El lugar donde rezan las putas o que lo dicho sea / José Sanchis Sinisterra / Teatro Español
Lo que el viento se llevó, o el ejercicio de una fantasía política
¿Qué teatro hacer en este aciago siglo XXI, en tiempos de rabia?, es la pregunta que se hacen José Sanchís Sinisterra y Rómulo y Patri, los dos protagonistas de su última obra, con un título típicamente sinisterriano, El lugar donde rezan las putas o que lo dicho sea, escrita a medida para sus intérpretes Paula Iwasaki y Guillermo Serrano. Los dos fundaron, en 2011, la compañía Caramba, cuyo primer espectáculo fue Ay Carmela también de Sinisterra, representado dentro de las ruinas del viejo Belchite.
¿Qué teatro hacer que no sea el del puro entretenimiento y tampoco, el de la denuncia políticamente correcta?
La apuesta de esta obra es rescatar del olvido a los vencidos, borrados por la Historia, volviéndola a escribir e imaginando el futuro que no fue.
La meta-teatralidad, el teatro en el teatro, el juego entre los espacios y tiempos diferentes, son algunas de las características del teatro de José Sanchís Sinisterra que se encuentran en El lugar donde rezan las putas o que lo dicho sea.
Una pareja de jóvenes actores, en un espacio casi abandonado, se empeña en hacer teatro a la medida de sus capacidades artísticas y sus modestos medios económicos.
Su lugar de trabajo y de creación es frecuentado por las putas que trabajan en este barrió mal afamado, refugio de un misterioso mundo subterráneo, en el que se amontonan los vencidos, los olvidados, los borrados por el viento de la Historia.
A semejanza de los seis personajes pirandellianos, que piden al autor que les escriba una obra que les saque del anonimato, los invisibles, los de abajo ruegan a los dos actores una segunda oportunidad.
Es decir, contar la historia cambiando su curso.
A propósito de «las mañanas que cantan» del paraíso comunista, corría en la Rusia post comunista una broma «antes el futuro era mejor».
«La ventaja del futuro es que no existe», dice uno de los protagonistas de la obra de Sinisterra.
¿Pero, qué futuro se puede imaginar sobre las ruinas de las utopías idealistas, tras los fracasos de las ideologías revolucionarias que se revelaron imposturas mortíferas?
La historia siempre ha sido escrita por los vencedores. Recordar a los olvidados de la historia es un acto generoso, es hacerles justicia, pero lo que está hecho, está hecho, y el intento de imaginar otro curso de la historia es un sueño nostálgico y nada más que un sueño.
El proyecto de los dos actores, Rómulo y Patri, es crear una obra en la que convocan la historia de Hipatia, filosofa neoplatónica, astrónoma, pionera de la ciencia en la historia de las mujeres, que vivió en la Alejandría del siglo IV, y fue asesinada y linchada atrozmente por los cristianos, y también la historia de Lisa y Arthur London, la pareja de militantes comunistas, zarandeados por las turbulencias revolucionarias y reaccionarias del siglo XX, de las que los London fueron víctimas.
Las dos historias son emblemáticas de los destinos truncados de personas humanistas: Hipatia por la furia bárbara del cristianismo, prototipo de los totalitarismos mortíferos, fascistas y comunistas del siglo XX.
En el teatro se puede imaginar, jugando con el «si», que los eventos habrían podido ocurrir de forma diferente si…
Pero, todos somos conscientes de que las lecciones de la historia con todas las piadosas invocaciones al «nunca más», jamás han servido para nada.
El intento de rehacer la historia resulta también un fracaso.
Entonces, ¿qué pasa en el escenario de este lugar que los dos actores han recuperado y bautizado como La Casa encantada del Tío Roque?
Tanto en el argumento, como en la escenografía y la puesta en escena, hay, en El lugar donde rezan las putas, la evidente herencia y reciclaje de varios elementos de ¡Ay Carmela!, obra maestra de Sinisterra.
Pero, todo aquí parece usado, débil, sin pertinencia ni profundidad, artificial.
Como en ¡Ay Carmela!, estamos en un teatro (aquí improvisado) habitado por las fantasmas de la Historia, de la que algunos acontecimientos se evocan a través del juego teatral de los dos saltimbanquis. Dos jóvenes actores de hoy, él, Rómulo, adepto a los ejercicios de la meditación trascendental que práctica, a principios del espectáculo, mientras el público entra en la sala, ella, Patri, actriz biomecánica.
En el escenario, un sótano convertido en teatro, en el fondo, una escalera, arriba ventanas, una trampilla que da al otro sótano, el de los muertos olvidados, un pequeño sofá, un montón de ropa que hace de vestuario en diferentes escenas y una bandera republicana.
Se encuentran también en este cafarnaúm: maletas, triciclo, mesa con lámpara y papeles, montón de papeles esparcidos en el suelo, baúl que los actores desplazan en algunas escenas.
Como en ¡Ay Carmela! los actores interpelan el público, comentan su presencia, se recurre también al «truco» del corte de luz, como si alguien manipulara la técnica.
El espectáculo no termina de empezar. La parte inicial se alarga con los ejercicios de los actores, sus discusiones sobre que teatro hay que hacer y cómo hacerlo, se leen fragmentos de la biografía de Lise London, se evoca la figura de Hipatia, etc…
Otro truco de teatro, bastante artificial, es la desaparición de la ocarina de Rómulo, de la que, tras un momento, se oyen los sonidos, que vienen del mundo de los de abajo, revelando su inquietante presencia.
Los invisibles de abajo, con voces en off, irrumpen en el ensayo de la obra creada por los actores, exigiéndoles que reescriban el desarrollo de la historia, inventando, de esta forma, un futuro que no sucedió.
Si en lugar de oficializar el cristianismo como la religión del estado, el Emperador Constantino hubiera declarado la libertad de practicar diferentes creencias, el destino de Hipatia y de nuestra civilización habría sido diferente.
También las grandes catástrofes del siglo XX: fascismo, estalinismo, guerra civil y dictadura franquista, se hubieran podido evitar si…Pero, esta magia del «si», teatralmente no opera en el juego de cortes y cambios en la trama histórica.
Faltan humor y fantasía, que habitualmente son grandes cualidades del teatro de Sinisterra.
Las escenas del Paris del 1934, con grandes enfrentamientos entre los movimientos de izquierdas y los fascistas, y la llegada a Moscú de la pareja London, entusiastas del comunismo, están dibujadas con imágenes contundentes.
Se evocan también el golpe de Estado y la guerra civil de España, ante la indiferencia de la Europa democrática, la manipulación de Arthur London por parte de los estalinistas, su denuncia como traidor y su proceso en Praga.
Hay, en el espectáculo, muy buenas intenciones y mucha fe en el poder del teatro, que, desgraciadamente, no encuentran, ni en la puesta en escena ni en la interpretación de los actores, la expresión adecuada y pertinente.
Irène Sadowska
EL LUGAR DONDE REZAN LAS PUTAS O QUE LO DICHO SEA – Texto y dirección: José Sanchis Sinisterra – Escenografía: Juan Sanz – Iluminación: Juan Gómez-Cornejo (A.A.I) – vestuario: Helena Sanchis y Tania Tajadura – Espacio sonoro y composición musical: Pablo Despeyroux – Vídeo: Daniel Ramírez – Intérpretes: Paula Iwasaki, Guillermo Serrano – Producción del Teatro Español – del 15 de marzo al 15 de abril 2018 en el Teatro Español de Madrid