10, 9, 8…
Al vernos enfrentados a cualquier tipo de cuenta regresiva, a medida que los números decrecientes nos acercan al 0, el nerviosismo va aumentando de manera inversamente proporcional al tiempo restante. Menos tiempo, más nerviosismo. Las expectativas van deformando la realidad hasta estirar los últimos segundos para transformar la espera en un infinito de ansiedad prácticamente inaguantable.
Aunque de tanto escuchar el dicho popular, tofos sabemos perfectamente que Roma no se creó en un día, para muchos de nosotros la paciencia monástica es algo que nos es completamente ajena. La inmediatez imposible es el credo contemporáneo.
Sería bastante sabio el disfrutar de cada momento al transitar por el camino que la vida nos va permitiendo recorrer, más que del efímero momento al traspasar la meta.
Una vez conseguido un objetivo, si bien puede ser muy gratificante la sensación producto del logro obtenido, al mismo tiempo tiene la contradicción de habernos dejado sin el desafío por superar.
Hemos sido tan deformados por la imposición forzada de un molde exitista a corto plazo y a cualquier costo, que en nuestra cabeza no existe otra cosa sino la visión de la línea de meta. El camino no importa sino el objetivo por cumplir, desperdiciando las vivencias previas incluso más enriquecedoras que el mismo logro. La empresa privada está llena de metas por cumplir y premios de incentivo al eficiente personal capaz de lograrlas. ¿Como? No importa. La meta por cumplir es la consigna.
Desperdiciamos todas las oportunidades de aprendizaje y desarrollo que podemos encontrar de manera aparentemente contradictoria, en los fracasos también, porque el medio en que nos desenvolvemos nos ha puesto una careta de caballo de carreras corriendo en un hipódromo, que solo nos permite mirar hacia adelante mientras el jinete a nuestras espaldas, la codicia irracional, nos fuerza a superar nuestras capacidades.
Solo uno del grupo gana la carrera mientras el resto termina en el terapeuta pagando su fracaso con sesiones de psicoanálisis una vez por semana, durante años.
Es indispensable tener metas, pero ¿no es acaso la más importante de todas, la de ser feliz?
Todos conocemos a varios, incluso considerados como referentes, que han logrado con mayor o menor esfuerzo traspasar metas increíbles, más de las que quizás nunca imaginaron, pero después de haber ganado la batalla, nunca la guerra ¿cuántas víctimas inocentes quedaron en el camino? ¿los daños colaterales justificaron el pequeño triunfo? ¿lograron ser plenamente felices con sus logros?
La única cuenta regresiva que realmente importa, es la de nuestro tiempo de vida. Al nacer, nadie sabe cuándo va a morir, pero si puede estar seguro de que cada segundo que pasa, es un segundo menos de vida.
Sin estar temerosos del fin, pero si conscientes de él, debemos poner todos nuestros esfuerzos en aprovechar al máximo la cuenta regresiva antes de llegar al 0.
Este viaje puede ser fantástico y prepararnos para ese otro viaje misterioso que todos emprenderemos algún día.
10, 9, 8…..3, 2, 1,…ignition.