Bombardear un teatro
Acto simbólico ejecutado desde el aire por un verdugo anónimo: terrorismo macabro, miseria humana, crueldad cobarde: misil lanzado contra el Teatro Dramático de la ciudad portuaria de Mariúpol en Ucrania en donde se refugiaban centenas de civiles, la mayoría mujeres y niños. Un edificio neoclásico ubicado en el centro de un parque que alguna vez fue un remanso de paz. Recinto sin ningún valor estratégico, como no sea el de aterrorizar hasta el delirio a la población civil.
En los alrededores del teatro estaba escrita en ruso la palabra niños para significar que era una zona muy sensible en donde se refugiaban infantes. No obstante el sitio fue bombardeado con saña, dejando una secuela de destrucción. Tal parece que la advertencia de que había niños en el interior, lo convirtió en un blanco perfecto.
¿Qué significa que un Teatro Nacional sea tomado como objetivo de un bombardeo de guerra? No tengo respuesta. Ante el desenfreno homicida no hay lugar que se respete, se va a arrasar con todo, ¿pero por qué un teatro? Por lo mismo que se han lanzado ataques contra hospitales y escuelas, contra casas habitación y oficinas, ¿por qué habría de salvarse el teatro, puesto que el método es crear el máximo terror entre los civiles? Pero un teatro en donde se refugiaba la población civil, es un acto de pura barbarie.
El Teatro Dramático de Mariúpol corresponde a los Teatros Nacionales de Europa. Al ver su fachada (antes del bombardeo), recuerdo los centros culturales que dan realce a la actividad artística de las ciudades de provincia. Me afectan estas imágenes porque me recuerdan que la guerra que padecemos desde hace un mes es una guerra europea, es una guerra de esta tierra, una guerra contra nuestra cultura. El terror viene porque cada imagen de lo vemos que pasa en Ucrania es lo que podría pasar aquí, ver los teatros destruidos, los hospitales bombardeados, los edificios con sus habitaciones en flamas: la guerra es aquí, cercana a nuestras fronteras, lo reconozcan o no los dirigentes de Europa.
Putin aprendió la geografía cuando Europa estaba dividida en dos bloques, y la Rusia soviética dominaba más de la mitad de Europa: Polonia, Checoslovaquia (hoy Chequia y Eslovaquia), Hungría, Rumania, y la mitad de Alemania, así como la antigua Yugoeslavia de Tito. Por no hablar del poder que tenía sobre Austria, Finlandia, Suecia, y los territorios anexados de Bielorrusia, las Repúblicas Bálticas, Georgia.
En la escuela seguramente supo de la invasión y matanza en Hungría contra la sublevación popular de 1956, la represión de obreros en Berlín en 1953, y sobre todo, de la invasión de los países del Pacto de Varsovia contra Praga y su gobierno, tímidamente liberal en 1968. En su cabeza no ha cambiado nada de esto y quiere recuperarlo porque hasta ahora ha actuado con absoluta impunidad, ya sea asesinando opositores, encarcelándolos, o invadiendo territorios. ¿Quién va a atreverse a detenerlo? Tenemos que aceptar que la guerra es contra Europa. Qué los próximos serán Estonia, Lituania, Letonia, y después los otros.
Mientras tanto la oposición a la guerra surge en el corazón mismo de Rusia. Los artistas se opone a esta guerra arbitraria y fratricida. No es una casualidad que ahora el dictador ataque al enemigo interior y amenace con “limpiar” a los “traidores”. Opositores a esta guerra sin sentido los hay entre los creadores y artistas. Por ejemplo, la estrella del Bolshoi Olga Smirnova se exilió en Holanda. Antes de partir dejó el siguiente mensaje en Twitter:
Nunca creí avergonzarme de Rusia; Siempre estuve orgullosa del talento del pueblo ruso, de nuestra cultura y del nuestras capacidades atléticas. Pero ahora creo que se ha trazado una línea que separa el antes del después.
El bailarín estrella retirado Mijail Baryshnikov, refugiado en Estados Unidos, opinó en una carta abierta que los ucranianos defendían nuestra libertad.
Los videastas de animación rusos organizados en el #animatorsagainstwar se han manifestado en creaciones urgentes de cortometrajes de animación en contra de la invasión a Ucrania y en defensa de la paz. Para miles de rusos con lazos afectivos en Ucrania el ataque y la guerra es un despropósito total.
Terrible realidad la que nos espera en los próximos meses porque la destrucción de Ucrania es apenas el principio de una tragedia total que no va a limitarse al ámbito de un teatro aplastado en el puerto de Mariúpol con decenas de niños en su interior. Y es una guerra que no va a detenerse con amenazas. Cuando caiga Kiev, no sabemos cuál teatro será el siguiente. Trágicamente.
París, marzo de 2022
Somos espectadores de nuestra propia destrucción y no podemos hacer nada más que indignarnos , que pequeños somos,