Manizales: medio siglo de brava porfía
Con la presencia de agrupaciones emblemáticas del teatro latinoamericano, como Yuyachkani, del Perú, o Malayerba, de Ecuador; clásicos como ‘Electra’ y ‘Antígona’ y nuevos clásicos como ‘Los músicos ambulantes’, o ‘Incendios’, el Festival Internacional de Teatro de Manizales llega a sus 50 años de existencia y 40 ediciones.
Entre el 5 y el 14 de octubre el festival manizaleño recibirá agrupaciones de Argentina, Brasil, España, Ecuador, Portugal, Perú, Uruguay, México y Colombia, en jornadas que transcurrirán por las principales salas y calles de la ciudad, y con los habituales diálogos y reflexiones académicas, que en esta edición oteará las visiones de importantes directores y creadores en torno a las formas, los lenguajes y temas que identifican el teatro del continente.
Teatro de barricadas
Enclavada en la cordillera central de Colombia, esta ciudad andina acoge desde 1968 la expresión más diversa del teatro latinoamericano. Si bien en sus primeras cinco ediciones (la última fue en 1973) el evento estuvo marcado por el teatro universitario y el incandescente foro político que nació en sus entrañas, la experiencia de lo que acontecía en Manizales fue reveladora para un continente, y aún para el teatro que comenzaba a dialogar entre las dos orillas del Atlántico. Así lo reconocieron los hombres de teatro que recalaron en aquellos años fundacionales. “Gracias a Manizales el Teatro latinoamericano parece descubrirse a sí mismo; por primera vez en su historia política como pueblos independientes, los hombres de América Latina establecen puentes de comunicación, se asombran ante las diferencias estructurales de sus movimientos teatrales y se embarcan en la fascinante aventura de conocerse a sí mismos”, declaraba Carlos Gimenez, fundador y director del Teatro Rajatabla, uno de los referentes del teatro de la región.
Él, como tantos otros creadores allegados desde distintas latitudes del continente latinoamericano y de España, reconoce que el Festival de Manizales “no solo es el punto de partida desde el cual los hombres del teatro latinoamericano intentaron encontrar respuestas para una pregunta, sino también el comienzo de una relación con el teatro del mundo desarrollado…”.
En una suerte de borrón y cuenta nueva, en 1984 el festival se reinventa y de la mano de Octavio Arbeláez el evento comienza a transitar una línea fronteriza que privilegia la hibridez escénica, la vanguardia en el lenguaje, el diálogo con la tradición escénica y cultural y, cómo no, el diálogo inacabado entre los teatristas que dará el sello de identidad a este encuentro.
Esta edición promete seguir la estela que ha trazado el festival durante las últimas tres décadas y media: invitar al espectador a un recorrido entre la tradición y la vanguardia, acercarlo a las nuevas generaciones de creadores, y hacerle el seguimiento a aquellas agrupaciones que han dejado huella en su memoria.
Será la ocasión para constatar la vigencia poética de ‘Los músicos ambulantes’, un clásico del repertorio de creación colectiva del Teatro Yuyachkani del Perú, que recaló en la plaza de Bolívar de Manizales en 1985 y que ahora, en sala, mostrará en clave de comedia musical, la diversidad cultural del Perú profundo a través de un grupo de animales entresacados de “Los Saltimbanquis” de Luis Enríquez y Sergio Bardotti y “Los Músicos de Bremen” de los Hermanos Grim.
Vigencia poética que también se podrá constatar con ‘Ahora todo es noche’, la última creación de La Zaranda, aquella agrupación que recaló en el festival de 1988 con el quejío de ‘Mariameneo, Mariameneo’, obra que tatuó la memoria de un público absorto. Del colectivo español se pudo ver un par de obras en ediciones de final de siglo y ahora, 18 años después, subirá a escena, cómo no, la galería de personajes marginales, olvidados, que luchan por conservar su existencia mísera en un mundo herrumbroso, sin aparente luz al final del túnel.
El Teatro El Galpón de Uruguay, uno de los grupos que marcaron la historia del festival y del continente con su resistencia escénica a la dictadura de su país, regresa con ‘Incendios’, considerado uno de los nuevos clásicos del teatro mundial, con decenas de premios, con celebradas producciones, y con una película dirigida por el canadiense Denis Villenueve. Al prestigio de la obra, El Galpón suma la experiencia y la figura rotulante de Adelbal Freire Filho, director brasilero que desde los años 70 ha dejado su impronta en innumerables creaciones escénicas que deambulan entre lo épico y lo dramático, como se verá en esta historia del dramaturgo libanés Wajdi Mouawad.
El recorrido por los teatros de grupo lo completa la agrupación Malayerba de Ecuador, de la que se ha podido ver gran parte de su producción en distintas épocas del festival. El colectivo, dirigido por Arístides Vargas, presentará ‘El corazón de la cebolla’, un montaje de creación colectiva que parte de un pequeño fragmento, el bodegón de las cebollas, de la celebrada novela ‘El Tambor de hojalata’ de Günter Grass.
Clásicos renovados
Luego de los Otelos que en clave de muñecos de velo y de clown se pudieron ver en ediciones recientes, el festival provocará al patio de butacas con sendos clásicos: ‘Electra’ y ‘Antígona’.
La debutante Companhia do Chapitô de Portugal subirá una Electra bastante irreverente: con decenas de cucharas como único recurso escénico y un par de actores que interpretan los incontables personajes de la tragedia griega, los portugueses darán cuenta de esta compleja trama de guerras familiares y luchas por el poder, en una desopilante puesta que recurre a la riqueza gestual y al pliegue físico de los actores.
A su turno, el Teatro de la UNAM México subirá una nueva versión de Antígona en la que el público es testigo de una discusión de mesa que trasciende los tiempos de la tragedia y llega con ecos profundos en la sociedad mexicana y latinoamericana actual. La justicia, la política, la vigencia de la relación con lo divino, el activismo social, la responsabilidad de quien gobierna, la obligación del ciudadano frente a la opresión, la democracia, la libertad de expresión, no se escapan a esta versión contemporánea de un clásico que, como bien lo advierte Brook, solo nos puede hablar hoy si nos abraza como el carbón.
Al lado de estos referentes del teatro Ibero-latinoamericano, a los que se suma El teatro La Llanura de Argentina con su último trabajo ‘Con el Agua al cuello’, la edición conmemorativa de los 50 años del festival manizaleño trae otras agrupaciones, con no menos recorrido, y que constatan el relevo generacional de la escena continental. Los colombianos Teatro Petra (‘Cuando estallan las paredes’), La Maldita Vanidad (‘Dramas neocostumbristas de carácter fatal’) ofrecerán otras visiones, tratamientos y poéticas a la densa realidad criolla, marcada por la violencia y otros temblores sociales. Los mexicanos Cornamusa Teatro, dirigidos por Mario Espinosa, proponen ‘Después del ensayo’, basada en una obra de Ingmar Bergman, mientras el Celcit de Argentina presenta ‘Jacinta en el umbral’, en complicidad con el grupo Malayerba.
Éstos, entre otros colectivos, conforman este encuentro escénico que en su apartado académico reunirá a algunos creadores como Eusebio Calonge (La Zaranda), Arístides Vargas (Malayerba), Héctor Guido (El Galpón), Mario Espinosa (Cornamusa Teatro), Carlos Ianni (Celcit), Guillermo Heras (Iberescena) o Aimar Labaki (Brasil), que dejarán sus reflexiones en torno a los caminos recorridos, sus búsquedas y encuentros con las poéticas de un teatro inestable que sigue testimoniando la realidad de su tiempo.
Wilson Escobar Ramírez