José Luis Ibáñez in memoriam (1933-2020)
Maestro y teatrero mexicano, conocedor como ninguno de los secretos del verso, de los vericuetos del Siglo de Oro español, de la dramaturgia contemporánea; discreto, sencillo, casi tímido, muchas actrices y actores le deben el buen hablar, pues la palabra y su elegancia fueron sus instrumentos. Nada de excesos, en los años en los que ser director escénico era un show de extravagancias; luz en el escenario sin gestos estrafalarios, José Luis Ibáñez fue un icono de otra manera de hacer teatro, mientras trabajó en el teatro de vanguardia, aunque después se convirtiera en una estrella del teatro comercial llegado de Nueva York. Se fue con su tinglado a otros escenarios el 4 de agosto pasado a los 87 años.
Desde que me interesé en estudiar teatro apareció su nombre como un referente del conocimiento teatral. Más tarde, al entrar a la carrera de arte dramático de la facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, de inmediato me inscribí en sus cursos. Por sus clases de actuación pasaron muchos actores y actrices de mis tiempos. Él tenía el toque elemental para que encontráramos nuestro centro de gravedad, nuestro estilo y la manera.
Recuerdo que en los años 60s estábamos fascinados por la película Becket o el honor de Dios basada en la obra de teatro de Jean Anouilh, con la imprescindible actuación de Peter O’Tool y Richard Burton, y le preguntamos su opinión; sin ser negativo nos sugirió que también consultáramos Asesinato en la Catedral de TS Elliot. Lo mismo ocurrió con La Noche de los Asesinos del dramaturgo cubano José Triana, y en ese caso nos dio el dato de Las Criadas de Jean Genet que a su parecer trataba mejor el tema del ser y la apariencia. (Ambas obras fueron de sus primeros trabajos en México). Así era, sugería, no imponía, completaba, no anulaba. En su profundidad sobre los clásicos españoles lo relaciono con otro gran especialista del siglo de oro español, Sergio Fernández, por su acucioso entender de los clásicos y la literatura.
Siempre ligado con la universidad, siempre del lado de los clásicos en su labor magisterial, sin embargo como director declinó su trabajo de búsqueda escénica, y se postergo como montador de proyectos comprados como una franquicia. Tal fue el caso en Las mariposas son libres de Leonard Gershe, ya que la actriz y traductora de la obra Julissa compró los derechos de la puesta en escena con todas las indicaciones para su montaje, mismas que con habilidad y disciplina siguió José Luis Ibáñez. Lo sé porque yo participé como actor en esa puesta en escena, que fue en ese momento mi mayor cercanía con José Luis.
En Las mariposas son libres su principal trabajo fue lograr que los actores principales, Julissa y Benny Ibarra estuvieran a la altura del desafío. Si Julissa tenía por tradición familiar un conocimiento directo del teatro (ya había trabajado con ella en alguna de sus películas y sus puestas en escena), Benny Ibarra era un novato, que sólo conocía la escena rockera, pero nunca como actor. Y yo que era un espectador permanente de la obra puedo decir que el resultado de ambos fue sorprendente. En el papel de ciego Benny sorprendió agradablemente al público y a la crítica.
Desde ese momento José Luis Ibáñez se dedicó a montar obras comerciales de éxito en Broadway, como fue el caso de la comedia musical Mame con Silvia Pinal, y de otros trabajos importantes de teatro comercial como Sugar que incluso de presentó en Madrid con el elenco original que incluía al cantante Enrique Guzmán, aunque ya sin comprometer directamente su creatividad. Una lástima, pero hay quien reconoce sus límites y la inteligencia de José Luis era inobjetable para conocer sus límites. Eso lo llevó a renunciar a la televisión, al cine y a la ópera.
En este momento reflexiono por lo que han sido las mejores puestas en escena en México: ¿Es necesario que sean las obras de Broadway las que mejores resultados obtengan? José Luis Ibáñez representa a un conocedor que reinterpreta una partitura existente. Sobre este tema se podría bordar durante horas. ¿Qué es lo pertinente: arriesgarse en una obra nueva, en una creación única? O ¿Invertir en la compra de un paquete teatral, para difundir teatro que ya ha sido probado en Nueva York? No tengo la respuesta.
Dicotomía entre dirigir una obra universitaria o una comercial. Cito a Ibáñez: Cuando se invierte un peso en una producción teatral, cambia absolutamente tu relación con la obra. Una dicotomía muy especial que se notaba en su manejo del teatro: por un lado un maestro que en sus primeros trabajos no dudó en arriesgarse en la creación para la escena, por otro un decidido hacedor de teatro comercial por encomienda. Raro caso el de José Luis Ibáñez, maestro universitario de abolengo y director de comedias musicales y obras de éxito importadas de Nueva York.
París 2020