Entrevistas

Anne Bogart: “Querer que todo el mundo entienda y sienta lo mismo, es manipulador y fascista”

Blanca Doménech realiza una entrevista a Anne Bogart, co-directora de la SITI Company del Saratoga International Theater Institute, que ella misma fundó en el año 1992 junto al director japonés Tadashi Suzuki. En palabras de Bogart: «Un director que dice dónde está cada cosa y que lo tiene todo claro, lo coarta todo».

La voz de Anne Bogart es, sin lugar a dudas, una de las más influyentes del teatro norteamericano contemporáneo. Co-directora de la SITI Company del Saratoga International Theater Institute, que ella misma fundó en el año 1992 junto al director japonés Tadashi Suzuki, es también profesora en la Universidad de Columbia de Nueva York, donde está al frente de la licenciatura de Dirección de Escena. Es autora de un buen número de libros de ensayo: ‘And Then You Act’, ‘Art in an Unpredictable World’, ‘A Director Prepares’ y ‘Seven Essays on Art and Theater’. También ha escrito junto Tina Landau ‘The Viewpoints Book: A Practical Guide to Viewpoints and Composition’, un método teatral especialmente dirigido a intérpretes y directores de escena.

El entrenamiento que desarrolla la SITI Company -alternando dos trabajos opuestos y complementarios como son la metodología actoral de Suzuki y la derivada de los Viewpoints de Bogart- responde a un elevado modo de entender el teatro como filosofía. Los integrantes de la compañía llevan unidos más de veinte años, demostrando un sólido compromiso hacia su labor en equipo, pero sin perder la libertad de participar en otros proyectos de forma independiente.

Ahora que tanto se habla en España del excesivo dominio que ejerce el director de escena sobre el resto de la compañía, tengo la sensación de que existe en Vd. una renuncia consciente a ejercer poder.
Sí y no. Es mucho más complicado. Es una renuncia a ejercer poder político, pero el poder que es más fuerte de todos es el del espíritu. Pareciendo débil, eres en realidad mucho más fuerte. Tengo una teoría acerca del poder que viene de la filosofía del Tai-chi: puedes tener poder interno o externo, pero no puedes tener los dos al mismo tiempo. Así que tienes que elegir.

Y sin embargo lo habitual es pensar que si eres fuerte por fuera, también lo eres por dentro.
Es exactamente el mismo problema que se da con los directores, que habitualmente piensan que la fortaleza debe venir desde fuera: “sé todo lo que está pasando”. Pero, ¿qué está pasando? Tienes fuertes razones para escoger una obra y ensayarla, pero también tienes el poder de decir que no sabes lo que está pasando; fuertes razones para preguntarte qué está pasando. Entonces es cuando todo empieza a suceder. Pero un director que dice dónde está cada cosa y que lo tiene todo claro, lo coarta todo.

Pero existen poderes “externos” muy fuertes y muy peligrosos. Por ejemplo, una figura como Donald Trump.
Si buscas las diferencias entre Trump y Obama, Obama tiene un poder increíble pero puede ver, oír y escuchar lo que ocurre a su alrededor. Trump es lo contrario, tiene todo el poder por fuera, pero por dentro es muy débil porque tiene miedo. Su demostración de poder es una demostración de miedo en realidad. Cuando sacudes el espíritu humano y eso explota, es cuando aparece el caos. ¿Por qué estalló la Segunda Guerra Mundial? Tenemos el Holocausto… Éste es un peligro que tenemos que tener siempre en cuenta.  

Acaba de estrenar ‘Las Bacantes’ de Eurípides en Los Ángeles y Nueva York… ¿En qué sentido habla de ello la obra?
El hablar de la situación de Grecia en aquella época, es hablar claramente del peligro de nuestra posición política actual: es un fantasma que siempre está presente y con el que debemos contar. El personaje de Penteo es el personaje de Trump, de cualquier déspota. Tiene miedo de todo lo que no puede entender. Pero esto pasa mucho en la realidad. A mi hijastra, por ejemplo, no le gusta lo que no puede entender. Si va a ver una obra de teatro y no la entiende, ya no le gusta. Y este es un tipo de miedo muy común. Así que en este sentido la obra es sobre abrirse a lo que no entendemos. Hay partes de nuestro mundo que son de lejos mucho más raras y extrañas de lo que podemos imaginar. Con ‘Las Bacantes’ tuve que abrirme a esa extrañeza. Por ejemplo, a algo tan raro como al hecho de que Cadmo se convierta en serpiente al final de la obra…

Pero más allá de esta puesta en escena de ‘Las Bacantes’, ¿es algo que está inserto en su forma de trabajo? Me refiero a renunciar a su poder de directora para abrirle la puerta a lo extraño.
Sí. Muchos directores tan solo ofrecen respuestas. Yo lo que quiero es lanzar preguntas, las preguntas que hizo el dramaturgo en su tiempo, en vez de reducirlo a algo que se entienda sin más. Y para ello hay que tener el coraje de reconocer que la obra es más grande que yo. Como si estuvieras aprendiendo a hablar un nuevo idioma.

Por cierto, ¿cuántos idiomas habla?
Alemán, francés, griego y estoy aprendiendo español. Eso es todo.

Ya habla muy bien español.
Alemán y francés son los que mejor hablo. Pero con el español todavía estoy luchando. Tengo que ir a un país de habla española e impartir un workshop en español.

El hecho de que quiera impartir el taller en español es algo que me sorprende… El inglés es actualmente el idioma del poder y de los negocios. Hablando inglés puedes ir a cualquier sitio y son los demás los que están obligados a entenderte… ¿De dónde viene ese interés por aprender otras lenguas?
Porque es difícil. Es realmente duro. Muy frustrante. La primera vez que fui a trabajar a Alemania, me prohibí hablar inglés. Al principio fue realmente duro. Durísimo. Me sentí como si hubiera perdido todos mis conocimientos, como un bebé. Pero creo en hacer cosas difíciles… Y también hay un trabajo relacionado con nuestra identidad y quitarle la máscara al personaje con el que nos identificamos. Cuando estaba en la universidad hablaba muy bien el griego moderno, aunque desafortunadamente lo he olvidado bastante… Y tenía una identidad completamente distinta cuando hablaba griego. Soy una buena pensadora en alemán y en francés soy mejor oradora. Hablar es como un placer en francés. Así que estoy esperando a ver lo que el español me revela. Porque no he tenido la ocasión de hablar mucho español.

¿Aprender un idioma es entonces como gimnasia para el cerebro?
Exacto. Neuroplasticidad.

Claro que mantener cada día esa tensión es un verdadero trabajo.
Porque nuestro cuerpo y cerebro siempre buscan lo cómodo. Cada fibra de nuestro cuerpo se resiste a cambiar. Quiere permanecer en lo mismo, porque es un esfuerzo. Pero el hecho de ser un artista requiere el trascender los hábitos. Lo que quiere decir: ir a la izquierda cuando quieres ir a la derecha.

O sea que siempre está Vd. entrenándose como artista. Es como una forma de vivir.
Sí. Es duro e inquietante, pero al mismo tiempo saludable. Cuando tenía 20 años y pensaba en un nombre para una compañía de teatro, decidí que se llamaría «Inquiry». Porque bajo mi punto de vista, el teatro lo que hace es cuestionar.

¿Tiene esto algo que ver con su interés por la neurociencia?
Sí, en el sentido de dejar de contar una historia que contenga un único mensaje y abrirla a muchos otros puntos de vista. Que una misma obra sea el germen de múltiples posibles historias que cada espectador particular reconstruye. Ya que cada persona tiene diferentes recuerdos, emociones y percepciones, puedes crear experiencias especiales para cada espectador. Conseguir que todo el mundo sienta lo mismo es algo en realidad muy fácil. Un niño corriendo por el campo hacia su mascota que se ha perdido, puede ser un fácil detonante. Somos como el perro de Pavlov y esta escena nos hace llorar. Pero es demasiado simple.

¿Estrategias manipuladoras?
Sí.

¿O sea que Vd. cree que la forma en la que solemos contar las historias es en alguna manera una manipulación?
Querer que todo el mundo entienda y sienta lo mismo, es manipulador y fascista.

El hecho de que cada espectador tenga el derecho de crear su propia historia resulta una forma de crear más democrática. Un acto político.
Tenemos una responsabilidad como creadores en la forma de comunicación que establecemos con la audiencia. Y aquí de nuevo aparece el poder. Si un director quiere hacer pensar y sentir lo mismo a todos sus espectadores, puede creer que es muy poderoso. Pero realmente no lo es. Es manipulador. Pero si un director crea un mundo en el que cada espectador piensa y siente de forma diferente, es mucho más poderoso. Es un poder más profundo.

(Anne Bogart publica mensualmente ensayos de reflexión teatral en su blog: http://siti.org/blogs/anne-bogart)

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