Sud Aca Opina

Tarzán sureño

Aaaaaaa, o, a, o, aaaaaaa…

Rodeado de tanta exuberante vegetación sureña, casi me parecía oír el imponente grito de tarzán, ese hombre musculoso, semidesnudo y criado por una familia de simios, mientras viajaba por los árboles ayudándose de lianas.

 

Árboles sobraban, muchos de ellos milenarios, lianas también, pero la verdad sea dicha, con el frío predominante, la creación de Edgar Rice Burroughs, aparecido por primera vez en el año 1912, difícilmente hubiese podido sobrevivir. Sumado al frío y sus más de 110 años de edad, era imposible. Por lo demás, monos tampoco hay, ni cocodrilos con los cuales luchar, menos. No por nada esa zona del sur de nuestro país es conocida como la selva fría, sin ningún animal endémico capaz de matar al ser humano.

Después de más de un año de reclusión debido a la pandemia, auspiciados por unos muy buenos amigos, decidimos ir a aislarnos en el medio de esta selva fría repleta de cursos de agua de todo calibre, lagos, vegetación infinita, volcanes que de cuando en cuando se hacen notar con alguna erupción, pero siempre regalándonos aguas termales, ah, y muy cerca del mar.

Como a mí me gusta caminar, ilusamente se me ocurrió preguntar cuanto tiempo demoraría subir un cerro cercano. Obviamente se rieron de mí, porque al caminar jamás se pisa tierra firme, sino una capa vegetal de arboles caídos, ramas entre cruzadas y hojas, que hacen difícil, sino imposible el avanzar.

Estoicamente acepté la burla e insistí preguntando por alguna posible caminata. Fueron varias las alternativas, pero me decidí por una que primero bordeaba un lago, pasaba por una caída de agua, y terminaba con una hermosa vista al mar.

La sola descripción, entusiasmó a toda la familia, incluso a algunos miembros reacios a caminar. El paseo fue espectacular hasta que… mascarillas en el suelo.

¿Mascarillas?

¿En el medio de ese paisaje solitario donde con suerte nos cruzamos con dos personas durante las 3 horas de la caminata?

¿Será tan potente el virus que es capaz de acechar detrás de un árbol para atacar a algún desprevenido caminante?

Perdón, pero la estupidez humana es superior a cualquier pandemia. En realidad, la verdadera pandemia es la estupidez. Lo malo es que es una pandemia eterna para la cual pareciera no existir vacuna posible.

Quizás estoy emitiendo un juicio muy duro, aunque creo que ustedes estarían de acuerdo conmigo en como los medios de comunicación han usado de manera relativamente eficaz, la herramienta del miedo, para controlar a la población. Método largamente demostrado como eficaz, por ejemplo, por algunas religiones que usan el miedo para controlar a sus adherentes.

Después de ondas reflexiones me di cuenta; Tarzán quizás ya no estaba, pero los hijos que tuvo con Jane, los reconocidos y los otros también, seguramente escaparon de la sobre exposición en África, para venir a refugiarse en este confín del mundo. Motivados por el miedo a extinguirse, usaron mascarillas y al desplazarse por las copas de los árboles, seguramente se les engancharon las mascarillas en alguna rama, y terminaron cayendo al suelo.

Todo tiene una explicación; el ser humano no puede ser tan estúpido como para contaminar lo poco de naturaleza virgen que aún nos queda.


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