Mal chiste
Aunque se quiera hacer un chiste, parece que no lo es tanto. «No sé cuál genera más pánico: un chino tosiendo, un árabe con mochila o dos colombianos en una moto». ¿Dónde quedó el temido viejo del saco que se llevaba a los niños desobedientes o el simple cuco o el cocodrilo bajo la cama? ¿Otro efecto de la mundialización?
Los niños ya tienen suficiente para alimentar sus miedos con caricaturas de zombis, invasores extraterrestres o monstruos mutantes. Ahora los miedos más importantes son los de la gente adulta.
Una sola manzana podrida puede echar a perder todo un cajón.
Lamentable, pero cierto.
Los chinos trabajan como chinos y son capaces de sacar adelante cualquier proyecto, los árabes, comerciantes por excelencia son impulsores de la economía y conozco a más de un colombiano aportando con su alegría de país cálido.
Somos especialistas en etiquetar hechos, actitudes, personas, y una vez puesta la etiqueta, las ideas pre concebidas están a la orden del día.
Por razones de supuesta bonanza económica de mi país y algunos obscuros acuerdos políticos de los cuales aún no tenemos claridad, en los últimos años nos hemos llenado de inmigrantes, principalmente de Perú, Colombia, Venezuela, y sobre todo Haití, cada cual, con sus peculiaridades, virtudes y defectos, como todos, pero como humanos que somos, no nos hemos fijado en la dulzura de la manzana, sino en la más podrida de todas para definir al cajón.
Al enfrentarnos a una nueva situación desconocida, buscamos el apoyo de nuestros pares y respondiendo a esta conducta, los inmigrantes se agrupan entre ellos para abordar su nueva vida. Es así como ya comienzan a haber barrios perfectamente identificables, de lo que para nosotros, continúan siendo extranjeros.
En algunos servicios públicos de estos barrios, como es normal, la señalética está escrita en nuestro idioma, pero lo que me parece especial, es que también esté escrita en creole, la lengua criolla haitiana.
¿Por qué en creole y no en mapudungun, quechua, aimara o rapanui, las lenguas de nuestros pueblos originarios?
¡Fácil! Para agradar al nuevo y conseguir su voto, cosa bastante compleja con los pueblos originarios por siempre mal tratados.
Sin querer ser excluyente, ¿cuál es la prioridad?
Compañeros de colegio de mis hijos conocían Miami, a miles de kilómetros de distancia, pero no las maravillas locales, esas que están a la vuelta de la esquina. Mis hijos sabían de moverse en transporte público y eran consultados por sus amigos, inválidos en auto valencia urbana. Hoy mis hijos mayores ya han vivido en Australia y Nueva Zelanda, y además ya han conocido mucho mundo, quizás más que sus compañeros.
Creo que se deben ordenar las prioridades para llegar a un sano conocimiento de nuestra realidad contemporánea, aunque con tanto mensaje externo de lo que se debe y no se debe hacer, puede ser difícil, pero no imposible.
Primero conozcámonos a nosotros mismos, al menos intentémoslo, conozcamos nuestro entorno inmediato, viajemos cada vez más lejos para expandir las fronteras de nuestro conocimiento. Lleguemos al infinito y más allá, partiendo por conocer nuestro propio jardín.
¿Mencioné que me gustó mucho la película ‘Toy Story’ de Pixar? Y no es un mal chiste.