Y no es coña

El que tenga una misión, que la cumpla 

Comienza una nueva temporada y todo es magnífico si nos atenemos a los gabinetes de prensa de los teatros e instituciones y de todos los palmeros que viven de ellas. Es una nefasta costumbre el no informar, sino hacer propaganda. Pero se ha instalado en el quehacer devaluado de la información cultural y más concretamente en la dedicada a las artes escénicas. Informar no es aplaudir previamente, ni es criticar por adelantado. Es hacer algo tan sencillo como presentar a todos los lectores, oyentes o televidentes lo que se ofrece con la mayor cantidad de datos objetivos, con la menor cantidad posible de adjetivos, muchos verbos, muchos datos y mucho conocimiento. Exactamente lo que ahora no se hace. Ahora se copia y se pega la nota de la agencia de prensa correspondiente y punto. Este sistema es nefasto, pero tiene una explicación sencilla: no hay personal, no hay medios, los especializados viven de las publicidades que les ponen los que generan las noticias y así la cadena de insuficiencias racionales, periodísticas y críticas se retroalimenta hasta el colapso.

 

Por eso hay que aplaudir los pocos lugares de la radio y la prensa donde se continúa ejerciendo una información liberada de emociones directas producidas por la presión económica. He escrito radio por delante, porque hay dos o tres programas de difusión estatal que considero cumplen con esta misión esencial sin estridencias, amplitud de miras y calidad informativa. ¿He escrito misión? Perdonen, pero es que empiezo a tener estas nubes borrascosas en mi cerebelo y cuando veo algo que se acerca a lo canónico en el campo que sea, me parece que quienes lo hacen han consagrado su vida profesional a algún Dios y están cumpliendo una misión en la Tierra. Somos tantos los pragmáticos, volubles, aprovechados y oportunistas, que por eso admiramos en secreto a estos compañeros y compañeras que se dedican con tanto entusiasmo y, sobre todo, rigor, a estos menesteres.

Debe ser muy bonito tener una misión. Y todavía debe ser más que bonito, excelente, cumplirla de manera constante, sin reparar en gastos, sabiendo que en ocasiones te van a señalar por el simple hecho de mantenerte en tus principios, en tus juramentos y fidelidad a unos principios que fuiste adquiriendo por inducción, aprendizaje, convicción y sacerdocio. Me da lo mismo que sea por estar en el método, en todas sus versiones, matices, profundidades e iglesias; el teatro de movimiento o cuerpo; los que militan en las acciones físicas o loas que juran que no hay más verdad escénica, que la poética del gesto. A todos los respeto como si fueran profetas. A todos menos a los que hablan de asuntos performativos, performáticos y asimilados o quienes colocan el adjetivo postdramático sin saber qué significa, ni sus razones de existencia en la teoría escénica. Y desde luego admiro por razones contrarias a las antes explicitadas, a quienes colocan la coletilla de autoficción para encubrir su admiración por el ego confuso, camuflado y simbiótico. Los que están con esa misión merecen mi anatema. Pero es admirable cómo cunde.

Quizás una misión que nadie me encomendó y que cumplo de muy malas maneras es señalar cuando el rey está desnudo y todos aplauden su inexistente indumentaria. Pues bien, empiezan las temporadas, espero que ya nadie se apoye en la COVID-19 para justificar algo, parece que se empieza con muchos bríos, pero los asuntos fundamentales estructurales siguen sin resolverse. Los contenidos de las programaciones siguen dentro del eclecticismo característico. Veo acumulación de temas de moda, los nombres que se repiten, la nueva nomenclatura del teatro español capitalino, las periferias potentes que se retroalimentan, y un nuevo ministro de Cultura, que muestra su disgusto al ser nombrado, lo que es sintomático, que anuncia cosas viejas que debían estar solucionadas hace años y que provoca en los que viven de estar muy cerca de los centros de poder una suerte de excitación sobrenatural. El Estatuto del Artista es necesario, pero no suficiente para rectificar las muchas deficiencias crónicas de todo nuestro sistema. Queda todo por hacer, que veamos buenos trabajos en los escenarios y ya los iremos analizando.


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