Jubilación anticipada
Estoy viviendo algo muy parecido a una jubilación anticipada, claro está, que es una jubilación a la chilena, es decir, sin los privilegios y prerrogativas de un país desarrollado, donde al llegar a la edad determinada por el estado, se puede comenzar a disfrutar de un buen pasar, o por decir lo menos, tranquilo, como premio a toda una vida de esfuerzo en el trabajo diario durante años. Por estas latitudes, en cambio, esa etapa de la vida mas parece un castigo que un premio. Si se fue ordenado y se trabajó con el debido contrato, asunto más bien como una excepción a la regla, con suerte se puede aspirar a recibir una cantidad de dinero apenas suficiente como para no tener que recurrir tantas veces a la familia, pidiendo dinero para solventar los gastos crecientes en medicina y medicamentos.
Muchas de los montos entregados mensualmente a un jubilado por las AFP (Administradoras de Fondos de Pensiones) están muy por debajo del monto establecido por el estado como línea de la pobreza. Es decir, llegar a la edad de jubilación, equivale a transformarse inmediatamente en pobre.
Yo tuve la suerte de siempre tener trabajo, un poco por aquí, un poco por allá, en las más variadas actividades; dada mi formación como arquitecto, di clases en universidades e institutos a carreras ligadas a mi profesión, como estudié en un colegio francófono, pude trabajar guiando a grupos de turistas franceses que venían a conocer las maravillas de esta larga y angosta franja de tierra, como mi pasión siempre ha sido el vuelo libre, primero fui instructor de ala delta y después de parapente…
Podría seguir con la lista, pero no vale la pena, creo que ya establecí el punto.
Aunque aun no he llegado a esa edad límite, me siento como un jubilado típico de mi país; con muy poco por hacer dado al confinamiento obligado al que nos tiene sometidos las medidas para controlar la pandemia, sin dinero por estar hace más de un año con trabajos precarios y por sobre todo, viviendo la monotonía de un día igual al siguiente, y al siguiente, y al siguiente…
No tengo dinero bajo el colchón, ni he debido recurrir a familiares, porque afortunadamente si tengo algunas economías que me han permitido sobrevivir hasta ahora, sobre todo porque aún estoy lo suficientemente sano como para no gastar en medicina, de hambre no me voy a morir, de aburrimiento quizás. Lo peor de todo; la rutina tranquilizadora de 9:00 a 18:00 se ha transformado en un continuo eterno sin pausa, sin altibajos, sin variables de las cuales tomarse como para cambiar el rumbo.
Entre 1665 y 1666 el matemático, astrónomo y físico inglés Isaac Newton, desarrolló el cálculo, la teoría de la composición de la luz y la teoría de la gravedad, mientras estaba recluido en su casa familiar para protegerse de una epidemia de peste que asolaba Inglaterra.
Supuestamente Albert Einstein habría dicho: “la crisis es la mejor bendición que puede sucederle a las personas y los países, porque la crisis trae progresos”.
Ojalá este genio matemático tenga razón, porque definitivamente, estamos pasando por una crisis mundial, estoy pasando por una crisis personal.
No soy un genio matemático, pero en el futuro cercano, estoy convencido de que algo pasará como para sacarme de este letargo.