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Experiencias poliédricas online. ‘Drumming’ de Anne Teresa de Keersmaeker desde el TMP do Porto

“La danza es un desafío constante a la memoria, porque esa contemplación es una lucha contra acontecimientos inestables, que pasan sin retorno ante nuestros ojos, siendo, a pesar de todo, de esa inquietud que nace el maravillarnos”. Comienzo con estas palabras de la arquitecta portuguesa Teresa Vaz, extraídas de la sesión “Historia(s) de la danza”, que promueve el Teatro Municipal do Porto (TMP), relacionadas con algunos de los espectáculos que programa. En este caso la pieza, literalmente fascinante, Drumming (1998) de Anne Teresa de Keersmaeker, cuyo título es el mismo que el de la obra minimalista para percusión, creada en 1970 por Steve Reich. Compositor americano sobre el cual el TMP pone el foco estos días. La importancia de Steve Reich en la música contemporánea se traduce, además, en la existencia de un prestigioso grupo de percusión, con sede en la ciudad de O Porto, que se llama Drumming, en referencia directa a la citada obra.

 

En Portugal, por causa del agravamiento de la pandemia, los teatros llevan cerrados meses. Sin embargo, algunos espacios, como el TMP, siguen realizando actividad, aunque sea en formato online. De esta manera, sigue manteniéndose una cierta relación con las espectadoras y los espectadores y se genera trabajo para el sector profesional, aunque sea en otro nivel, inferior al del pleno funcionamiento de un teatro.

Del 12 al 14 de marzo pudimos disfrutar de la transmisión, desde el escenario online del TMP, del remontaje filmado de Drumming de Anne Teresa de Keersmaeker. El vídeo es el resultado de un “livestream”, grabado y editado en directo en el Rosas Performance Space de Bruselas, el 31 de octubre de 2020, con un amplio elenco internacional de 24 integrantes. De ellas, la bailarina de O Porto, Margarida Ramalhete, participó en una conversación online, con la coreógrafa portuguesa Née Barros, emitida en el canal de Facebook del TMP, el sábado por la tarde. Ramalhete nos desveló cómo la geometría, explícita en los dibujos del suelo e implícita en las trayectorias coreográficas y en las combinaciones gestuales, le otorga una sólida y, a la vez, fluida dirección al movimiento. También nos contó su experiencia para remontar en 2020 la emblemática pieza de Keersmaeker, la introducción de esas maneras personales, el matiz de carácter que trae cada bailarina y cada bailarín, dentro de una partitura tan precisa y exigente. La pulsación, que se va acumulando, en la música, del mismo modo que acontece con las personas que danzan en el escenario. Los aceleramientos de la misma frase de movimientos que, realizada por una persona, genera un canon respecto a esa misma frase, simultáneamente realizada por otra persona, a una velocidad diferente, jugando también con el orden de la frase, en un caso hacia delante y en el otro, invertida, hacia atrás. El poder del vórtice dancístico de esta coreografía: ese flujo turbulento en rotación espiral, con trayectorias de corriente cerradas. Un concepto matemático usado en dinámica de fluidos, que se puede relacionar con la cantidad de circulación o rotación de un fluido. Margarida Ramalhete nos confiesa cómo son tomados por esa onda sin saber lo que sucede.

La conversación con la bailarina viene a complementar y confirmar algunos de los interesantísimos y atractivos aspectos analizados por la arquitecta Teresa Vaz, expuestos en la sesión antes mencionada, “Historia(s) de la danza”. La importancia de la matemática, como un inmaterial abstracto que tomará cuerpo sensible a través del acto de coreografiar, del mismo modo que acontece con la música. Los conceptos musicales de variaciones, retorno, polifonía, desarrollo, canon, exposición, modulación, contrapunto… que forman parte del léxico y de los procedimientos de formalización coreográfica que utiliza conscientemente Keersmaeker. El espacio que las bailarinas y los bailarines recorren siguiendo trayectorias espirales que aúnan matemática y geometría. Vaz nos explica cómo esos caminos en espiral traen al escenario la armonía extraída de la naturaleza a través de las proporciones de la sección áurea y la secuencia de los números de Fibonacci. Armonía practicada por músicos y arquitectos que también utiliza la coreógrafa.

La secuencia de los números de Fibonacci se obtiene a través de la suma de un número con su anterior (0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21…) y la sección áurea resulta de la división de cualquiera de los números de esa secuencia entre el número anterior, lo que da un valor aproximado de 1,6. Teresa Vaz nos muestra cómo las 12 espirales, una para cada bailarín, que se cruzan entre ellas en varios puntos, como sucede también en otras piezas de Keersmaeker, son el resultado de esa matemática, a las que se suman diagonales y otras líneas.

Una sola frase de movimiento, de unos 2 minutos, es repetida por todo el elenco, en variaciones de tiempo y espacio, nos explica Vaz, “ejecutada invertida, en espejo, fragmentada, con alteraciones de velocidad, estirada… Los bailarines, siguiendo sus espirales, bailan a solo, a 2, a 3, a 5, a 8… [secuencia de los números de Fibonacci] Los movimientos son rápidos y de sentido ascendente, […] Hay un gran optimismo, una alegría contagiante”.

El ensayo de la arquitecta Teresa Vaz “La simplicidad es la complejidad resuelta”, utiliza una cita de la propia Keersmaeker, quien, a su vez, citaba en Chorégraphier Bach: incarner une abstraction, al escultor Constantin Brâncuşi. Una cita que resume y califica a la perfección Drumming.

De esta manera, el TMP, con las actividades paralelas a la exhibición de Drumming, desde su escenario virtual, nos proporciona una experiencia poliédrica a partir de la danza. El diálogo con la bailarina Margarida Ramalhete, en el que comparte su vivencia en el seno de la Cía. Rosas de Anne Teresa de Keersmaeker, en el remontaje de esta pieza, desde su testimonio y desde la proximidad que propicia el chat y la mediación de Née Barros; el análisis sensible y profundo de la arquitecta Teresa Vaz, con una exposición amena e intensa, a través de una plataforma de videoconferencia abierta a nuestra interacción y el visionado de la grabación  de la pieza, nos introducen en el universo de la coreógrafa belga y del compositor Steve Reich.

Drumming es una pieza ideal, muy adecuada, para estos momentos en los que el confinamiento por la pandemia nos está haciendo más consciente la libertad condicional en la que vivimos no solo ahora. La obsesión de esa percusión repetitiva y variada, visceral y elegante del minimalismo de la partitura y la coreografía, son una magnífica metáfora sobre el estado de la cuestión en la que podemos encontrarnos actualmente: ¿cómo fluir y sentirnos libres dentro de unos parámetros tan restringidos y marcados? ¿cómo desfogarnos y celebrarnos en las soledades de los confinamientos o en las obligaciones de las rutinas necesarias?

Drumming, como señala Teresa Vaz, es un fenómeno encantador de una alegría que se contagia. Al mismo tiempo, es una especie de vórtice energético, en el que se trenza la danza y la música, y que, a poco que nos dejemos, nos puede arrastrar felizmente. Y no olvidemos la belleza, esa que brota de la armonía y la calidad del movimiento, de la entrega absoluta de los cuerpos a una abstracción libertadora que, efectivamente, resuelve la complejidad de todos sus parámetros compositivos en una simplicidad feliz. Repito la palabra feliz porque es lo que más falta nos hace siempre y en esta época especialmente difícil aún más.

Pienso y siento, a riesgo de equivocarme, que solo cuando logremos resolver la complejidad de todas las circunstancias que nos rodean, de los condicionantes que nos constriñen y de los desasosiegos que nos atenazan, de la vida, solo entonces, en la síntesis y en la sencillez, podremos encontrar algo parecido a la felicidad.

Drumming es un buen ejemplo para quien entre en la pieza. El TMP nos lo ha propuesto, nos ha ayudado y yo se lo agradezco infinitamente, porque lo necesitaba mucho.

También me gustaría señalar otro aspecto fascinante de esta experiencia, servida online: cómo la repetición y variación, en todas las combinatorias matemáticas y geométricas, en la danza y en la música, semejan luchar contra el olvido y situarnos en la deífica o mística eternidad. Otra forma de liberación necesaria.

Tal cual he anotado al principio, en palabras de Teresa Vaz: “Ver danza es un desafío constante a la memoria, pues esa contemplación es una lucha contra acontecimientos inestables, que pasan sin retorno ante nuestros ojos […]”, la danza como la vida nos huyen. Sin embargo, Drumming, con su obsesiva repetición y variación, parece que quiera impugnar esa singularidad para llevarnos a un limbo o a una suspensión del olvido, al relax efervescente y gozoso de volver de nuevo o a lo nuevo de volver. De esta manera, hace posible lo imposible y torna infinito lo finito.

 

P.S. – Artículos relacionados:

A Love Supreme en O Porto con Rosas. Anne Teresa De Keersmaeker y Salva Sanchis”, publicado el 24 de noviembre de 2018.

Anne Teresa de Keersmaeker y el eco de la palabra en el cuerpo”, publicado el 19 de febrero de 2016.

Escuchar la danza con Anne Teresa de Keersmaeker”, publicado el 17 de enero de 2014.

Más allá de la danza, Cuaderno d’Avignon”, publicado el 16 de agosto de 2013.


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