Estadísticas y promedios
Desde hace un tiempo ya, una parte importante de la clase política sin cargo público ha generado una nueva casta de conferencistas internacionales. Connotados personajes de un tiempo pretérito se ganan la vida hablando de lo que alguna vez hicieron o intentaron hacer, pero, sobre todo, dictan cátedras magistrales sobre el hacer de los otros. Validan sus teorías y afirmaciones basándose en estadísticas, promedios, esquemas gráficos y datos de todo tipo, muy bien tabulados y organizados para ser exhibidos en vistosos power points a manera de sirenas atrayendo a marineros con su canto de embrujo. Sus fuentes siempre son supuestamente muy serias dada una incuestionable experticia ampliamente comprobada en el ámbito investigativo.
Han surgido como paladines defensores de la verdad, pero en más de alguna oportunidad he postulado que la verdad no existe sino como una construcción social basada en consensos relacionados con el grupo, el momento, el lugar, el conocimiento previo y por qué no, una especulación de futuro.
¿Fuentes serias? ¿Experticia comprobada? ¿Estatismo del conocimiento?
Incluso en las llamadas ciencias duras, los datos a pesar de ser irrefutables en su momento, van modificándose, cambiando a medida que se va ampliando el conocimiento relativo a la ciencia en cuestión e incluso contradiciendo el conocimiento previo, existente hasta el momento del nuevo postulado revolucionario.
La manoseada frase de «Mientras más sé menos sé», adquiere plena validez frente a estos conferencistas semi dioses.
No se trata de descalificarlos gratuitamente porque estaría pecando de un egocentrismo mayor al de ciertos expositores, principalmente porque en la construcción del conocimiento colectivo, cada pequeño ladrillo de conocimiento individual, es un aporte invaluable. Incluso los datos erróneos pueden servir para invalidar teorías tomadas como verdades, esto claro está, si no nos dejamos seducir por el canto de sirenas o las imágenes de colores brillantes.
Si de estadísticas y promedios se trata, el sueldo medio entre un multimillonario y un indigente, es equivalente al de un simple millonario, sin que esto ayude en lo más mínimo a mejorar las condiciones de vida de quien no recibe una remuneración digna. Si uno gana mil y el otro nada, en promedio ganan quinientos, gran consuelo para el miserable.
En los gráficos basta con aumentar una de las escalas en relación a la otra para demostrar lo indemostrable, e incluso al utilizar colores muy bien escogidos, se puede transmitir una sensación diametralmente opuesta a lo que el gráfico estadístico podría evidenciar.
Tanto la información como la desinformación manejadas de manera adecuada por un expositor, nos pueden hacer evidente lo imposible.
Así como antes de comprar en una liquidación debemos informarnos de los precios previos al publicitado evento para no pagar de más, antes de asistir a una charla, sea del tipo que sea, debemos recabar nuestra propia información para no terminar creyendo en mesías de papel.
Y esto está estadísticamente probado según el Instituto de Estudios Internacionales de…