Para quien sienta pasión
Aún habrá quien piense que los sentimientos fuertes, la atracción, el entusiasmo y otras afecciones, solo se pueden sentir cuando se desata el cóctel bioquímico del enamoramiento por otra persona. Y, más allá de los efectos de esas drogas endógenas del enamoramiento, la atracción y el entusiasmo que también pueden suscitar las conveniencias, el afán por acumular dinero, prestigio, poder, etc.
Muy lejos de todo eso está la pasión que despiertan las artes vivas, esas que no se fijan en un papel (literatura), un lienzo (pintura), un bloque de piedra o de otro material sólido (escultura), una pantalla (cine, vídeo…) etc.
Me da la impresión que en las artes escénicas, que se hacen ENTRE personas que actúan y se afectan mutuamente, en la vibración generada por la acción teatral o por la danza, en su plasticidad visual y musical, despiertan una pasión más intensa que cualquiera de las otras artes. Si ves una película que no te gusta, no te provoca la misma ira que te puede provocar estar viendo una obra de teatro pretenciosa, de cartón piedra. No sales de la sala de cine pensando en que no quieres volver nunca más a ver una película. Sin embargo, cuando alguien va al teatro y se aburre, lo pasa mal y siente un hartazgo que lo disuade de volver. Si ves una escultura o una pintura que no te gustan, pasas de largo y ya está. Si coges un libro y, después de leer unas cuantas páginas, te decepciona, lo dejas y ya está. Con el teatro o con la danza, no obstante, acontece algo diferente, como si los sentimientos se acentuasen, igual que en un encuentro con alguien que te gusta o que te decepciona. Quizás porque en las artes escénicas actúan tanto las espectadoras como las actrices y actores, bailarinas y bailarines. También quien lee un libro participa en su creación al ir imaginando, razonando y recreando lo que lee. Pero en un espectáculo, además, intervienen los instintos animales y las intuiciones inconscientes, que se activan entre los ser vivos que comparten un espacio y un tiempo. En otras palabras: hay una química retroalimentada, una respiración, un juego de tensiones rítmicas, que pueden generar un solo cuerpo comunitario, que alientan un sentido difícilmente definible. Un sentido que se vuelve necesario y que une, que re-liga (como en la religión). Y el ser humano necesita, para ser humano, de esa relación en la que mirarse, en la que ver. Teatro, etimológicamente, viene de esa raíz: ver. El espejo, la lente que necesitamos para ver(nos) y para construirnos como ser(es). Un relato que se construye, en vivo y en directo, en aquel juego que un equipo artístico trazó en una dramaturgia concreta, la del espectáculo en el que estamos participando.
Por eso dudo que las artes escénicas permitan relaciones desafectadas, tibias, de gente aislada tras pantallas o parapetada en compartimentos rígidos y estancos.
Ha llegado el solsticio de verano con los festivales de estío. Por el San Juan arrancó la 39 Muestra Internacional de Teatro Cómico y Festivo de Cangas do Morrazo, la MITCF, hasta el 9 de julio. El 4 de julio ha comenzado el 39 Festival de Almada, que va hasta el 18 de este mes. Del día 15 al 24 de julio tenemos la 38 Muestra Internacional de Teatro de Ribadavia, la MIT. Esto en el Eje Atlántico peninsular. Luego también, por estas fechas, el GREC de Barcelona, el Festival d’Avignon, etc. Por tanto, estamos ante un mes propicio para desatar la pasión por las artes escénicas, con altas dosis de fruición. Todos los días uno o más espectáculos de diversa índole y otras actividades relacionadas. Algo que no acontece todos los meses del año.
¡Si consigo salir vivo de ésta, nos leemos en el siguiente artículo!