Del 16 al 18 de mayo vuelve Gelatina, el festival de arte y pensamiento organizado por La Casa Encendida de Madrid que reflexiona sobre un ser humano en constante cambio. A través de charlas, performances, talleres y conciertos, en su segunda edición pone en duda la idea de «individuo» al reconocer que lo «alien» ha estado siempre y es parte indispensable del ser humano.
Gelatina, el festival de arte y pensamiento de La Casa Encendida, acerca a narrativas que están cambiando la propia idea de «individuo». El festival parte de la necesidad de revisar qué implica el ser humano, no para fijar unas características universales y estáticas, sino como un ejercicio que requiere de revisión y actualización constantes y que pone en cuestión las ideas heredadas y asimiladas.
Mediante su programa de charlas, performances, talleres y conciertos, Gelatina quiere seguir acercando a un público amplio distintas herramientas para poder interpretar el presente.
En el taller y performance «Cápsulas a mano» se fabricarán medicamentos con plantas que luego los participantes ingerirán para reflexionar sobre las fronteras entre las diferentes formas de vida.
Desde Nueva York, la artista, pensadora y comisaria Aria Dean presentará una versión actualizada sobre su rompedor experimento «blaccelerationism», en el que pone en común el aceleracionismo y el pensamiento radical negro.
Por su parte, el colectivo artístico Pakui Hardware explicará, a través de las asombrosas capacidades regenerativas de las medusas, los caminos de la medicina regenerativa, el biocapitalismo o la inmortalidad.
En el encuentro con Toni Navarro y Alberto Vallejo, se preguntarán cómo las nuevas tecnologías transforman nuestra manera de estar en el mundo y se incidirá en la existencia de otros «modos de pensamiento» no antropocéntricos en los que se incluye a la inteligencia de especies tanto orgánicas como sintéticas.
Entre los conciertos que tendrán lugar en esta edición, tras su reciente firma con Canadá, destaca Ikram Bouloum, quién revisará géneros como las nuevas estéticas de club brutalista, las reminiscencias del kuduro, el tuki, el reguetón, el dancehall, dembow, pasando también por las electrónicas más oscuras y entrecortadas, con el propósito de huir de expectativas identitarias.
