Una ley que no se agote en sí misma
Bueno, llegan rumores interesados y parece que el INAEM ha encontrado una solución mágica a todos los problemas que acechan a las Artes Escénicas y la Música: Una ley. Así, sin más, hacemos una ley, la aprobamos, vemos si se puede poner en marcha y el que venga atrás que arree. Me parece que es necesaria una ley, pero no cualquier ley. Una ley para solucionar los problemas estructurales del INAEM, no es una Ley para asegurar que las Artes Escénicas y la Música en todos sus niveles esté protegida, tenga financiación suficiente y desarrollo de planes. Los problemas del INAEM son graves, pero son parciales. Se debe pensar para qué se quiere un INAEM, dentro de qué modelo general, y a partir de ahí hacer las aproximaciones necesarias, posibles, no para que las unidades de producción del Estado español tengan un ámbito más flexible, sino para que funcione en todos los ámbitos de producción y exhibición, en todo el Estado español, no solamente en Madrid. Y ahí la solución de la una ley tiene sus condicionantes políticos y constitucionales y estatutarios.
Repetimos el concepto: hay varios estatutos de autonomía vigentes que cuando llega a Cultura, después de dos puntos pone: EXCLUSIVIDAD DE LA AUTONOMÍA. De ahí en adelante, comprendiendo que no existe en ninguna reglamentación general, ni autonómica ni local en la que se obligue a los titulares de los edificios públicos, las salas y teatros, que son en su inmensa mayoría de titularidad local, de los ayuntamientos, la cuestión se vuelve complicada. El Teatro, es una COMPETENCIA IMPROPIA. Los ayuntamientos pueden tener teatros, hacer programaciones, pero no están obligados por ninguna ley. Si lo hacen, bien, pero si dejan de hacerlo, no pasa nada. Me temo que ni siquiera habría manifestaciones populares reclamando su reapertura. Estamos ante un gran dilema, que no se soluciona solamente con buena voluntad, sino con estudios profundos y comparados con lo que se hace en otros países, negociaciones políticas y consensos con los sectores afectados. Porque, insisto, una Ley para salvar la gestión del INAEM y hacerla más eficiente, no es suficiente, es arreglar una parte del problema, y eso no garantiza nada. O casi nada. Y quizás con un cambio de la reglamentación sería un paso para solucionar algunos de los evidentes problemas.
Porque la Ley, esa Ley que algunos reclamamos desde hace décadas, debe fijarse en el TODO, no en la parte, y tener vocación general y de futuro, no para arreglar los grifos y pintar el salón, sino para revisar todo el edificio, incluso la urbanización y los accesos. Y perdonen por la metáfora tosca. Una ley que acabe en sí misma sería un fracaso absoluto. Y una ley se aprueba con un rango de ley, y no me diga nadie que es de una urgencia como para que sea por Decreto Ley, sino que lo que reclama la Cultura, las Artes Escénicas y la Música, deben fundamentarse en una Ley orgánica aprobada por una inmensa mayoría de los partidos políticos para que sea irreversible durante unos años.
Dicho lo cual, aplaudo que se piense en algo más que en cambiar nombres de responsables, pero apunto, el Teatro, la Danza, la Música en España, en el Estado español de las Autonomías, se hace en su inmensa mayoría fuera de la jurisprudencia del INAEM. Este dato hay tenerlo muy en cuenta. No vivir en una burbuja centralista. Todo puede cambiar, Vox muerde en los tobillos y pide la anulación de las autonomías y la devolución de algunas competencias, no he visto que Cultura figure entre sus preocupaciones.
De momento, solicitamos que sigan reunidos, que sigan buscando soluciones, pero que amplíen sus objetivos de manera más ambiciosa. Para que no se quede en algo inservible antes de ponerse en marcha.