Cuestionar la violencia. Catarina e a beleza de matar fascistas. Tiago Rodrigues
Se suele decir que, en una conversación, no es educado sacar el tema del fútbol ni el de la política. Se supone, por tanto, que fútbol y política son dos instituciones omnipotentes, que nos afectan a todas las personas. Ambos generan adhesiones partidistas y estimulan una especie de lucha y competición, a veces incluso violenta, de afán totalizador y a veces incluso totalitario. Fútbol y política determinan, de diferentes maneras, la agenda social. Pero, al margen de esto, son asuntos que suscitan polémicas encarnizadas.
Polémica, encarnizamiento y violencia no son conceptos lejanos. Pertenecen a arquetipos arcaicos que el progreso, el humanismo y los supuestos relativismos postmodernos no han logrado desterrar. La tolerancia choca con la intolerancia. Si toleramos todo, incluida la violencia y la intolerancia, entonces, por omisión o por ser testigos y, por tanto, cómplices, también estaremos siendo intolerantes y violentos. Con el fascismo acontece algo similar.
El sábado 19 de septiembre de 2020, el Teatro Nacional Dona Maria II (TNDMII) de Lisboa estrenaba en Guimarães, en el Centro Cultural Vilaflor (CCVF), la última creación de Tiago Rodrigues, titulada Catarina e a beleza de matar fascistas (Catarina y la belleza de matar fascistas). Un título provocativo y polémico que ya mucho antes de su estreno suscitó críticas duras en el sector de la extrema derecha portuguesa. El espectáculo, producido por un teatro nacional, se estrena fuera de Lisboa, en Guimarães, haciendo gala de una sana descentralización. En febrero pasarán por Porto, en el Teatro Nacional São João, y no será hasta abril cuando llegarán a la sede del Rossio del TNDMII de Lisboa. Antes, despegarán desde Guimarães hacia Suiza, en Lausana, y estarán en varias ciudades francesas, con una estancia de cuatro semanas en el Théâtre des Bouffes du Nord de París, Italia, Noruega, Luxemburgo, Austria, Catalunya (aparece el Lliure como coproductor)…
Catarina e a beleza de matar fascistas, una historia portuguesa que puede ser también europea.
Yo acudí a un ensayo para la prensa, realizado el jueves 17 de septiembre, y pude hablar un rato con Tiago Rodrigues sobre esta atrevida y fascinante aventura. También pude ver la función del domingo 20 de septiembre.
Según el dramaturgo y director portugués, Catarina e a beleza de matar fascistas sitúa sobre la escena cuestionamientos que se relacionan con el futuro y con el presente, también con el pasado. La acción se sitúa en el Portugal de 2028, pero esa hipótesis se asienta en una lectura y un cuestionamiento del presente que estamos viviendo, sobre todo en el plano político. Hay un abordaje muy claro sobre la amenaza de la ascensión de populismos de extrema derecha y la necesidad de preguntarnos cómo se puede relacionar la democracia con esta amenaza antidemocrática. Ahí surge el tema de la legitimidad de la violencia, que está muy presente en la vida política.
Catarina e a beleza de matar fascistas, en este sentido, promueve un debate a través de la representación de una historia. Aquí el teatro, respecto a la ciudad, asume esa función antigua y tradicional, al inventar o recuperar unos personajes que tienen un debate que, eventualmente, podrá ser útil a la platea, para que ésta no tenga que vivir esas historias, pero pueda pensar en el debate.
La pieza acaba con el discurso de un populista de extrema derecha de un movimiento que llegó al poder. Evidentemente no tiene el nombre de un partido ni de un político, no solo porque se trate de una ficción que se proyecta en un futuro próximo, sino porque su autor no pretende ser rehén del sensacionalismo que domina la actualidad y atizar o contribuir a ello, ni darle más publicidad a esos partidos políticos. Lo más importante no es el nombre, ni de las personas ni de los movimientos, sino las ideas, porque las ideas tienen que ser examinadas, según Tiago.
“En 2020 estamos asistiendo a cómo una serie de ideas antidemocráticas han pasado a institucionalizarse, han entrado en las instituciones y necesitamos conocerlas y profundizar en cómo puede ser un país que esté gobernado por ellas. Necesitamos profundizar en ese conocimiento porque no podemos quedarnos en los prejuicios al respecto o conformarnos con pensar que nuestra posición es superior. Esta obra entra directamente en ello para que podamos examinarlo con pensamiento crítico. ‘Catarina e a beleza de matar fascistas’ no busca, por parte del público, una toma de posición al respecto sino un cuestionamiento.”
Decía Tiago que si alguien, entre el público, sale de la obra pensando que debe posicionarse, no es la obra la que se lo pide sino su propia conciencia, que es algo diferente.
El revulsivo puede venir de que Catarina e a beleza de matar fascistas, a través de los mecanismos narrativos del teatro, nos está presentando un futuro muy próximo, de apenas 8 años, dos elecciones legislativas, con un país distópico gobernado por la extrema derecha y en el que persiste la pandemia.
La belleza del juego teatral es fruto de una coreografía bastante coral, con movimientos actorales especiales, al cuidado de Sofia Dias y Vitor Roriz, con momentos que rozan la danza, y también otros momentos cantados, al cuidado de João Henriques. Un espacio escénico muy lúdico y, en cierto modo, atemporal, logrado por la escenografía de F. Ribeiro. La iluminación, de Nuno Meira y el vestuario, de José António Tenente, sumado a lo anterior, nos remiten a una atmósfera casi de fantasía, casi del absurdo, con todo el elenco en faldas, blusas y toquillas, excepto el político que va de traje y zapatos actuales. Todo ello envuelto en unas músicas y efectos sonoros, de Pedro Costa, que contribuyen a esa atmósfera de realismo mágico, como si estuviésemos en una especie de Macondo portugués del Alentejo, en un futuro distópico, que también podría ser un pasado de pesadilla. Todo esto da un espectáculo que para nada resulta apaciguador respecto al debate que estimula.
Lo primero que llama la atención es que actores y actrices van vestidos con trajes de mujer que parecen evocar una época pretérita, faldas largas hasta los pies de colores sobrios y elegantes, blusas de encajes y telas elaboradas, toquillas, botines… Todos son Catarina, en homenaje a la segadora alentejana Catarina Eufémia, asesinada por un teniente de la dictadura de Salazar, en el Monte del Olival (Baleizão, Beja) en 1954, a los 26 años, con una de sus criaturas en el regazo.
El primero, de esa comunidad de Catarinas, en captar nuestra atención es el personaje que interpreta un joven actor negro, con pelo a lo afro, que lleva unos cascos y escucha la música que nosotras/os también escuchamos, cuando se los quita cesa la música. Sus movimientos entrecortados parecen los intentos frustrados para hacer algo o para adoptar alguna posición en la larga mesa con mantel blanco en el que aparece bordada la frase “No pasarán”. A su alrededor, en otras sillas o deambulando, una familia, la de Catarina, a la que el personaje de este joven actor también pertenece, todos vestidos con las faldas largas, blusas y toquillas, el padre, la madre, los hermanos… En el extremo de la mesa, un hombre vestido de traje y corbata, con la cabeza baja, guarda silencio y no se mueve hasta, prácticamente, el final de la obra, es el diputado de extrema derecha.
La parte central del escenario está ocupada por la reproducción artificial de un árbol, un alcornoque descortezado, encerrado en una casa, cuyas paredes se pueden desplazar.
El elenco, formado por António Fonseca, Beatriz Maia, Isabel Abreu, Marco Mendoça, Pedro Gil, Romeu Costa, Rui M. Silva y Sara Barros Leitão, da vida a una comunidad, una familia de izquierdas y a un rehén fascista, para llevar a cabo la tradición de matar un fascista cada año, para acabar con esa lacra que atenaza el país en 2028. Este año, en este día, le toca a Catarina cumplir esa tradición. Cada año le toca a un miembro diferente de la familia y este año, cuando la joven cumple los 26 (la misma edad a la que fue asesinada Catarina Eufémia), le toca su turno. Una tradición, la de sacrificar a un fascista cada año, que comenzó la bisabuela de Catarina, cuando mató a su marido por ser cómplice de la muerte de Catarina Eufémia, que era su amiga y que, en el momento del crimen, abrazaba a su criatura. La Catarina inmortalizada por Zeca Afonso. A la bisabuela de la Catarina de esta obra de Tiago Rodrigues se le apareció el fantasma de aquella Catarina Eufémia y, sencillamente, le cogió de la mano con su mano fría, y esto le sirvió a la bisabuela para actuar y matar a su marido, el cómplice de aquel militar fascista, enterrarlo y plantar encima un alcornoque. Y, como en una historia de tragedia, la carta escrita de la abuela instituye la venganza violenta, no solo como ajuste de cuentas, sino como manera larvaria de lucha armada contra el fascismo.
Pero Caterina, la joven Caterina que cumple 26 años en este Portugal de 2028 gobernado por la extrema derecha, no ve belleza en la violencia, tampoco ve le defensa de la democracia, para ella matar equivale a dictadura.
Mediante esta fábula, lo local adquiere, como en la canción de Zeca Afonso, un vuelo universal. Los discursos contrapuestos de los personajes, en torno a la tolerancia respecto “a las opiniones que preparan la infraestructura del fascismo” y en torno a si la democracia tiene herramientas de lucha contra el fascismo, cogen una dimensión casi filosófica sobre la violencia, la tolerancia y la democracia.
El discurso antifascista, por veces, parece ser un espejo del propio fascismo, cuando asume la violencia como posibilidad: “No dudéis en hacer el mal para practicar el bien.” / “No se dialoga con fascistas.” Contra estas y otras máximas, Catarina cuestiona y dice: “No hay vida que no merezca ser llorada y defendida.” Ofrece otra interpretación sobre la carta en la que la bisabuela les confesaba el primer sacrificio de la familia, cuando mató a su marido, también militar, por no hacer nada cuando el teniente asesinó con tres tiros por la espalda a Catarina Eufémia. La anti-heroína de esta obra pone fin a la cadena de sacrificios y muertes. “Que esta herencia sirva para que no os calléis ante la injusticia.”
En el texto se cita a Bertolt Brecht varias veces y uno de los personajes utiliza el ejemplo de Madre Coraje como reflejo: “Hay una parte de mí que me invita a matarte porque cree que el mundo sería mejor sin ti”, le dice al diputado de extrema derecha que le escribe los discursos al Primer Ministro de la República Portuguesa de 2028, y continúa: “Pero hay otra parte de mí que haría tratos contigo para impulsar el negocio del turismo rural en estas tierras.”
Catarina e a beleza de matar fascistas no cae en lo tendencioso, pese a los riesgos que el tema implica, sino que profundiza en las ideas a través del debate.
En la parte final el diputado de extrema derecha se dirige al público y suelta un extenso discurso totalmente verosímil, como el que podríamos escuchar actualmente a diputados reales de extrema derecha en sesión parlamentaria. Tiago Rodrigues no hace parodia ni caricatura, hila muy fino y el resultado es creíble. En la función del domingo 20 de septiembre, algunas espectadoras y espectadores del CCVF gritaron y abuchearon al personaje durante algunas partes de su discurso, sobre todo cuando justificó la inexistencia de la violencia de género o violencia doméstica.
La atención y la tensión eran patentes durante toda la función, porque el asunto sobre cómo enfrentar o asumir un ideario fascista después de 50 años de democracia en Portugal, no estaba siendo abordado con frivolidad ni oportunismo. Al contrario, lo imprevisible e inhabitual de la puesta en escena, de una belleza visual sutil, así como la interpretación actoral intensa y, a la vez, con toques humorísticos, también muy sutiles, logran que el debate nos atrape y nos active.
P.S. – Algunos artículos relacionados:
“Soplar el texto, por Tiago Rodrigues”, publicado el 28 de enero de 2019.
“Tiago Rodrigues y Tg STAN. Como ela morre”, publicado el 3 de junio de 2017.
“A través de los ojos del otro, como en el amor, en el teatro”, publicado el 16 de julio de 2015. (Sobre António e Cleópatra)
“Memoria y cambio en escena”, publicado el 10 de marzo de 2015. (Sobre By Heart)
“El teatro como soirée. Marcel Proust y Gonzalo Waddington”, publicado el 7 de noviembre de 2014.