Y no es coña

Lorqueando, que es un bello gerundio

Para celebrar el centenario de la llegada de Federico García Lorca a Madrid, los Teatros del Canal han programado en el fin de semana del 3 al 5 de mayo, doce espectáculos con la palabra de García Lorca como referencia, sustento y homenaje. De todo formato, de diversidad formal, mostrando de manera generosa una buena parte de las obras actualmente existentes en la producción española, lo que nos ha servido para reconstruir nuestra mirada a la obra de García Lorca, y de paso, acompañar esta mirada con datos sobre su vida, que nos ayuda a fundamentar alguna mínima consideración crítica, desde el terreno de los contenidos de sus obras, al menos a la vista de este año dos mil diecinueve, sabiendo que fueron escritas en otro contexto social y político y que nuestra insistencia en revisar la eficacia o contradicción de los mensajes para los públicos actuales debería tener, cuando menos, un punto de vista adecuado a nuestros tiempos desde el territorio por ejemplo del rol de la mujer en la sociedad, es decir, añadir o recurrir a unas dramaturgias donde el feminismo opere de manera activa o pasiva.

 

Vaya por delante que este fin de semana me ha parecido uno de los momentos más profundos de la programación madrileña de los últimos tiempos. Un homenaje que ha servido para ver en perspectiva la obra de Lorca, con montajes actuales de obras como “Yerma”, “La Casa de Bernarda Alba”, “Así que pasen cinco años”, “Amor de don Perlimplín con Belisa en el jardín”, además de otras propuestas donde se mixtura la vida, su biografía y su obra, y en ocasiones donde se descubre sobre escena algunos poemas gloriosos, cartas, reflexiones de otros poetas o estudiosos. Un simposio en escena. El lugar más adecuado para ver, saber, descubrir al García Lorca de una manera casi integral.

No voy a incurrir en la crítica de los espectáculos en concreto, voy a intentar dogmatizar o al menos indicar de manera respetuosa algo que parece bastante obvio: el teatro de García Lorca es un teatro muy burgués, muy bello, pero que trata asuntos que, vistos hoy, son asuntos del teatro más conservador. En ocasiones las obras se escriben con palabras tan bellas que parecen ñoñas, que inciden en esa distancia con el supuesto teatro popular que predicaba y que consiguió realizar, de alguna manera con La Barraca, utilizando el repertorio clásico, cosa paradójica, pero que nos ayuda a reflexionar sobre la idea de “pueblo” que tenemos, esa tendencia a tratar a los públicos rurales o periféricos de incapaces para aceptar los lenguajes más modernos. No me significo, lo planeo, porque es un tema para nota.

El montaje de “Yerma”, visto estos días a cargo de Projecte Ingenu, era una puesta en escena donde se resaltaban las contradicciones entre puesta en escena y textualidad. Mantengo que esta obra plantea asuntos muy complicados de resolver, la maternidad, la obsesión por ella de la protagonista, el convertir a la mujer “de verdad” como la que ha parido, la desatención sufrida por su marido, ocupado en trabajar y ganar dinero, la inclusión de un paisano, Víctor, que ella confiesa haber sentido temblores por un roce, la escena del macho ibérico, las lavanderas utilizando un lenguaje popular pero sofisticado, todo ello, con vestuario actual, utilizando hasta teléfonos móviles, con una parte de la puesta bastante sugerente, pero que al escuchar las palabras escritas por García Lorca, a mi entender, lo convierten todo en algo bastante difícil de admitir hoy, en el tiempo de los teléfonos inteligentes, del movimiento feminista, de la búsqueda de la igualdad, como algo asimilable. Mi percepción es que es una idea recargada de machismo, reaccionaria, y sí, hay una estructura y unas palabras que vuelan, pero que no se corresponden con el lenguaje de los tipos presentados.

Lo mismo podría decir de Don Perlimplín, es un vodevil donde la mujer es comprada y vendida, claro, es la época, es un dato para contextualizar. “El Público” es otra cosa, y sus poemas son de una calidad incuestionable. Pero su teatro más representado, el más asequible, es un teatro burgués.

De lo visto, nos encantó el trabajo de Pep Tosar, un recorrido por su vida, con declaraciones de especialistas y familiares, con cante y baile y recitados y narraciones, algo que llega desde la admiración y la limpieza, que contextualiza de alguna manera a Lorca, con sus amistades, sus viajes, sus descubrimientos sus compromisos, sus amores y desengaños y las obras que de alguna manera se contaminan de la vida. Y viceversa. La persona, un hijo de la burguesía rural granadina, criado entre algodones caros, mucamas, cariños y sin tener ningún problema económico. Una manera de entender su capacidad personal y su talento creativo.

Y un detalle, este montaje es de producción catalana, la Yerma mencionada, lo mismo, otras propuestas vienen de diferentes lugares de la España plural. Y recordar que, en Catalunya, Lorca tuvo unos de sus momentos más intensos en su formación y consolidación como creador polifacético. Y que sus estrenos se hacían en Barcelona con producciones catalanas, Margarita Xirgu como agente incitadora.

Resumo: este formato de programación, este maratón, me parece excelente para conocer mejor a un autor o autora y debería repetirse con otros autores y dramaturgas. Urge tratar a don Ramón María del Valle Inclán, de una manera integral, total, para que podamos reforzar nuestras filias. Y así hasta nuestros días. Buero, Sastre, Nieva. No sigo, que me entra la melancolía depresiva.

 


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