Poco o nada más que decir
Como ustedes, estoy intoxicado de tantas malas noticias, de este parón sanitario que se puede convertir en una depresión económica sin parangón, pensando en cada instante cómo será el día después, cuando podamos quedar para tomar un cerveza, para presentar un libro, para ensayar, para ver un estreno, para informar de un festival que no se ha suspendido. Esta ilusión se ha convertido en un motor contaminante. No hay que ponerle fecha, hay que vivir dentro de la incertidumbre con el máximo decoro.
Por eso dan ganas de gritar, de afirmar, de no negar ninguna posibilidad, pero a la vez asegurar con entusiasmo: ¡¡¡poco más que decir!!! Todos los fieles a este púlpito entienden que no acabe de sentirme cómodo con esta eclosión del teatro que no es teatro, de este movimiento que recuerda a un suicidio colectivo, como el de esas ballenas que acuden en grupo a las playas a dejarse morir, que veo a mis compañeros y admirados que intentan anular algo imprescindible en el Acto Teatral, como es la convivencia, el convivio dubattiano, que es el empoderamiento del público, de los públicos, de esos otros seres humanos que concurren a la ceremonia teatral para concluirla, para fertilizarla. Lo otro es un entretenimiento, se admite sin reparos como instrumento de estudio y aprendizaje, pero de consumo interno.
Tengo a mi lado a una compañera que ha empezado un seminario importante online dirigido por Jorge Dubatti precisamente, pero que se fomenta desde México. Claro, estas cosas sí se pueden hacer, ahora, y siempre, pero repitamos en cada instante, la gran aportación de Mauricio Kartun: El Teatro, Teatra. Y nada más. Y nada menos. Un verbo, una acción, un absoluto. Lo demás, todos los apellidos y pronombres colocados con oportuna justeza, con voluntad de aclaración son adhesiones que simplemente adornan o estorban. El Teatro, puede ser hasta Utilitario. Pero el Teatro, debe ser, ante todo, Teatro.
Poco más que decir.
Esperamos resoluciones administrativas, políticas, culturales. El silencio sigue siendo la expresión de un sonoro desprecio. No hay que culpabilizar a nadie más. De esta situación desastrosa saldrán los mercachifles de siempre robustecidos, los mediocres encumbrados. La gran mayoría de los gremios de este sector cultural, a verlas venir, sufriendo, asumiendo que entramos en un túnel muy largo y oscuro lleno de incertidumbres y sin ningún tipo de garantía. Y algunos fanáticos mantendremos la postura dura: de aquí se sale haciendo Teatro, sólo Teatro, mejor Teatro. Sin concesiones ni renuncias.
Nada más que decir.