Sud Aca Opina

Me convencieron

Finalmente me convencieron. De tanto repetir, repetir y repetir la auto adulación, terminaron por convencerme. Los americanos son los superhéroes salidos del universo Marvel, únicos capaces de salvar al mundo de todo tipo de mal que amenace con su continuidad. Desde villanos locales, mundiales o extraterrestres, nos pueden defender de todo y todos.

 

En realidad, primero tenemos que hacer ciertas distinciones; primero que nada, no son los americanos, sino los norteamericanos, porque yo también soy americano y no me siento capaz de asumir tan grande responsabilidad. Bueno, en realidad son los habitantes de los Estados Unidos de Norteamérica, porque los canadienses también son norteamericanos y no están ni meridianamente cercanos a querer asumir tan titánica tarea.

¿Cómo no confiar en quienes son capaces de matar a cientos de enemigos con una pequeña pistola, sin siquiera recibir un rasguño?

¿Cómo demoré tanto tiempo en convencerme de que son ellos los únicos llamados a salvaguardar los valores supremos de la democracia?

¿Cómo fui tan ciego de no ver lo obvio?

Ellos son los elegidos.

¿Y yo quién soy?

Solo uno más de quienes conformamos la base de la pirámide donde ellos, y solo ellos, pueden aspirar a estar en la cúspide, sobre todo porque son los supremos defensores de la democracia, por supuesto para ellos y no para quienes osen disentir contra sus ideales.

¿Qué sería de nosotros, pobres seres inferiores, si no fuese por su magnánima dominación a través de su poderío económico y militar?

¿Seríamos capaces de sobrevivir a las adversidades de la existencia si no fuese por su desinteresada protección?

No están interesados en nuestra mano de obra barata ni en nuestros recursos naturales.

Les es indiferente si la moneda de cambio internacional deja de ser el dólar para ser el euro europeo o el yuan chino. Ni hablar de la improbable existencia de un mercado común hispano americano.

Están siempre muy atentos al devenir de los gobiernos de pequeños paisitos, grandes en riquezas naturales, instalando justos dictadores que les representen como salvadores del pueblo.

Los admiro tanto como a Rocky, Terminator o al elegido de la película Matrix.

¿Qué sería de nosotros, pobres ciudadanos desvalidos, sin los exquisitos lugares de comida rápida, que nos han sacado de la desnutrición? Es cierto, ahora estamos sobre alimentados, pero ¿a quién no le gusta comerse una hamburguesa de un cuarto de libra o tomarse un litro de café en polvo, endulzado al máximo y saborizado con cualquier gusto menos café, en vez de una pequeña tacita de granos?

¿Y si no hubiesen intervenido militarmente en Irak? Obvio, estaríamos la mayoría de nosotros muertos por las armas de exterminación masiva y el precio estratosférico del petróleo, sería una realidad.

Son tan sabios, que tienen un método de autorregulación de su población gracias a la asociación nacional del rifle que defiende la tenencia de armas, con lo cual, de vez en cuando, en uno que otro atentado suicida se asesinan algunas decenas de personas, por el solo hecho de estar en el momento equivocado, en el lugar equivocado.

Me convencieron. Quiero ser americano. ¡Oh! Ya lo soy, aunque no me digan gringo.


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