Dystopia / Juan Pablo Mendiola / PanicMap
El lenguaje es la narración
La perversión del lenguaje. ¿Qué queremos decir cuando afirmamos “la perversión del lenguaje”? Quizá queramos restar fiabilidad o confianza a las palabras de nuestro interlocutor. Quizá pervertimos el lenguaje para “perturbar el orden o el estado de las cosas”, como dice la RAE. Quizá pervertir el lenguaje consista en perturbar las ideas, el pensamiento y la intencionalidad tanto de quien se expresa como del receptor.
Vienen estos razonamientos al caso porque el dramaturgo y director Juan Pablo Mendiola ha propuesto un texto y una puesta en escena basadas en el lenguaje pervertido; texto y espectáculo vienen a romper todos los esquemas literarios, escénicos y hasta mentales de un espectador común.
En “Dystopia”, el público ha de desprenderse de todos los prejuicios y normas con respecto al teatro tradicional. La obra carece de metáforas, de significados poéticos, de intencionalidad ética y política; desconcierta y perturba, deprime y desespera a quien pretenda encontrar algún tipo de entendimiento, de lógica y de razón.
Y es que, la pieza da una vuelta de tuerca a todo lo preestablecido en el teatro convencional para instalarse en la modernidad más absoluta. Se trata de jugar con el lenguaje como medio y como fin expresivo en el más amplio sentido escénico. De este modo, el espectáculo traza un laberinto de situaciones y proposiciones que componen un complejo puzle de formas expresivas: la palabra, la danza, el vídeo en vivo, proyecciones de diversos tipos y texturas, el canto. Se trata de jugar con la expresividad multidisciplinar.
Juan Pablo Mendiola no solo ha escrito un texto atrevido e inteligente, sino que ha dirigido un montaje coherente y sumamente preciso, exacto en su ejecución. Es decir, juega con los elementos y los medios con absoluta maestría ensamblando las imágenes con la palabra y la expresión corporal.
El espectáculo funciona como una performance que maravilla por la magia que transmite. Las proyecciones se entrelazan con la realidad creando ilusiones espaciales y escenográficas que dialogan con los conceptos espacio / tiempo que sirven de hilo conductor.
Desde esta perspectiva, “Dystopia” propone la eterna reflexión del teatro desde Aristóteles hasta la actualidad. El autor se adentra en las propuestas de Einstein y Stephen Hawking, las teorías de la relatividad y los agujeros negros desde el plano filosófico y social. Los recuerdos sobre los recuerdos, y estos recuerdos sobre otros recuerdos –hasta el infinito–, es la confusión o la confluecia entre lo que ha sucedido, el futuro y la realidad.
“Dystopia” se adelanta a un teatro mascado y digerido. El juego sobre el lenguaje hace que el público pivote entre lo aprendido y lo desconocido, entre la exposición física y la conexión de un contenido intelectual que hay que recomponer sobre la marcha para intentar su comprensión.
El espectáculo se lanza al vacío con los juegos malabares de la tecnología, y arrastra al espectador a un mundo onírico con el referente de la palabra y la danza para poder recrear una, su, historia única y personal.
En este contexto, los dos intérpretes –Cristina Fernández y Ángel Fígols– se mueven y actúan como dos peces dentro de una pecera. Es decir, aunque pudiera parecer que están al servicio de unas secuencias automatizadas, que lo están, por la tecnología, ambos realizan un magnífico trabajo sin ataduras –solo las necesarias para la coordinación con las imágenes programadas– aportando un sentido cargado de humanidad.
“Dystopia”, que se puede ver hasta el 30 de este mes en la sala Cuarta Pared, bien merece hacer un esfuerzo mental para apreciar un gran trabajo escénico que tiene al lenguaje –los lenguajes– como centro de la narración.
Manuel Sesma Sanz
Espectáculo: Dystopia. Dramaturgia y dirección: Juan Pablo Mendiola. Intérpretes: Cristina Fernández y Ángel Fígols. Música y espacio sonoro: Damián Sánchez. Coreografía: Cristina Fernández. Concepción audiovisual: Juan Pablo Mendiola. Iluminación y vídeo-mapping: Manuel Conde. Realización de audiovisuales: José Ábalos y Laura Cuello. Vestuario: María Almudéver. Compañía: PanicMap, Proyectos Escénicos. Sala Cuarta Pared de Madrid, hasta el 30 de marzo.