El cofre de la memoria

Borges habla de J.B. Priestley

Buenos Aires es una ciudad que posee un espacio en el cual, a veces, ocurren pequeños milagros, que no siempre son posibles de alcanzar. Pero en este caso la Diosa Fortuna me acompañó en ese año 1981. Buscando cartas familiares y de amigos de Ulises Petit de Murat, en casa de su hermana Fedra Sofía (Beba), ésta me dio la posibilidad de acompañarla al departamento de Borges, y ella grabar la conversación que luego me transcribió. Era un acto inédito de Jorge Luis Borges. Sereno y pausadamente habló de varios temas. El primero fue el de John Boynton Priestley.

Le pedí autorización para publicar estos textos, que tienen la frescura de una conversación de café, o la respuesta de un profesor a una alumna inquieta.  Por lo tanto les entrego a los lectores a un Borges coloquial e íntimo, con sus pausas y repeticiones, con sus asombros y cuestionamientos. Un Borges, al que con cierta nostalgia recordamos todos aquellos que fuimos alguna vez sus alumnos escuchando embelesados sus clases que eran como pequeñas conferencias. Por lo tanto esta conversación la respeté en extremo, para tomar su propia voz y no la de la de mis arreglos de entrevistadora.

 Pero también en estos textos se encontrarán otras facetas de Jorge Luis Borges, su sencillez, predisposición, y ese humor mordaz de los porteños, como se les llama a los habitantes de la ciudad de Buenos Aires.

 En fin, este es otro Borges, cotidiano y locuaz, no menos interesante que el minucioso escritor: 

“Yo recuerdo que J.B. Priestley, que era de Bradford, había empezado escribiendo vastas y populosas novelas a la manera de Dickens. La más famosa es ¨Angel Pavement…» después, se dedicó al teatro. Leyó sin duda textos de J. W. Dunne y un libro del teósofo ruso Uspensky que le interesaron por el tema del tiempo, y los problemas del tiempo.

El libro de Dunne tiene un título lindísimo, quizás el más hermoso de todos los títulos “An experiment with time” (Un experimento con el tiempo), ésta basado en sueños. Dunne tenía la idea de que los sueños no son sucesivos. Por ejemplo: en la realidad, nuestra realidad, nuestra vigilia es sucesiva, pasamos de un momento a otro y el primer momento se convierte en pasado y el que viene es futuro. Pero, Dunne llegó a la conclusión, y la basó en una suerte de estadísticas de sueños, que cuando soñamos no lo hacemos suficientemente, sino que, en una especie de modesta eternidad personal, somos sensibles del pasado inmediato y del futuro inmediato, y esto vendría a ser lo mágico. Es decir: hoy estamos en sábado entonces esta noche tal vez sueñe con el día de hoy, con el de mañana, con el de ayer y, quizás, con el de pasado mañana también. Todo eso se ve como una suerte de eternidad, se ve simultáneamente, pero como estamos acostumbrados a vivir sucesivamente cuando nos despertamos le damos un orden sucesivo, de  igual manera que si nos muestran una página, y no estamos leyendo hebreo desde luego, tendemos a leer de izquierda a derecha y empezando por la  parte de arriba. Dunne sostenía que nuestro recuerdo de los sueños no corresponde a nuestra experiencia personal de los sueños, que le damos un falso orden sucesivo a las cosas, como si le colocáramos una pequeña fábula que no corresponde al sueño. Luego llega a una teoría que él llamó ¨Series de Tiempo¨. Esa teoría, yo, creo que está equivocada. La idea de que, si el tiempo fluye, tiene que fluir dentro de otro tiempo, y que ese tiene que fluir dentro de otro , por lo tanto, así van a existir un número infinito de tiempos…

El libro de Uspensky interesó mucho a Priestley y llevó esta idea a las posibilidades literarias, y escribió los ¨Times comedies¨. En los “Times comedies o Times plays¨, no recuerdo bien como los llama, siempre se juega con el tiempo. Por ejemplo, hay una de ellas, la que ustedes mencionan, ¨Time and the Conways¨, es la más patética, en la cual el orden de los actos que debían ser A – B – C,  los presenta A – C – B.  Entonces, nosotros sabemos que los personajes van a llegar a un fin muy triste,  pero en lugar de mostrarnos como llegan a ese fin, nos muestra el momento triste en el segundo acto y en el tercer acto nos los muestra confiados, y nosotros sabemos que van a ser defraudados y engañados. Luego tiene otra pieza que está basada en esa teoría cíclica del tiempo, ¨I have been here before¨, tomó el título de una poesía de Rossetti…

Esta teoría del tiempo suele ser adjudicada a Nietzsche, pero él fue el último en descubrirla, ya que los pitagóricos y los estoicos sostenían esa doctrina, y en ¨La Ciudad de Dios¨ de San Agustín, hay un libro entero dedicado en refutar esa teoría de que el tiempo es cíclico. Hay una metáfora muy linda de San Agustín en la cual dice que: ¨La Cruz,  debemos pensar en la forma de la Cruz, nos ha salvado del laberinto circular, el eterno retorno de los estoicos¨.  ¿Muy linda esa idea, no? De un lado la Cruz y la Cruz inscripta y borrando el círculo en que el tiempo se repite infinitamente. San Agustín atribuye esa idea a Platón, es que no sabía que era de Pitágoras, en fin, él la discute y la refuta. La razón no movió a San Agustín a negar esa doctrina, fue una razón teológica. Él pensó que, si la historia es cíclica, entonces la redención del hombre, la crucifixión ocurriría un número infinito de veces, entonces Cristo quedaría como un  “pruebista” que cada tantos siglos se hace crucificar y eso parece indigno de la Majestad Divina…

Priestley tiene otras obras en las que juega con la idea de que nosotros tenemos un número infinito de porvenires, pero que se cumple uno solo. Por ejemplo, ustedes han venido esta mañana a casa, entonces ya se cumplió un tiempo en el que ustedes llegaron y las consecuencias de su llegada, el hecho que ustedes no vayan a hacer lo que tenían que hacer…  Pero, si ustedes no hubieran llegado yo habría pasado una mañana bastante solo y ustedes hubiesen hecho algo distinto. Entonces en  ¨Dangerous corner¨ hay un momento en el cual una persona comete una “gaffe”, dice algo que no debió decir, y se desencadenan una serie de consecuencias que llegan a ser inverosímiles, hay un suicidio, no sé muy bien, pero eso es en el segundo acto y luego en el tercero nos encontramos de nuevo en el primer acto; los personajes dicen exactamente lo mismo, pero cuando llegan a la esquina peligrosa, el ¨Dangerous corner¨, logran sortearla, no se dice aquello peligroso, entonces todo se arregla bien…

Estas son las obras que yo recuerdo, pero creo que tiene otras basadas en el mismo tema. ¨An Inspector Calls¨ también es muy linda porque tiene la idea del tiempo cíclico, es muy buena, creo que la mejor,  trabaja con prototipos en esa pieza. Todos de una u otra manera son culpables de esa muerte que ocurre en la trama, y cuando todos creen que están libres de esa culpa el inspector llama ¨An Inspector Calls”. Dangerous corner¨ no es tan buena, como está jugando con algo que no ocurre realmente, tiene escenas muy violentas, y hasta creo hay ciertos rasgos de homosexualidad también, elementos así, para llamar la atención.

Vi las obras de Priestley en el Teatro Odeón, aquí en Buenos Aires, recuerdo que fui con mi madre a ver ¨An inspector calls¨ y me impresionó mucho porque no la había leído…

Estas obras de Priestley han tenido mucho éxito en Alemania. Allí ya es casi un clásico, no sé porque, ha habido algo que les agradó particularmente… Actualmente Priestley, en Inglaterra, no se lo ve como un escritor muy importante, digamos más bien que lo han catalogado como un escritor hábil y muy inteligente, que ha explotado las posibilidades literarias del tiempo. Recuerdo que hay otra obra cuya protagonista es una actriz en la que también se juega con el tiempo…

Los filósofos han estado estudiando las posibilidades del tiempo, pero a nadie se le había ocurrido aplicar eso al teatro. El que lo hizo y llevó esas  ideas, aunque no eran suyas por supuesto, fue Priestley y las manejó con gran eficacia.

Si usted piensa en una pieza de Bernard Shaw, o en una de Shakespeare usted piensa en los personajes. Pero, en Priestley todo está suspendido al mecanismo de la pieza. Ese viene a ser su defecto, el hecho de haber escrito una especie de máquina ingeniosa, pero usted no ve realmente seres humanos. Ocurre, un poco, lo que sucede con la novela policial, en la que todos los personajes son engranajes de un mecanismo que es el argumento de la novela. Por ejemplo, cómo se comete un crimen en un cuarto cerrado, etcétera… etcétera…

Lo que le echan en cara a Priestley, de sus obras, es que los personajes no existen fuera de la trama. Pero Priestley pudo haber contestado que a él le interesaba la trama. También tiene dos volúmenes, muy lindos, de autobiografía, él pasó una larga parte de su vida en California…

Pienso que ¨An Inspector Calls¨ es su mejor obra de teatro, porque en las otras todos los personajes están supeditados a un mecanismo, pero en esta pieza son seres humanos, en las otras no, existen menos. Existen, me parece a mí, como elementos necesarios para un dibujo…

Quizás una de las teorías más curiosas sobre el Tiempo que utilizó es la del metafísico inglés F.H. Bradley, la encontré también en un verso de Unamuno.

Uno siempre concibe el tiempo, parece una metáfora natural, como un río que fluye del pasado al porvenir. En cambio, Bradley, opinaba que no, que el tiempo fluye desde el porvenir hacia el presente, que el presente es el momento en el cual el porvenir se desintegra en pasado. Según esta teoría nadamos contra la corriente, tenemos el manantial del tiempo; yo voy nadando en sentido contrario al de la corriente y hay un momento en el cual no cuento con el porvenir, y ese momento se le llama presente. Es el momento en que el porvenir se desintegra y se convierte en pasado. Estas ideas tan raras las encontré en un soneto de Unamuno que dice: ¨Nuestra vida fluye desde su manantial que es el eterno porvenir ¨… Es decir la misma idea de Bradley, que la vida fluye desde el porvenir, no desde el pasado. Es una idea rarísima… Las novelas de Priesley están hechas un poco como la creación de  Dickens, de tomar vida de la gente humilde de Londres, y muchas vidas, son novelas muy, muy, populosas, con muchos caracteres como las del Balzac o Dickens con veinte o treinta personajes en un libro y le gusta llevarlos a través de muchas vicisitudes.  Empezó siendo novelista popular a la manera de Dickens, luego publicó esas biografías y después se dedicó a las posibilidades del teatro. Tiene que haber hecho mucho dinero. Sobre todo lo que ganó en Alemania y en todo el mundo con sus obras de teatro. 


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