres. Los seres humanos de la naturaleza.
Pero al igual que vivimos en un tiempo de división y fragmentación, también vivimos en un tiempo de inmenso movimiento. Como nunca antes en la historia las personas se están desplazando; muchas veces volando; caminando; nadando si hace falta; migrando; por todo el mundo. Y esto es solo el comienzo. La respuesta, como sabemos, ha sido el cierre de fronteras. La construcción de muros. La exclusión. El aislamiento. Vivimos en un orden mundial tiránico, donde la indiferencia es moneda y la esperanza una carga de contrabando. Y parte de esta tiranía es el control, no solo del espacio, sino también del tiempo. Este tiempo en que vivimos renuncia al presente. Se concentra en el pasado reciente y en el futuro. Yo no tengo eso… Yo compraré aquello…
Ahora lo he comprado, necesito tener la próxima… cosa. El pasado lejano está destruido. El futuro sin consecuencias.
Muchos afirman que el teatro no puede ni podrá cambiar nada de esto. Pero el teatro no va a desaparecer. Porque el teatro es un sitio. Me gustaría llamarlo un refugio. Donde las personas se congregan e inmediatamente forman comunidades. Tal y como hemos hecho siempre. Todos los teatros son del tamaño de las primeras comunidades humanas, de cincuenta a 14.000 almas. Desde una caravana de nómadas a un tercio de la antigua Atenas.
Y dado que el teatro solo existe en el presente, también cuestiona esta desastrosa visión del tiempo. El momento presente es siempre un tema del teatro. Sus significados se construyen mediante un acto comunitario entre el intérprete y el público. No solo aquí, sino ahora. Sin la actuación del intérprete el público no podría creer. Sin la creencia del público, la interpretación no sería completa. Nos reímos al mismo tiempo. Nos conmovemos. Nos quedamos sin aliento o enmudecemos. Y en ese momento, mediante el teatro descubrimos la más profunda verdad: que aquella que considerábamos la más privada división entre nosotros, los límites de nuestra propia conciencia individual, tampoco tiene fronteras. Es algo que compartimos.
Y no nos pueden parar. Cada noche reapareceremos. Cada noche los actores y la audiencia se reunirán de nuevo y la misma obra volverá a ser representada. Porque, como dice el escritor John Berge, “Muy dentro de la naturaleza del teatro hay un sentido de retorno ritual”, la razón por la cual ha sido siempre la forma de arte de los desposeídos, algo que a causa del desmantelamiento de nuestro mundo, somos todos. Dondequiera que haya intérpretes y audiencias las historias que no se pueden contar en ningún otro sitio se representarán, ya sea en las óperas y teatros de nuestras grandes ciudades, o en los campos que acogen migrantes y refugiados en el norte de Libia y en todo el mundo. Siempre estaremos unidos, en comunidad, en esta representación.
Y si estuviéramos en Epidauro podríamos levantar la vista y observar cómo compartimos todo esto con un panorama mayor. Porque siempre somos parte de la naturaleza y no podemos escapar de ello así como no podemos escapar del planeta. Si nos encontráramos en “El Globo” veríamos como preguntas aparentemente privadas se nos plantean a todos nosotros. Y si pudiésemos tener la flauta cirenaica de hace 40.000 años entenderíamos el pasado y el presente como indivisibles, y que la cadena que une la comunidad humana nunca será rota por los tiranos y demagogos.
Fuente traducción: Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España
Mensaje de Sabina Berman – México – Las Américas (escritora, periodista)
Podemos imaginar
La tribu caza pájaros lanzando pequeñas piedras, cuando el enorme mamut irrumpe y RUGE – y al mismo tiempo un pequeño humano RUGE como el mamut. Luego, todos corren…
Ese rugido de mamut proferido por una mujer humana –quiero imaginarla mujer– es el inicio de lo que nos hace la especie que somos. La especie capaz de imitar lo que no somos. La especie capaz de representar al Otro.
Saltemos 10 años, o 100, o mil. La tribu ha aprendido a imitar a otros seres y representa al fondo de la cueva, en la luz temblorosa de la hoguera, la cacería de esa mañana. Cuatro hombres son el mamut, tres mujeres son el río, hombres y mujeres son pájaros, árboles, nubes. Así, la tribu captura el pasado con su don para el teatro. Más asombroso: así la tribu inventa posibles futuros: ensaya posibles formas de vencer al enemigo de la tribu, el mamut.
Los rugidos, los silbidos, los murmullos –las onomatopeyas de ese primer teatro—se volverán lenguaje verbal. El lenguaje hablado se volverá lenguaje escrito. Por otro derrotero, el teatro se volverá ritual y luego cine. Y en la semilla de cada una de estas formas seguirá estando el teatro. La forma más sencilla de representar. La forma viva de representar. El teatro, que mientras más sencillo más íntimamente nos conecta a la capacidad humana más asombrosa, la de representar al Otro.
Hoy celebramos en todos los teatros del mundo esa gloriosa capacidad humana de hacer teatro. De representar, y así capturar nuestro pasado para entenderlo –o de inventar posibles futuros para la tribu, para ser más libres y más felices.
Hablo por supuesto de las obras de teatro que realmente importan y trascienden el entretenimiento. Esas obras de teatro que importan, hoy se proponen lo mismo que las más antiguas: vencer a los enemigos contemporáneos de la felicidad de la tribu, gracias a la capacidad de representar.
¿Cuáles son los mamuts a vencer hoy en el teatro de la tribu?
Yo digo que el mamut mayor es la enajenación de los corazones humanos. Nuestra pérdida de la capacidad de sentir con los Otros: de sentir compasión. Y nuestra incapacidad de sentir con lo Otro no humano: la Naturaleza.
Vaya paradoja. Hoy, en la orilla final del Humanismo –de la era del Antropoceno—de la era en que el humano es la fuerza natural que más ha cambiado y cambia el planeta– la misión del teatro es inversa a la que reunió a la tribu originalmente para hacer teatro al fondo de la cueva: hoy debemos rescatar nuestra conexión con lo natural.
Más que la literatura, más que el cine, el teatro –que exige la presencia de unos seres humanos ante otros seres humanos– es maravillosamente apto para la tarea de salvarnos de volvernos algoritmos. Puras abstracciones.
Quitémosle al teatro todo lo superfluo. Desnudémoslo. Porque mientras más sencillo el teatro, más apto para recordarnos lo único innegable: somos mientras somos en el tiempo, somos mientras somos carne y huesos y un corazón latiendo en nuestros pechos. Somos aquí y ahora solamente.
Viva el teatro. El arte más antiguo. El arte más presente. El arte más asombroso. Viva el teatro.
Mensaje de Wèrê Wèrê Liking – Costa de Marfil – África (artista multidisciplinar)
Un día,
Un humano decide hacerse preguntas frente a un espejo (el público)
A inventarse respuestas, y frente a ese mismo espejo (su audiencia)
A criticarse a sí mismo, a burlarse de sus mismas preguntas y respuestas,
A reír o llorar, de cualquier forma, pero al final
A agradecer y bendecir a su espejo (su audiencia)
Por darle este momento de despecho y respiro.
Él se inclina y agradece, mostrando gratitud y respeto…
Muy en el fondo, él buscaba paz,
Paz consigo mismo y con su espejo:
Él hacía teatro…
Ese día, él hablaba…
Olvidando sus defectos, sus paradojas y distorsiones,
Mostrándose a través de la mímica y las contorsiones;
Su mezquindad que ha hecho olvidar su humanismo
Sus trucos que lo llevaron al cataclismo
Él hablaba consigo mismo…
Admirando sus arrebatos repentinos,
En sus aspiraciones a la grandeza, a la belleza,
A ser mejor, a un mundo mejor
Que hubiera construido desde sus propios pensamientos
Que podría haber forjado con sus propias manos
Si él y su espejo comparten el deseo…
Pero él sabe: él sólo hacía representaciones
De burla, sin duda, de ilusión,
Pero también, por supuesto, de acciones mentales
Construcción, recreación del mundo,
Él estaba haciendo teatro…
Incluso eliminando toda esperanza,
Por sus palabras y gestos acusadores,
Estaba empeñado en creer
Que todo podría ser logrado en esa sola noche.
Por sus locas miradas,
Por sus dulces palabras,
Por su sonrisa malvada,
Por su humor delicioso,
Por sus palabras que, aunque lastimen
Opera la cirugía de un milagro;
Sí, él estaba haciendo teatro.
Y en general,
En casa, en África,
Especialmente en la Kamite[1] parte de la cual vengo,
No nos ocupamos de nada;
Todos nos reímos igual, de luto mientras lloramos.
Los Gbégbé[2] o los Bikoutsi[3] Tallan máscaras aterradoras;
Glaé[4], Wabele[5] o Poniugo[6] Para entender los principios
Que imponen en nosotros los ciclos y los tiempos;
Y títeres, que como nosotros,
Terminan interpretando a sus creadores
Y al subyugar a sus titiriteros
Conciben ritos donde la palabra hablada,
Es engrandecida con canciones y respiraciones;
Avanza hacia la conquista de lo sagrado,
Provocando bailes similares a trances,
Encantamientos y llamados a la devoción;
Pero también, y sobre todo, estallidos de risas
Para celebrar el júbilo de la vida
Que ni los siglos de esclavitud y colonización
Racismo y discriminación
Ni eternidades de atrocidades inenarrables
Podrán sofocar o arrebatar
De nuestra alma paternal de padre y madre de la humanidad;
En África, como en todo el resto del mundo
Hacemos teatro…
Y en este año especial dedicado a ITI
Estoy particularmente feliz y honrado
De representar a nuestro continente
Como portador de su mensaje de paz.
El Mensaje Pacífico del Teatro;
Porque este continente del que se dijo, no hace mucho tiempo,
Que cualquier cosa podría pasar
Sin que nadie sienta el menor malestar o lástima,
Es otra vez reconocido en su rol primordial
De padre y madre de la humanidad;
Porque todos esperan encontrar paz
En los brazos de sus padres, ¿no es así?
Como tal, nuestro teatro, más que nunca convoca
Y compromete a todos los seres humanos, y especialmente
A todos los que comparten el pensamiento, la palabra y la acción teatral,
De tener más respeto para ellos mismos y para los demás
Al rescatar los mejores valores humanos;
En la esperanza de pedir una mejor humanidad para todos:
Una que traiga inteligencia y entendimiento.
Al usar esta parte de la mayoría de las culturas humanas
Una de las pocas que borra los límites: el teatro.
Una de las más generosas porque habla todos los idiomas,
Envuelve a todas las civilizaciones, refleja todos los ideales,
Y expresa una profunda unidad de todos los hombres, que,
A pesar de las confrontaciones
Están especialmente interesados en conocerse mejor
Y a amarse mejor, en paz y tranquilidad.
Cuando la representación se vuelve participación
Recordándonos la labor de la acción que recae en nosotros
El poder del teatro de hacer reír y llorar, juntos.
Al aminorar la ignorancia, al incrementar el conocimiento.
Es así como ese hombre se convierte otra vez en la mayor riqueza del hombre.
Nuestro teatro propone, reexaminar fundamentalmente
Todos estos principios humanísticos, todos estas altas virtudes,
Todas estas ideas de paz y amistad entre las personas
Muy defendidas por la UNESCO
Para reencarnar en las escenas que creamos hoy
Para que estas ideas y principios se conviertan en necesidades esenciales
Y una reflexión profunda de los mismos hacedores de teatro
Quienes luego, podrán compartirlas mejor con su público.
Es por esto que nuestra última creación titulada “L’Arbre Dieu” repite las recomendaciones de Kindack[7] Ngo Biyong Bi Kuban[8], nuestro maestro, dice:
“Dios es como un gran árbol”
Del cual sólo se puede percibir un aspecto a la vez
Desde el ángulo donde es comtemplado:
Quien sea que vuele sobre el árbol sólo percibirá el follaje
Y quizá frutas y flores;
Quien viva bajo tierra sabrá más sobre las raíces;
Los que se inclinen contra el árbol lo reconocerán
Por la sensación en sus espaldas;
Aquellos que vienen de cada uno de los puntos cardinales
Verán un aspecto, y los que vienen del lado contrario no necesariamente tendrán acceso;
Algunos privilegiados percibirán el secreto
Entre la corteza y la pulpa de la madera;
Y aún otros, la médula del árbol.
Pero, como sea, la superficialidad
O la profundidad de percepción de cada uno,
Ninguno está ubicado desde el ángulo desde el cual
Tú eres capaz de percibir todos esos aspectos
A menos que te conviertas en este árbol divino.
Pero entonces, ¿aún seremos humanos?
Que todo el teatro en el mundo tolere y acepte a cada uno
Para servir mejor al objetivo global de ITI
Para que, finalmente, en su 70 aniversario,
Haya más paz en el mundo
Con una fuerte participación del teatro…
[1] Kamite, también se refiere a los nativos y sus descendientes dispersos por el mundo en sus diásporas, así como practicantes de la religión original de su región.
[2] Gbégbé, un baile tradicional de los Bétés, Costa de Marfil, usado en demostraciones públicas de regocijo o luto.
[3] Bikoutsi, Una danza original Fan Beti del sur de Camerún, inicialmente practicada por mujeres para que sean bendecidos por la madre tierra: buenas cosechas, mejor clima, etc. En el cual era necesario golpear la tierra vigorosamente para que escuche sus pedidos.
[4] Glaé, sistema religioso de los We y Wobe, del oeste de Costa de Marfil, basado en “las máscaras”. Una entera jerarquía de máscaras, frecuentemente aterradoras, que actúan como piedra angular de todas las creencias y organizaciones sociales.
[5] Wabele, una de las máscaras del sistema religioso Senufo en el norte de Costa de Marfil. Con la cabeza de una hiena tragafuego, representa conocimiento y poder.
[6] Poniugo, otra máscara del sistema religioso Senufo, basado en el Poro, la iniciación en el corazón de los bosques sagrados y que gobierna a toda su sociedad.
[7] Kindack, lit. “maestra de recomendaciones”, título otorgado a las matriarcas. Mujeres que han alcanzado un nivel de sabiduría iniciándose como Mbock o Mbog, sistema religioso del país Bassa, en el centro de Camerún y equivalente al título de Mbombock reservado para los hombres.
[8] Ngo Biyong Bi Kuban, Es el nombre de mi abuela, mi iniciadora, una de los últimos sostenes de conocimiento “Ki-Yi Mbock” el cual he recibido el deber de transmitir y que he venido realizando por más de tres décadas.
Traducción del francés al inglés: Malory Domecyn / Tom Johnson
Traducción del inglés al castellano: Daniel Zárate