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Las hijas bravas de Chévere

Hay quien dice que las revoluciones solo se pueden dar si son cruentas. Algunas revoluciones históricas así lo atestiguan, véase la Revolución Francesa. ¿Sin violencia no hay revolución? Hay quien dice que en los escenarios teatrales nunca se ha librado ninguna revolución. Que la danza o el teatro nunca han cambiado nada en la sociedad. Pero yo no estoy de acuerdo. Esa concepción sobre la posibilidad de cambiar las cosas de golpe a través de un ejercicio de poder, en muchos casos violento, a mí no me parece justo ni ético. Tampoco me parece justo que el fin justifique los medios. Creo que los medios son más importantes que la finalidad. Del mismo modo que creo que el camino es más importante que el final.

 

La gran revolución no es la del hombre blanco occidental y heterosexual, no tiene que ver con la fuerza, la virilidad, la testosterona, la violencia, la guerra o el machismo. Todo esto suena a viejo, a casposo, aunque no cese de actualizarse consentido por las democracias.

Yo creo en las revoluciones que se van gestando lentamente sin protagonistas ni líderes. Las revoluciones que se producen desde la vulnerabilidad y la creación de empatía, al mismo tiempo que se incentiva el espíritu (auto)crítico y la independencia. Las revoluciones que se producen por decantación, sin necesidad de recurrir a juegos de poder. Las que incluyen a las minorías, las que tienen que ver con la coalición y el pacto y no con las mayorías absolutas y sus márgenes.

El mejor teatro contemporáneo gallego apunta en esta dirección. Es un teatro femenino que no se queda en el alarde estético vacuo. La plasticidad y la musicalidad, en lo visual (movimiento actoral, caracterización, acción lumínica, espacio escénico, objetos…) y en lo sonoro (acción verbal y dicción, música…), responden a una necesidad existencial y política, que contribuyen a esa revolución lenta que constituye un camino, un medio, hacia un mundo mejor y más justo.

El Grupo Chévere estrenó As fillas bravas e o mito de Casandra (Las hijas bravas y el mito de Casandra) el 11 de septiembre de 2020 en la Sala Ártika de Vigo. Yo pude verlas en la función del sábado 12 de septiembre.

As fillas bravas es un trío de mujeres mayores del rural gallego que apareció en los escenarios en 2014, debutaron en la Mostra Internacional de Teatro Cómico e Festivo de Cangas (Pontevedra), dentro del programa “Mujeres en Acción”.

Desde entonces, las actrices Patricia de Lorenzo, Mónica García y Arantza Villar, con dirección de Xesús Ron, han interpretado a tres señoras mayores del rural, que tocan y cantan lo que les da la gana, pero siempre con una necesidad de poner los puntos sobre las íes, de recuperar la voz popular más transgresora y menos populista y facilona. Porque en nuestra tradición, aquella más pegada a la tierra y a los valores de respeto y cuidado, está el ecologismo, el feminismo y ese espíritu vitalista que emana de la enorme fertilidad de nuestros bosques, ríos, tierras de cultivo, animales, mar… en una sinergia derivada de la escucha y la consideración con el ecosistema del que formamos parte. En nuestra tradición cultural también podemos encontrar el camino de la revolución y que ésta sea como una fiesta, un show y no una cosa sesuda y pesada.

Desde un punto de vista dramatúrgico, además, As fillas bravas e o mito de Casandra hace una especie de malabarismo: una interpretación dramática realista finísima y un show postdramático cabaretero, en el que se canta, se tocan las panderetas y los panderos, se interpela directamente al público, se realizan simulacros de diosas y heroínas de la tragedia griega, etc. O sea, un espectáculo postdramático, afirmado en la realidad escénica y en la actualidad, realizado por unos personajes femeninos de ficción, enfocados desde el paradigma del teatro dramático realista. Así pues, las actrices Patricia de Lorenzo, Mónica García y Arantza Villar desaparecen para que surjan esas señoras mayores de aldea, de una manera totalmente verosímil, hasta el punto de que, viendo el espectáculo, te olvidas de que estás viendo a unas actrices jóvenes y pasas a relacionarte y empatizar con esas señoras divertidas y audaces, una de ellas de noventa y pico años. Chévere hila fino y en esta prestidigitación dramatúrgica coloca, en el seno de una interpretación dramática realista, el show postdramático, que se relaciona con las manifestaciones pre-dramáticas con las que nació el teatro: los rituales de danza, canto y percusión (que es la música con una dimensión más física, al prescindir de la sintaxis melódica y afirmarse en la vibración puramente rítmica y pulsional), también con las manifestaciones populares parateatrales, como los carnavales (en Galicia: Entroido o Antroido), y las foliadas y “regueifas”, celebraciones festivas con  canto, baile y “pandeirada”. Todo ello sin afán historicista ni folclórico. Y cuando digo folclórico me refiero a esa postal estereotipada, reduccionista y populista, con la que se quiso neutralizar la vitalidad y la diferencia cultural gallega en época de la Dictadura franquista o desde la oficialidad posterior, con los gobiernos autonómicos en los largos periodos de la derecha.

Chévere rescata la fuerza, la valentía, la inteligencia, la algarabía indómita y rebelde de las mujeres de la tierra gallega. Nos ofrece su visión desacomplejada y su lucha exenta de violencia. Todo ello aquí y ahora, en 2020, en el año de la pandemia y con las crisis que se ciernen sobre el planeta y sobre nuestros ecosistemas singulares.

Estamos habituadas/os a que se nos muestren a los personajes más populares desde la caricatura risible y simple. Sin embargo, estas tres actrices prodigiosas se despegan de la tradición nefasta del patriarcado de mostrarnos a la mujer como el “sexo débil”, por algo se hacen llamar “hijas bravas”. En Galicia eran denominadas así las hijas o los hijos que no tenían padre, pero también, en este caso, porque se trata de mujeres valientes. Patricia, Mónica y Arantza hacen una interpretación cariñosa y celebratoria de las mujeres del rural gallego. Mujeres mayores a todos los efectos, no solo de edad sino también de sabiduría y solidaridad. Una interpretación que, como acabo de apuntar, sin recurrir a la parodia ni a la caricatura, (re)produce el humor, la retranca, la ironía y la malicia más benéficas, autóctonas y, a la vez, auténticas. Mujeres de lo común, en un registro muy popular, que, sin embargo, nos descubren su profunda excepcionalidad.

Las tres “cantarereiras” y “pandereteiras” se divierten con nosotras/os y nos hablan de la necesidad imperiosa de respetar la tierra y sus ritmos, porque el planeta comienza a rebelarse contra nuestra explotación y abuso indiscriminados. El cambio climático y las epidemias y enfermedades derivadas de la contaminación son algunos de los resultados visibles. Estas mujeres de aldea nos cantan las cuarenta, con razón y con ánimo festivo y vitalista.

Chévere rinde aquí, además, un homenaje al teatro amateur y a su función pedagógica, cuando las tres mujeres nos representan una escena de Lisístrata, que ensayaron en el curso de teatro clásico al que se apuntaron. Por ahí entra la citación a algunos de los mitos de la tragedia griega, tomando como leitmotiv a Casandra y sus atinadas predicciones sobre la caída de Troya, desoídas por los poderosos, del mismo modo que son desoídas e ignoradas, por los gobiernos y empresas actuales, las advertencias de la comunidad científica respecto al cambio climático. Por eso ellas, con su gracia e ímpetu, van intentar reeducar a los negacionistas.

As fillas bravas e o mito de Casandra es un show divertido y político a la vez. Un espectáculo de amor y respeto a la tierra, en el sentido local de nuestro ecosistema gallego, a nuestra cultura de raíz y a nuestras abuelas, pero también en el sentido global del planeta. Porque el rural gallego y lo local actúa aquí como metáfora de lo universal.

 

P.S. – Artículos relacionados:

Chévere”, publicado el 18 de febrero de 2013.

El género de la Ultranoite”, publicado el 25 de julio de 2014.

Eroski Paraíso y lo que venimos siendo”, publicado el 7 de agosto de 2016.

Berberecheira Chévere y Anatomía de una Sirena Iria Pinheiro”, publicado el 15 de abril de 2019.

Curva España Chévere”, publicado el 29 de julio de 2019.


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