‘Turismo’ y ‘Poetria’ o el drama del turismo, según Tiago Correia
A principios de mayo, aprovechando una estancia en el FITEI do Porto, acudí a una de mis librerías de referencia, la Poetria. Poesía & Teatro. Hace muchos años que la Poetria es el espacio que me permite descubrir libros de artes escénicas y de poesía, en lengua portuguesa.
Allí me comentaron que, por cuestiones de recalificación del edificio que los alberga, las icónicas Galerías Lumière, para convertirlo en un hotel o algo por el estilo, van a sacarlos del sitio en el que llevan desde sus inicios. La única librería de Porto y de Portugal especializada en poesía y teatro. Una de las joyas de la Invicta que está en riesgo de desaparición.
La cuestión es que los alquileres en la ciudad han subido mucho en estos años, por causa de la remodelación urbana, que se ha vuelto muy turística, y resultan inasumibles para una librería como esta. El ayuntamiento y el gobierno deberían de proteger este tipo de establecimientos. Pero, por lo visto, el desalojo es irrevocable. Quizás, la opción más óptima sería que alguno de los teatros públicos de Porto acogiese, por un precio simbólico, en sus instalaciones, a la Poetria, como un servicio necesario para la promoción y difusión de textos teatrales, relativos a las artes escénicas y también de poesía.
Fue en la Poetria donde compré Turismo, de Tiago Correia (Edições Humus, 2020). Una obra que se estrenó el 31 de enero de 2020, en el Teatro Municipal do Porto – Campo Alegre, en una producción de A Turma, con dirección del propio autor.
Un profundo asombro me causó la lectura de este drama trágico, que reflexiona, de una manera cruda, sobre la omnipotencia que está alcanzando la mercantilización turística de nuestras ciudades. La gentrificación, la explotación de las personas y de los recursos locales para un turismo low cost, competitivo y global.
El joven dramaturgo Tiago Correia consigue que todo esto acontezca entre los personajes, de una manera terriblemente creíble, como está sucediendo de facto, en Lisboa, Porto, Santiago de Compostela, Barcelona, etc.
No hay, en la obra, víctimas ni victimarios, sino personas luchadoras y supervivientes, como A Rapariga (La Chica) que estudia para ser actriz, que se enfrentan con fuerzas superiores, como las grandes empresas inversoras y su cálculo de lucros. También personas supervivientes que ya se rindieron a la invasión cuantificadora, como O Polícia (El Policía). Hay un tercer grupo, fuera del de los nuevos amos, representados por el Investidor Estrangeiro (Inversor Extranjero), que estaría formado por las personas que se quedaron en los márgenes. Ahí estarían A Mulher (La Mujer) que duerme fuera, porque fue desahuciada, o A Senhora de Idade (La Señora de Edad), madre de O Polícia, que había sido una actriz de renombre, pero que ahora está sin memoria y sin dinero. A Senhora de Idade vive con su hijo en un pisito de alquiler en los suburbios, porque su piso del centro histórico de la ciudad lo tuvo que alquilar. Y, claro, también están (estamos) los turistas que, aún conscientes de la situación, sacan (sacamos) provecho.
Lo que nos revela esta pieza son los peligros de la dependencia del turismo. Los riesgos que implica, a nivel humano y cultural, convertir nuestros ecosistemas en productos de exhibición y venta y en qué medida somos, tú y yo, cómplices.
El marketing, que aplicamos a todo, y su lenguaje, que va ganando terreno en las interacciones humanas, acaban por abocarnos a la ley de la oferta y la demanda y por someternos al dictado del mercado.
Las amenazas del turismo que nos muestra esta obra, tal cual nos las (re)presenta, no están tan lejos. La historia, que nos pone delante Tiago Correia, resulta contundente y terriblemente posible y próxima. Cuando acabé de leerla y verla en el escenario de mi imaginación, me quedé perplejo y asombrado. Salí del teatro de mi imaginación, dirigido por la lectura de Turismo, diferente a cómo entré.