Migrantes
Esta palabra, tan presente en la historia del ser humano, en nuestros días, de cierta manera ha adquirido una connotación negativa. Sobre todo, los inmigrantes se han transformado en una especie invasora capaz de desestabilizar el modelo social del lugar al cual llegan.
Primero son 2 o 3, luego algunas decenas para después, llegar a ser miles. Como es obvio, los primeros en llegar son aceptados por la sociedad, dada una mezcla de curiosidad y porque es indudable que, por hacerse aceptar, trabajan más, mejor y a un menor salario. No es abuso ni sumisión, simplemente ha sido, es, y lo más probable es que continúe siendo así en el futuro.
Pero llega un minuto en que disminuye ese empeño inicial de los inmigrantes, ocupan todas las plazas de trabajos de base posibles y para colmo, adquieren las malas costumbres de la sociedad que los acoge.
La aceptación inicial, gradualmente se convierte en rechazo, hasta el punto de transformarse para algunos, en una xenofobia declarada.
«Xenofobia: miedo, rechazo u odio al extranjero o inmigrante. Con manifestaciones que van desde el rechazo, el desprecio y las amenazas, hasta las agresiones y asesinatos».
Le tenemos miedo a lo desconocido solo porque podría ser una amenaza para nuestra existencia. Tendemos a creer que nuestro mundo es el mundo y rechazamos instintivamente lo que se encuentre fuera de él.
Otro idioma, otras costumbres, otra comida, otros colores de piel y de cabello, otra religión.
¿Podría ser algo más diferente y por lo tanto instintivamente amenazante?
Algunos saben perfectamente de este comportamiento humano para usarlo en beneficio propio.
Hasta donde sé, Hitler unificó a Alemania buscando el enemigo en esos migrantes judíos invasores de la cultura área supuestamente superior, hasta llegar a cometer las atrocidades por todos conocidas. Unió a todo un pueblo en contra de un supuesto enemigo.
Si buscamos en la historia mundial, está repleto de estos episodios de intolerancia.
Antiguamente, la dificultad de desplazamiento dada por la precariedad de los medios de transporte, hacía que las migraciones humanas fuesen muy lentas y por lo tanto los tiempos de adaptación entre culturas, era gradual, y por lo tanto posible.
Hoy en día todo es inmediato; desde la comunicación por internet a los desplazamientos por unos medios de transporte que ridiculizan la novela futurista para su época, «La vuelta al mundo en 80 días” de Julio Verne. En 2, máximo 3 días se pueden conectar las antípodas de la tierra.
Esto ha provocado que no existen los periodos de tiempo necesarios como para una adecuada adaptación. La intolerancia y rechazo se imponen por sobre la tolerancia y la aceptación.
El planeta se ha transformado en una aldea global y sin perder características de identidad, es el momento de enriquecerse efectivamente de otras culturas. No basta con ver reportajes de National Geographic por Netflix, debemos vivir la posibilidad de contacto real con otras formas de pensar y actuar.
Puede que no nos gusten e incluso nos provoquen rechazo, pero tienen tanto derecho a existir como aquello que consideramos normal por el solo hecho de estar insertos en ello.
Lo normal es aquello considerado como tal y desde siempre las migraciones han modificado la geografía social. La única diferencia entre el hoy y el ayer radica en la variable de tiempo.
Solo la tolerancia puede ser la única solución posible al eterno conflicto humano.
Creo…