La rebelión de los teatros
Francia es cuna de revoluciones, lo es desde 1789 con la gran Revolución, y la tendencia ha seguido a lo largo de los siglos siguientes. La situación de encierro que vivimos aquí desde hace un año, debido al Covid-19, ha despertado el espíritu rebelde de esta sociedad desdeñosa de cualquier restricción. Quienes más han resentido la situación son los trabajadores de la escena viviente (actores, directivos, técnicos), pues poco a poco se van quedando sin recursos. Exasperados, un grupo de actores comandados por la CGT (Confederación General del Trabajo) en su rama ‘espectáculo’, ocupan desde el pasado 4 de marzo el Teatro del Odeón para exigir apoyos y la reactivación de las actividades teatrales.
El Teatro del Odeón, inaugurado en 1782, es una de las salas más emblemáticas de la capital, al lado de La Comedia Francesa, de la Ópera de París o del teatro de Châtelet, entre otros. Y ya que hablamos de revoluciones, recordemos que fue el centro de acción del movimiento estudiantil de Mayo de 1968. Las turbulentas asambleas realizadas en el Teatro del Odeón fueron célebres. Y ahora regresa la revuelta encabezada por actores sindicalizados y artistas eventuales que exigen que los teatros vuelvan a funcionar.
El movimiento que se inició el 4 de marzo con la toma del Odeón, se ha extendido a otros teatros nacionales, como el Teatro de la Colina en el este parisino o el Teatro Nacional de Estrasburgo. Las peticiones son idénticas: reapertura de los teatros e indemnizaciones para los actores sin trabajo. Explosión que llega tras un año de inactividad, en el que la cultura se ha visto muy afectada, a pesar de las subvenciones gubernamentales. Lo que ocurre en la toma del Odeón es la parte visible del iceberg: la inquietud ronda entre todos los directores de teatros, públicos y privados, pues desde hace cuatro meses no hay ningún signo de reinicio de la actividad, a pesar de las promesas de la ministra de la cultura, Roselyne Bachelot, porque ya sabemos que de «buenas intenciones está empedrado el camino al infierno». Aunque el jueves 11 de marzo el gobierno anunció una ayuda suplementaria de 20 millones de euros para sufragar la falta de recursos del medio. Pero de la reapertura de las salas, nada.
Sin embargo, este movimiento llegada en mal momento, pues el pico de la epidemia de Covid 19 está en lo más alto y amenaza con incrementarse. Varios departamentos franceses están completamente confinados, y al parecer no tardan en cerrarse las actividades en la capital porque los hospitales están saturados; de este modo no se ve cómo se podría abrir las actividades colectivas como el teatro, en un contexto de contagios. El fin de semana pasado la policía impidió reuniones al aire libre en las riberas del río Sena y del Canal Saint-Martin de la capital, y la situación no mejora aunque el estado de ánimo sea explosivo. Las variantes más contagiosas del virus avanzan incontenibles, sin que haya vacunas que alcancen para contener el mal a pesar del ‘toque de queda’ que se inicia a las seis de la tarde.
Lo más grave, además del daño económico es el futuro de la creación artística teatral. Actores sin ejercer su oficio, directores sin una confrontación con el público para sus proyectos, dramaturgos encerrados en su computadora, toda la profesión sufre. Y lo que es peor, el público, también sometido al encanto de la pantalla, ¿regresará a las salas, a pagar su entrada cuando se abran los teatros? ¿Cuál será el costo de la inactividad en el terreno creativo? ¿Qué tipo de teatro se inventará después de la pandemia? No es poca cosa, porque clamar por sus derechos no es lo mismo que generar derechos por la calidad de los espectáculos. Para paliar la situación, algunos teatros dan funciones privadas para unos cuantos periodistas, o se presentan en streaming, aunque toda solución en pantalla es un peligro para la escena viviente. El mayor daño que puede hacerse a un músico, bailarín, cantante, cirquero o actor es privarlo de su contacto con el público como ocurre ahora. Esa es la verdadera vida del cómico de la legua…
París, marzo de 2021