Foro fugaz

Combate final

Tiene 97 años y su estado de salud es frágil. Cuando Peter Brook fue a recibir el premio Princesa de Asturias en 2019, lo llevaron casi en andas, pero ahí estuvo para compartir su alegría con anfitriones y galardonados. Su debilidad es evidente, y sin embargo se mantiene activo. Acaba de presentar una versión de La Tempestad de Shakespeare, en el teatro Bouffes du Nord de París, acompañado por su cómplice y colaboradora, Marie-Hélène Estienne, indispensable en los últimos trabajos de Brook.   

Para esta versión de La Tempestad, Peter Brook y Marie-Hélène Estienne dialogan en escena con actores y público durante la representación, para señalar que el acto teatral es modulable, especialmente cuando se trata de una obra tan abierta a las interpretaciones. Así cobra sentido la denominación Proyecto: La Tempestad, porque no es el resultado final de una serie de ensayos, sino acaso el principio de una confrontación con el público; tal vez así la soñó Shakespeare, diálogo entre las sombras de un naufragio y el público. Porque La Tempestad es la historia de un mago desterrado, Prospero, y tal vez en los últimos años de su vida Brook y su cómplice MH Estienne, estén tentados por la magia, la magia secreta, indispensable y al alcance del público, de la escena. 

Esta obra ha sido dirigida por Brook desde 1957 con la Royal Shakespeare Company, después ha sido analizada, revisada, vivida, traducida varias veces hasta llegar a esta depuración que cambia al ritmo de las presentaciones y de la gira que desde hace meses realiza por Francia y países francófonos fronterizos. Es una Tempestad itinerante en donde la palabra cobra un aliento grave, una especie de Abracadabra mínimo, rústico.

Como la promesa de eternidad no ha sido cumplida hasta ahora, suponemos que por su edad Peter Brook está en la frontera de la vida, pero mientras tanto aquí sigue en su combate, por cierto, nada solitario pues además de Marie-Hélène Estienne cuenta con la colaboración de extraordinarios actores que participan en este experimento-proyecto del Bouffes du Nord. La actitud de Brook nos recuerda esta idea de La Celestina: Nadie es tan viejo que no pueda vivir un año más, ni tan mozo que hoy no pudiese morir. En la novela Zorba el Griego de Kazantzakis se da una versión más cotidiana: Vive con la intensidad de saber que puedes morir mañana, y con la convicción de que vivirás cien años. Así Peter Brook. 

Los años confieren experiencia, mas limitan imaginación y audacia. Lo vemos en el espejo de la ciencia, aunque la composición musical nos contradice, Shostakovich, Beethoven, Stravinski y otros han compuesto durante toda su vida y en sus últimos años con igual intensidad que al principio. Peter Brook parece dispuesto a usar su experiencia y apoyarse en trabajos en equipo para seguir activo, creativo, en el combate. Y La Tempestad es para él, el resumen de las ambiciones de Shakespeare y eso es lo que trata de mostrar en su investigación escénica. Falta la fuerza escénica de su momento mágico que fue el Mahabarata, pero queda la ambición y el deseo de pureza y limpidez. 

Apuesta difícil, que corre el riesgo de quedarse en la contemplación. Ahí aparece la pulcritud del reparto, y la presencia amiga y talentosa de Marie-Hélène Estienne. Así como los encuentros con un grupo de actores salidos de la escuela de Lecoq reunidos por Jos Huben, con los que trabajó esporádicamente en la obra El hombre que… inspirada en un libro de Oliver Sachs. 

Laberinto escénico la vida de Peter Brook, teatro y su teoría, el cine y sus confusiones, libros de memorias… Una vida en el escenario, hasta el final, que anticipamos como un principio. Y la palabra final de la obra es set me free (liberadme)… lo que sigue es magia pura encerrada en el sueño de una representación.. 

París, mayo de 2022


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