Todo lo demás y los limones y la nieve de Matarile Teatro
Los limones, la nieve y todo lo demás es un poema escénico que esparce estrellitas por el suelo. La lucidez de la locura y el consuelo de la belleza abrazándose, caminando sobre limones y sobre peanas y aceptando el azar de la caída. Una danza que une y no aísla.
Las palabras son proferidas para bromear en serio y para cuestionar las propias palabras. Para declarar, por ejemplo, que la realidad y la fantasía no son opuestas, porque la realidad se configura de manera ideológica. Por tanto, la ideología no deja de ser una forma de fantasía, igual que las fantasías responden y delatan la ideología de quien fantasea.
Las palabras para denunciar, por ejemplo, la caza como deporte. La caza de zorros, como metáfora de otras cacerías que hacen lícito el sadismo inhumano de algunos individuos, ejercido, en este caso, sobre los animales. Se nos describe la estampa de Nietszche abrazando a un caballo defenestrado, para salvarlo de los azotes inmisericordes de su amo, cuando el caballo ya no se puede levantar del suelo ni es capaz de dar resuello.
“Habíamos venido aquí a hablar de garzas, pero vamos a hablar de zorros.”, nos dice Ana Vallés. La actriz y el zorro disecado nos miran desafiantes y nos muestran los dientes, con el ceño fruncido. La defensa más antigua frente a la perversión y la malicia inextinguibles en la raza humana.
El animal disecado aquí, el esqueleto humano en Truenos y misterios (2007) o, como figura de fondo, en Staying Alive (2013), mientras un hueso de fémur y una calavera, como fragmentos, compartían, por veces, el primer plano en la composición del cuadro escénico allí. El zorro disecado, la momia del zorro, con sus ojos de cristal y sus dientes regañados, es el estado salvaje congelado, y también alegoría de la muerte. Como en el discurso verbal lo es el relato de los castaños enfermos. Las hojas se van encogiendo por el efecto de ese chancro o cáncer de los castaños, debido a un hongo, o por el efecto de una avispilla que pone sus larvas en las hojas. Entonces también se habla de las raíces, las raíces podridas.
Y la nieve, otro elemento compositivo muy relevante en Los limones, la nieve y todo lo demás. La nieve que, para los labradores minifundistas de Os Ancares, por ejemplo, desinfecta la tierra al congelar las plagas que atacan a los sembrados. La nieve como acción escénica de rutilante belleza, elevando el blanco del linóleo del suelo a la verticalidad, para generar una trama de copos que convierte la escena en un cuadro de tendencia abstracta.
El realismo del efecto de la nieve artificial, curiosamente, paradójicamente, dentro de la caja escénica, se convierte en una lámina pictórica animada al margen del realismo.
La nieve como acción escénica empequeñece las figuras humanas de Mónica y Ana y refuerza su vaciado psicológico, aniquila los impersonajes (ausencia de personaje dramático): las personas escénicas, las performers, transformándolas en trazos pictóricos, en figuras alegóricas de la pequeñez. La nieve al cubrir las personas y las identidades, al cubrir lo social, nos descubre como elementos compositivos de un paisaje: elementos prescindibles. La nieve hace polvo las jerarquías e iguala a los seres. La nieve modifica nuestra mirada, tamizándola.
Se establece una armonía cromática de suavidad natural y ecológica: el linóleo blanco en la horizontal, el ciclorama blanco en la vertical del foro, la hilera de peanas blancas de brillante aluminio, con las que las actrices recomponen el espacio y crean caminos aéreos para la danza: Mónica García coreografiando equilibrios en lo alto del sendero de peanas. Y los limones amarillos atrapados en una pecera sobre uno de esos pedestales. Después algunos de ellos dispuestos sobre algunas peanas distribuidas por el espacio, mostrados en su realidad y, al mismo tiempo, en su dimensión plástica, al componer una especie de instalación escénica.
En la dramaturgia de Matarile siempre han participado, como elementos compositivos de acción, frutas, hortalizas y vegetales. Y nunca lo han hecho de una manera diegética, para acompañar o formar parte de una narración o para integrarse y completarla. Las frutas, hortalizas y vegetales funcionan igual que puede funcionar una luz, un objeto, una actriz… Su relación con otras acciones y dispositivos escénicos nunca es lógica o narrativa, sino que responde a una coherencia poética, plástica, asociativa, para componer de cada cuadro o secuencia escénica una especie de poema visual dinámico.
Aquí, los limones aparecen en su materialidad, pero también como pinceladas amarillas en el paisaje escénico y se afirman cuando Ana camina sobre ellos, encajándolos entre la suela y el tacón de sus zapatos. No los estruja, los presiona y casi podemos sentir o imaginar el olor cítrico que se desprende.
En un momento, el azar entra en escena con un resbalón que Ana integra en el movimiento. Resbalar de verdad es otra acción de alegoría clara y aquí, además, el resbalón entra como azar y no como parte premeditada de un sketch cómico clásico (el del personaje aristocrático o importante que resbala en la cáscara de plátano para causar nuestra risa en su descompostura). El resbalón de la Vallés sobre los limones, sin embargo, se produce por azar y eso, además de afirmar la realidad en escena, introduce un elemento casual que engarza, por asociación y analogía, con ese “todo lo demás” que apunta el título de esta pieza: todo lo que nos puede suceder sin haberlo previsto y, por supuesto, los patinazos y resbalones que, de repente, podemos padecer.
Mónica y Ana danzan entre los limones esparcidos por el suelo. Hay una manera carnal y frutal de agarrarse una a la otra y de tantear las posibilidades de danzar y avanzar juntas. La relación entre ellas no es dramática, o sea: no responde a objetivos o intenciones opuestas, sino al gusto de vincularse a través de los cuerpos dejando que ellos, en sus posibilidades físicas y cinéticas, las conduzcan hacia lugares de nuevos equilibrios y formas. Una conducción que no solo es experimentada por Ana y Mónica sino que, en virtud de la empatía que producen, también nos afecta a nosotras/os, que nos descubrimos pendientes (colgados) y transportados por esa relación dancística, por esa relación extra-ordinaria.
El desvanecimiento de Mónica encima de una de las peanas, abandonando su cuerpo en la horizontal aérea, se presta a una analogía respecto a esos limones desparramados por el suelo. Se produce una objetualización de la bailarina que parece integrarse en esa naturaleza muerta, de la que también forma parte el zorro disecado.
La blusa de gasa blanca. El vestidito blanco. El vestido azul marino. Los zapatos amarillos de tacón… tejen una geografía delicada, en cierto sentido, fría y misteriosa. Algo etéreo se juega en este nuevo espectáculo de Matarile Teatro. Ya sea por el blanco del espacio y la nieve, ya sea por la profundidad de campo en la disposición del lugar, ya sea por el amarillo de los limones y el destello de los perfiles de aluminio de las peanas. Ya sea por las dos presencias femeninas, los vestidos, las gasas, los zapatos de tacón… algo etéreo se cierne sobre el tejido de acciones de este espectáculo, más que sobre otras piezas anteriores de Matarile.
La imposibilidad de plantear una historia sobre la ausencia de historia, tal cual afirma Ana. Ese vacío pleno de impulsos cinéticos plásticos, que va orquestando, con una finísima musicalidad, poemas escénicos.
Mónica danzando mientras aplica unos polvos amarillos sobre sus piernas desnudas y sobre su blusa, brazos, manos, cara y cabello. Las manchas amarillas sobre el linóleo blanco dibujadas por su movimiento. El amarillo respondiendo al capricho de la danza y estampándose en el plano horizontal.
Por otro lado están las acciones lumínicas y sonoras. Baltasar Patiño compone aquí un espacio en el que la luz envuelve la danza y la acción teatral sin mostrárnosla de una manera esperable. La luz se cierne sobre el escenario creando una visión fuera de cánones, con tendencia a generar en la recepción el asombro y la emoción estética.
A ver: ya sabemos que en el teatro contemporáneo, por lo general, la luz, en un principio, substituye al telón. Los escenarios ya no están encajados frontalmente y cerrados por un telón que, al abrirse, produce esa atención y asombro del inicio de espectáculo. Aquí el escenario está descubierto desde la entrada del público, lo estamos viendo mientras ocupamos nuestro lugar y antes de que comience la función. Cuando la acción lumínica actúa sobre ese escenario, que ya llevamos un rato mirando, de repente origina una mutación y nos captura al ocasionar una imagen nueva y especial. Esto casi siempre es lo que sucede en el inicio de los espectáculos de teatro y danza contemporáneos.
No obstante, la actuación de la luz y el sonido de Baltasar Patiño van más allá de esta experiencia, al proyectar una sensibilidad muy singular sobre el espacio. De repente, la acción lumínica produce una visión del espacio inaudita, inesperada, extraña y bella, muy bella. A partir de ese inicio, la envolvencia de la luz y el sonido no se utiliza solamente para apoyar la acción de las actrices o para generar efectos espectaculares. No, la luz y el sonido nos envuelven, incluso en los momentos de silencio y en las zonas sombrías y podemos sentir como se mueven y actúan en el escenario y con nosotras/os.
La luz también forma parte de objetos escénicos. He ahí el saquito de luciérnagas o de estrellitas que una actriz porta en un saquito y que acaban esparcidas sobre el linóleo blanco, constelándolo. Poco después la danza y el movimiento de los cuerpos, en la vertical, provocará reconfiguraciones de ese firmamento de luceros en la horizontal.
Incluso las figuras alegóricas del circo, cuando Ana entra con chaquetón y botines rojos, unas coletas en el cabello a ambos lados y unas enormes pestañas postizas con purpurina, resultan tan siderales como los copos de nieve sobre un paisaje escénico o el firmamento de luceros destellando en el suelo.
La comicidad convive con la transcendencia y lo etéreo. Se trata de una comicidad alejada de las risas televisivas, de los monólogos chisposos sobre la actualidad más parodiable. Se trata de una comicidad con reminiscencias nostálgicas en la evocación, quizás, de imágenes de una risa pura, como la de una niña o un niño. Se trata de una comicidad en la que el humor podría ser blanco como la nieve, si no fuese que también tiene un regusto amargo de fondo, porque en esta pieza de Matarile Teatro, como apunta su propio título, también está todo lo demás. Y todo lo demás no siempre resulta complaciente.
A veces, esta figura cómica, evocación, tal vez, de un payaso, atravesada por una figurativización de fantasía, puede suponer esa “tentación de dejarlo todo y largarnos corriendo a otro lugar”. Pero ya sabemos que huir no es la solución e incluso sabemos que no se trata de encontrar la solución, porque seguramente no la hay. Quizás lo importante sea disfrutar de este día perfecto, como se señala en la última frase del programa de mano del espectáculo.
En el caso de que toda partida conlleve un regreso, en ese caso el teatro y la danza pueden ser, ciertamente, el lugar para que dilatemos la partida, mientras escuchamos las palabras del loco o abrazamos la belleza, aunque sea con mala conciencia.
La partida sin regreso posible se juega en otros lares, así que, mientras tanto, aprovechemos las partidas que podemos emprender juntas/os, aquí y ahora (santo y seña de la danza y el teatro).
Afonso Becerra de Becerreá.
P.S. – Los limones, la nieve y todo lo demás se estrenó en la Plaza de Trascorrales (antigua Plaza del Pescado) de Oviedo el 14 de julio de 2018. Desde el estreno en Asturies, hubo que esperar para el estreno en Galicia hasta el viernes 12 de octubre, en el Auditorio de Ourense, dentro de la programación del 11 FITO (Festival Internacional de Teatro de Ourense). Entre el estreno en Asturies y el estreno en Galicia hubo 2 funciones: en La Nave de Aranjuez, el 23 de septiembre, y en L’Animal a l’Esquena de Girona, el 29 de septiembre. La próxima función, la quinta y última de 2018, será en la Sala Baratza de Vitoria el 22 de diciembre.
Cuando Matarile Teatro estuvo las Naves del Matadero, Centro Internacional de Artes Vivas, de Madrid, en octubre de 2017, con Antes de la metralla y Circo de pulgas, el Ayuntamiento de Madrid distribuyó en algunas marquesinas y vallas publicitarias unos enormes y vistosos carteles en los que se anunciaba Matarile Teatro como la compañía pionera del teatro contemporáneo innovador en España. Sin embargo, resulta muy extraño que apenas aparece en la programación regular de los teatros de las ciudades gallegas. Los espectáculos de Matarile se programan casi exclusivamente en algunos festivales (el desaparecido Alt de Vigo, el FITO de Ourense, Escenas do Cambio de Compostela, en la MITCF de Cangas do Morrazo por primera vez en la pasada edición), pero, como acabo de anotar, apenas podemos verlos en la programación “regular” de los teatros, aunque todas sus funciones suelen agotar las entradas. Una compañía con 30 años y una carrera artística reconocida, sigue sin encontrar un lugar adecuado en la maltrecha cartelera teatral de Galicia. Esta circunstancia, sin duda, merecería un análisis y una reflexión. Quizás entre los factores que influyen debe de estar que las programadoras/es siguen considerando que las piezas de teatro sin un argumento y unos personajes no acaban de ser teatro y que, por tanto, igual que acontece con la marginada danza contemporánea, no van a interesar a “su público”.
En fin, esto de las artes escénicas en los teatros “públicos” (?) aún está por llegar en la plenitud de lo que supone el concepto “arte”. La cosa va lenta.
Sobre Matarile Teatro, en esta misma sección de Artezblai, también pueden leerse los siguientes artículos:
“Humores y comicidades en la XXXV MITCF de Cangas do Morrazo”, publicado el 7 de julio de 2018. (Sobre Teatro invisible.)
“El FinALT. Matarile. Sonia Gómez. Begoña Cuquejo. Masu Fajardo. Mariví Martín. Celeste González”, publicado el 15 de abril de 2017. (Sobre Antes de la metralla.)
“Algunas notas Antes de la metralla”, publicado el 31 de julio de 2016.
“Lo alternativo en las artes escénicas desde Vigo. 1. Cuerpos en juego”, publicado el 26 de marzo de 2016. (Sobre El cuello de la jirafa.)
“Dramaturgia de relación en Matarile Teatro”, publicado el 16 de octubre de 2015. (Sobre El cuello de la jirafa.)
“Cosmogonía teatral y Hombres Bisagra”, publicado el 17 de octubre de 2014.
“Teatro invisible”, publicado el 17 de marzo de 2014.
“Staying Alive”, publicado el 11 de octubre de 2013.