Sud Aca Opina

Decisión optimista

Hoy decidí levantarme optimista. Sí, porque a veces, y no pocas, nuestro estado de ánimo es una decisión personal y muy íntima que puede afectarnos o favorecernos. No voy a mirar hacia arriba para no sentir la frustración de no viajar en un jet privado, tomar el sol en la blanca arena de una isla tropical de mi propiedad o navegar en mi yate personal. Voy a mirar hacia abajo, hacia los que tienen menos, no con una mirada despectiva para menospreciar a quienes no han estado ni en el lugar indicado, ni a la hora adecuada, como para cosechar beneficios, sino para agradecer humildemente la suerte de ser quien soy.

 

De las primeras líneas escritas en este artículo, fácilmente se me podría tildar de materialista, pero confieso haber sucumbido a la tentación de creer que, para ser feliz, se necesita tener más y más para hacer funcionar el sistema, el bendito sistema.

Sé muy bien que la verdadera felicidad no está, ni estará jamás en los que, sino en los quienes.

Dicho esto, voy a mirar hacia quienes no han sabido cultivar afectos para cosechar satisfacciones, y no solo a ellos, sino a quienes gradualmente van haciendo lo indecible para ir destruyendo toda posibilidad de amor incondicional.

Los verdaderos pobres no son quienes tienen poco o nada material, sino quienes se van aislando de otros por el solo hecho de querer más cosas materiales.

La premisa de vida contemporánea pareciera estar en ser por lo que se tiene y no por lo que se es.

Mi abuela decía que lo único que no se compra es la salud, y con su sabiduría longeva, creo que no se equivocaba, aunque también creo que el amor no se compra, quizás se pueda tener la falsa ilusión de arrendarlo a profesionales del trabajo más antiguo del mundo, pero comprarlo, jamás.

No soy un ferviente creyente de alguna religión inventada por el hombre para salir nadando airoso de este valle de lágrimas, pero modestamente comparto la frase de Einstein, quien dijo que Dios no juega a los dados, por lo que, de suerte, nada. Además, si seguimos en el campo de la física, toda acción tiene una reacción, y poniéndole un poco de la sabiduría de los dichos populares, quien siembra vientos, cosecha tempestades.

Estoy optimista porque decidí estarlo y mirando en retrospectiva, creo que he sembrado más brisas que vientos tempestuosos.

Con suerte he viajado en clase económica y no en un jet, no tengo una isla de esas tildadas de paradisíacas, sé remar de manera razonable, pero timonear un yate está lejos de mi realidad, sin embargo, tengo una familia compleja como todas, pero es mi familia, amigos de los buenos y de los otros también, historia de favores hechos y otros recibidos, un techo sobre mi cabeza con goteras ocasionales y comida en el estómago; soy feliz. A mi manera soy feliz. Cada cual tiene su manera de ser feliz. No soy un conformista sin ambiciones, por supuesto quiero más, pero no con el fin de tener por tener, sino que de tener para disfrutarlo.

Hoy decidí ser optimista, eso, hasta que el pesimismo nuevamente me quiera tomar por sorpresa.


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