Un sistema a imitar
El sistema venezolano es una magnífica idea que ha dado unos resultados que no pueden considerarse de otra manera como esplendorosos. Se trata de impartir clases de música a los niños y niñas en los lugares más depauperados de las ciudades, de los pueblos, para darles, en primera instancia, una salida diferente a su ambiente tóxico, desmembrado. Es decir, niños y niñas que, en vez de estar en su casa, en la calle, con todas las posibilidades de descarrilar frente a la violencia y la droga, frente a un televisor, pasan horas aprendiendo solfeo, a tocar un instrumento y a formar parte de orquestas locales, para ir creciendo en su formación musical.
De estas experiencias que llevan más de treinta años funcionando, han salido grandes solistas y uno de los directores de orquesta actualmente más reconocido, Gustavo Dudamel, y que nunca olvida sus orígenes y a sus músicos salidos de esa metodológica que funde varios valores: poner en contacto a niños y niñas con un arte, con una forma de expresión, y hacerlo de manera sistemática y pensada para desarrollar una formación musical total, que no solamente puede dar músicos excelentes, sino que contamina a la sociedad interesando a los familiares de esos niños en la música, clásica, popular, coral, lo que siempre es una manera de socializarse y de prosperar.
Estamos hablando del Sistema de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, que fue fundado por el economista y músico José Antonio Abreu, y escucharlo defender esa posibilidad que tiene cobertura estatal, es comprender que todo es posible si existe un buen proyecto, una dedicación, una constancia y un equipo técnico que lo vaya implementando, con ayudas públicas o no. La decisión de ese grupo fundacional es lo que cuenta. La colaboración de profesores y centros para conseguir esa complicidad que lo hace imparable. Y la demostración que casi todos los seres humanos tenemos posibilidades de desarrollar nuestras posibilidades como artistas, siempre que se nos enseñe cómo.
Y aquí es donde yo, insisto una vez más, veo la necesidad de hacer algo similar a este Sistema, pero dedicado a las Artes Escénicas. Yo diría para empezar que se necesita menos infraestructura, no existe mejor instrumento que el cuerpo de cada actor o actriz, se puede desarrollar en salas pequeñas o grandes, y es un arte que ayuda a la formación como personas de los niños y niñas, y después, si se establece un programa bien pensado, se pueden hacer un Sistema de Compañías de Teatro y Danza de todas las categorías. Y el paso a los estudios superiores y a la profesionalización vendría en un viaje muy bien consolidado en donde la acumulación de formación y práctica nos llevaría a mejorar todo el sistema productivo.
Una salvedad, no se trata de improvisar algo, de hacer cursillos, de poner monitores sin formación en las escuelas, de llevar espectáculos infantiles ya hechos, con un criterio no didáctico, sino de crear un Sistema con mirada al futuro. Y se puede empezar por los barrios más desfavorecidos, como una aplicación de integración, pero se debería tener la posibilidad de que en unos pocos años fuera algo extendido por todos los territorios, en todos los idiomas, pero con una idea didáctica y de desarrollo bien estructurada y flexible.
Haría falta contar con un José Antonio Abreu que catalizara el proyecto, que tuviera credibilidad ante la sociedad y las administraciones y que se creara un grupo de trabajo solvente para hacer un programa adecuado a nuestras circunstancias, cultura, pero con ambición, con toda la ambición posible, la de hacer del teatro y la danza algo cotidiano, cercano a la inmensa mayoría de la población. Poner el teatro y la música en los medios de comunicación como algo obligado de informar por la importancia social que conlleva. Toda la Música, no solamente la comercial. Todo el Teatro y Danza, no solamente la que las figuras de cartel. Y así, en unas décadas, seríamos el orgullo de Europa y del Mundo.
¿Cuándo empezamos a pensar en esto de manera seria y sistematizada?
Yo me apunto.