Ir al teatro
Fui a ver la obra Drôle de Genre, título en francés difícil de traducir que nuestro gusto por los vaudevilles podría traducir como La Señora era Señor en la que actúa Victoria Abril en el teatro del Renacimiento en la zona de teatros del centro de París. Teníamos tentación de ver a la actriz de cine ahora en el teatro, y la experiencia fue muy estimulante: Victoria Abril brilla en la escena.
Lo sabemos todos, ir al teatro es un acto de paz, es participar en una acción colectiva guiados por un grupo de creadores (actores, directores, escenógrafos, iluminadores, músicos, etc.), es conjuntar nuestra energía de público con la energía ambiente de una ciudad. Asistir a una representación es refrendar nuestra fe en la potencia creativa humana. Y hoy, cuando una guerra invasora cimbra Europa, lo apreciamos más que nunca: ¡Qué gusto vivir el teatro!
Nos sentimos sobrevivientes: de una peste que a pesar del disimulo sigue aquí, mortífera y silenciosa, pertinaz y soterrada, y también de una cruenta guerra europea que amenaza la civilización y a la que asistimos impotentes. Tenemos miedo. Se nota en una especie de carnaval permanente por las calles de París. Una sobrexcitación en un tumulto frenético con personajes insólitos reunidos en las terrazas de los cafés, en antros repletos con gente que busca el elixir que aplaque su ansiedad, cines y teatros a tope, jardines como romerías interminables. Se vive como si estuviéramos en las puertas de la muerte, ¿y quién nos dice que no lo estamos?
En la obra Drôle de Genre de Jade-Rose Parker se dice en un momento dado de la pieza, …parece que vivimos como hace 100 años, ¡No hemos aprendido nada! Y sí, los locos años veinte regresan en el siglo XXI. Eso es lo que sentimos al avanzar por la rivera del río Sena. La potencia humana que se siente amenazada decide exhibir su existencia en un aquí y ahora.
Pero vayamos a la presencia de Victoria Abril en Drôle de Genre (La Señora era Señor), acompañada por Lionnel Astier, un dúo que sostiene la obra dirigida por Jerémie Lippmann. Un enredo de nuestro tiempo con cambios de sexo, políticos en la cuerda floja que por un lado tienen el abismo de la corrupción y por el otro el de la mentira, mientras las relaciones humanas necesitan refrendarse cada día. Victoria Abril es una excelente actriz que sin dejar sus raíces españolas, se ha afincado en París. De ella emana una energía pura sobre el escenario. Su partenaire Astier sostiene con brío la avalancha de vigor, para deleite del público.
La Abril y Asiter no están solos, los acompañan dos actores jóvenes: Axel Huet y la autora de la pieza y actriz, Jade-Rose Parker. Resulta interesante ver como estimula a esta actriz-dramaturga los efectos de su propia obra. Su rostro brilla al interpretar su propia pieza, el fruto de su inspiración y trabajo. Y durante la ovación final Victoria Abril destaca que esa actriz que tiene un papel secundario es la autora de la obra. Gesto significativo de la Parker, otorgarse un papel no protagónico, dejar la dirección de su obra en otras manos con más oficio. No engolosinarse con el poder del escenario. Talento que se confirma, pues ella ya ha actuado en películas importantes y en otras obras, además de que acaba de publicar una novela, escrita seguramente durante los meses de reclusión obligados por la pandemia, como ocurre con la obra Drôle de Genre (Género especial) o La Señora era Señor si adoptamos la mentalidad de un productor sensacionalista.
En todo caso se lucha contra la apatía y la angustia gracias a la temporada teatral; París es un carnaval en el que cada cual teje y exhibe su personaje. Y encontramos a Victoria Abril en la plenitud de su talento en el Teatro del Renacimiento. Un mensaje de vida en tiempos de caos.
París, marzo de 2022