Sud Aca Opina

No es flojo, tiene hambre

«Profesora, no crea que mi hijo es flojo porque no se conectó a la vídeo conferencia de hoy en la mañana. Yo no lo quise despertar para que no pasara tanta hambre».

No es ficción, es realidad. Este mensaje de texto lo escribió una madre a la profesora de su hijo, desesperada por tener solo un plato de arroz para alimentar a su pequeño hijo durante todo el día. Ni siquiera para compartirlo con su hijo, solo para su hijo.

 

¿Y por qué no dejó de pagar su teléfono inteligente para usar ese dinero en comprar comida?

Seguramente porque ese pequeño aparatito es el único medio para solicitar la ayuda que nunca llega o para simplemente comunicarse con alguien que comulgue con su dolor.

Hacía muchísimo tiempo que en mi país no se escuchaba la palabra hambre, de hecho, tenemos el menor índice de desnutrición infantil de América Latina y el Caribe, con solo un 0,5% de prevalencia. Claro que no se si ese índice es válido hoy en día.

Después de saber de un mensaje como el que encabeza este artículo, nuestro mañana se ve, por decir lo menos, sombrío, y no solo por la pandemia que ha causado estragos en las escuálidas economías familiares.

No me referiré a un descontento con la clase política, ni a como el narco tráfico se está apoderando de nuestra sociedad, ni siquiera a una corrupción en aumento ni a la indiferencia social de unos pocos en relación a muchos otros, simplemente deseo reafirmar cuan frágiles somos como especie.

No sé si este virus mutó de manera natural o se escapó de un laboratorio desarrollándolo como potencial arma biológica, solo sé que somos una de las especies más débiles desde un punto de vista vital, capaz de sobrevivir solo gracias a una supuesta inteligencia superior, la misma que nos lleva a paso veloz hacia nuestra auto extinción.

La ceguera egoísta de ciegos que no quieren ver, o sordos que no quieren oír, nos ha traído a un punto de desesperanza en que un virus de tamaño ínfimo, nos está haciendo tambalear como sociedad.

La mamá que envió el mensaje a la profesora de su hijo no sabe de política ni de economía, ignora del equilibrio necesario entre oficialismo y oposición. El producto interno bruto y la tasa de empleabilidad le son conceptos complejos difíciles de entender, no es capaz de escuchar la argumentación de expertos en relación a inflación y desempleo, solo escucha el crujir de su estómago y el llanto de su alma incapaz de darle a su hijo lo mínimo para aspirar a una vida razonable.

Nuestro gran problema actual como sociedad no es el virus contemporáneo ni los problemas inesperados por venir, es el egoísmo de quienes aprovechan situaciones adversas para tener más, más y más…

Contra el virus ya se han logrado desarrollar vacunas, contra el egoísmo, al menos a lo largo de la historia humana, no se ha podido hacer nada.

Todos somos un complejo equilibrio entre ángeles y demonios, con el maravilloso don de crear y también la capacidad de destruir.

Hoy más que nunca, esos oscuros demonios están mostrando su más despreciable proceder.

Mientras las grandes fortunas, en pocos meses se han visto multiplicadas, la madre del mensaje inicial, ha visto disminuida su economía tan deprimida como su esperanza, y lo peor de todo, sin esperanzas de recuperarse.


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