El Festival de Aviñón anulado
Una hecatombe para el teatro. Efectivamente, pues el teatro es aliento, es espíritu, es comunidad en un espacio compartido. La creciente pandemia mundial es un atentado contra los espacios comunes de las artes escénicas: teatros, circos, salas de conciertos, escenas de la danza… Porque el teatro es respiración, aliento, unión entre creadores y su público. Nada reemplaza a las tres dimensiones (y por qué no, a veces cuatro) del teatro. El teatro no es cine, ni la pantalla es teatro, cada cual con sus paralelismos y sus grandes diferencias. Coincido en que ver la filmación de una pieza, coreografía, concierto o número circense da una idea de la línea y el argumento en dos dimensiones, nunca el sentimiento que deja una representación. Incluso en las grabaciones de conciertos, que se aproximan más al contenido por medio del sonido, no es lo mismo que respirar el aire de un conjunto, un cantante o una orquesta.
Ay, ay, ay, esta pandemia es un atentado contra las relaciones humanas: los moribundos mueren solos y abandonados, sin los rito funerarios exigidos por la civilización, por nuestra historia. Nada. Antígona no sabría contra quien luchar en estos tiempos de designios y leyes no promulgadas. La fosa común acecha, los cuerpos inertes son basura, ningún rito funerario obtienen.
También es un atentado contra el teatro y sus ritos: los festivales.
La duda persistía en cuanto a la celebración del Festival de Aviñón, uno de los más importantes de Europa. Y la guillotina cayó el pasado 14 de abril, la edición 74 del Festival de Aviñón se suspende definitivamente. Se escribe rápido, se suspende definitivamente, pero las consecuencias de esta anulación son inconmensurables para la economía de la región, para los creadores, para el personal técnico, para el teatro francés. Su director Oliver Py esperaba salvar al festival y hasta el último momento abrigó esperanzas. En vano; las decisiones oficiales de prohibir toda reunión pública en Francia hasta finales de julio, le hicieron tomar esta dolorosa decisión: El festival se suspende hasta 2021.
Ahora falta ver lo que decidirán los administradores del Festival Off aunque lo más probable es que sigan las consignas del Festival In, pero no lo podemos adivinar; quizá la decisión sea tomada a mediados de mayo, porque no se resignan a suspenderlo (de acuerdo con su sitio oficial). En todo caso desde ya hay una parálisis del turismo, fuente vital para la economía de Aviñón y no demos cómo pueda superar esta parálisis el Off.
Semanas antes el Festival de Edimburgo, faro de festivales, había anunciado que suspendía su programa para 2020. Es otro de los pilares del teatro europeo que cede ante el temor del contagio del Covid-19, lo que constituye un duro golpe para la escena británica. No es poca cosa, miles de obras anuladas, porque también el Festival Fringe y sus filiales suspende sus trabajos hasta 2021, esperando mejores tiempos.
Edimburgo y Aviñón condenados a un verano de silencio.
Estamos en mal momento para los festivales, esas reuniones anuales que dan impulso a diferentes actividades artísticas. Todo en vilo, anulado, amedrentado. ¿Cuándo vamos a perder el miedo de estar con los otros, de compartir espacios, de brincar como locos en las ferias anuales? El Festival de Cine de Cannes suspendido, la Feria de Nimes, anulada, vivimos en un limbo que afecta a todos, en especial los actos de convivencia.
Esperemos mejores tiempos, y más artes escénicas, muchas espacios de convivencia creativa.