Foro fugaz

Los clásicos, ¿actuales o historia?

Se impone hablar de los clásicos cuando estamos en plena celebración de los 400 años del nacimiento de Molière, pilar francés de la comedia. En todas las compañías nacionales francesas habrá puestas en escena para confirmar su actualidad y fortaleza. La más rotunda, por ser de la ‘Maison de Molière’, es la de la Comedie-Française que le dedica una extensa programación hasta el mes de julio, cuando el Festival de Aviñón tome la antorcha. En la programación destaca un ‘Tartufo’ realizado por Ivo van Hove que abre la serie, pero también se presentarán otras puestas en escena de ‘El Avaro’, ‘El Misántropo’, o ‘El enfermo Imaginario’, la obra cadalso de Molière. 

Bien por la celebración, Molière no necesita justificaciones, pero ¿es necesaria tanta profusión? ¿Qué podemos encontrar en la reactivación de un clásico? Molière se impone como una evidencia, pero… «las obras maestras del pasado son buenas para el pasado; no son buenas para nosotros…«, nos dice Artaud en su ensayo ‘Para acabar con las obras maestras’ incluido en el Teatro y su Doble. Juicio tajante y discutible, pero que tiene el mérito de plantear la manera en que los clásicos deben ser interpretados para que le hablen al público de hoy.

Conviene volver a plantearse nuestra relación con el clasismo, desde la invención del teatro por los griegos, los trágicos con la tragedia basada en los mitos, y la comedia, basada en la sociedad. ¿Qué haríamos sin ‘Antígona‘, o sin el personaje de ‘Casandra‘? ¿Qué haríamos sin ‘Lisístrata’, la genial invención de Aristófanes? ¿Cómo sería nuestro horizonte sin un ‘Don Juan’, o un ‘Fausto’, ‘Hamlet’, o ‘Lear‘? Necesitamos a los clásico como raíces, pero su fruto debe ser un presente teatral. Sin creación contemporánea, sin Beckett, Ionesco, Lorca, Koltès, nuestro teatro sería ejercicio estéril. 

El reto en el ‘Año Molière’ es convertir a este autor, que se dedicó al teatro con audaz pasión, en un escritor escénico para esta noche de teatro, para hoy. Si no se logra la fresca risa del auditorio, será una esfuerzo vano, sin consecuencias, para rescatar a un monumento inerte.  

En el ‘Tartufo’ de la Comedie-Française el director Ivo van Hove opta por la versión perdida y censurada de la obra, y se centra en la hipocresía que envuelve a los personajes, sus relaciones ambiguas, la posición dominante a través de la religión y el sexo, la posesión y sus deleites. Las cuestiones religiosas son marginales y la acción se centra en el atractivo de un SDF (Sin domicilio fijo) y el efecto de su entrada en una familia burguesa, en especial en el jefe de la familia, en una dominación hasta la ignominia. La crítica queda confundida y se contradice. Para unos Ivo van Hove hace una puesta en escena superficial con aires de modernidad. Para otros llega a la negrura de las relaciones sadomasoquistas entre dominados y dominadores, sin olvidar la punzante ambivalencia sexual. 

Otra obra que habrá que ver y seguir será ‘El Misántropo’ en la que Molière se ríe de un ermitaño social y de la sociedad plena de superficialidad en la que sobrevive. En estos tiempos de entusiasmo por las redes sociales y su impacto fragmentado, en donde se vive por pantalla interpuesta, habrá que ver que solución nos propone la Comedie-Française.

El ‘Misántropo’ merecería una buena versión en español porque su tema atañe a la ridiculez y necedad de buscar la verdad social en una sociedad que vive en la mentira de su propio espejismo. El reto se iniciaría con la traducción-adaptación que implicaría una reescritura ambiciosa de la obra. La situación del personaje de ‘El Misántropo’ ya es un hallazgo permanente en sí, habría que adaptarlo a la confusión contemporánea. Un reto que espera un audaz retador.

Porque regresando a nuestro tema «ser o no ser» de los clásicos, la razón de su presencia en escena debe ser su fuerza escénica para esta noche, un grupo de actores y creativos la defienda, para que un público, que pagó su entrada, la disfrute. La raíz son los clásicos, el fruto del árbol es el trabajo cotidiano para la representación en el presente absoluto de la escena. 

París, febrero de 2022


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