Morfeo Teatro lleva ‘La escuela de los vicios’ a Madrid
Morfeo Teatro recupera su espectáculo ‘La escuela de los vicios’ de Francisco de Quevedo, que se podrá disfrutar dentro de la 4ª edición del festival Fiesta Corral Cervantes, dedicada al Siglo de Oro. Las representaciones tendrán lugar en el Parque Madrid Río del 1 al 19 de septiembre, de martes a sábado.
‘La escuela de los vicios’ cuenta con la dramaturgia y la dirección de Francisco Negro y está interpretada por el propio Negro junto con Mayte Bona y Felipe Santiago. La propuesta está basada en las sátiras y discursos políticos de Francisco de Quevedo. Se trata de escritos que en su momento lograron un gran éxito, provocando diversas polémicas, entre las que no faltaron las acusaciones de obra subversiva, y que, por su ácida crítica a las corruptelas de ministros, magistrados y banqueros sin escrúpulos, llevaron al autor a la cárcel en varias ocasiones.
La obra presenta a un extravagante diablo esperando a dos necios a los que espera cautivar con su “escuela de los vicios”, la única en la que los alumnos cobran por aprender. Las titulaciones serán: bachiller en mentir, licenciado en engañar, doctor en robar y catedrático en medrar. Los dos necios, tras una inicial reticencia al ver que es el diablo quien imparte las clases, se meten de lleno en el aprendizaje por el generoso acuerdo propuesto, consiguiendo excelentes resultados, y mucho más allá de sus expectativas, al ser nombrados Ministro y Magistrado respectivamente, aunque el diablo tiene una última y sorprendente enseñanza…
Un decorado contemporáneo, en contraste con un vestuario de época, presenta al diablo con un retablo de máscaras, sobre un suelo de charol negro proyectado al infinito por un gigantesco y viejo espejo de fondo. Para el final del espectáculo baja un gran telón que muestra a los grotescos personajes de las pinturas negras de Goya, fusionando los recién nombrados y conspicuos Ministro y Magistrado con la caricatura mordaz de la España de ese otro gran genio, y que sirve para resaltar la cáustica crítica de Quevedo a la corrupción de los gobernantes de su tiempo, y cómo no, como evidente reflejo de nuestra historia reciente.