‘El 104’, de funeraria municipal a Centro Cultural Urbano
Estuve ahí antes de que cerrara por las vacaciones de verano y bailé. Sí baile a compás de una robusta disc-jockey y una orquesta de feria para los bailes populares. Porque esa es una de las características de este centro cultural multidisciplinario parisino: te ayuda a participar en sus múltiples actividades, que van del teatro a las exposiciones, de la danza a la práctica del baile, espacio para tomarte un café o para participar en una clase de salsa.
‘El 104’ es un refugio cultural que ha evolucionado con el tiempo. Situado en un barrio desangelado y conflictivo del norte de París, (ese París olvidado de las guías turísticas), antiguas Pompas Fúnebres Municipales, inaugurado en 1874, funcionó como monopolio hasta 1997. Es un conjunto de edificios concebidos como un centro de actividades funerarias, que se convierte en centro cultural en 2008.
Sus primeros años son caóticos, ‘El 104’, llamado así por el numero que le corresponde en la calle frente a las vías de tren, casi naufraga debido a lo alejado de los intereses culturales de la ciudad y a la zona en la que fue edificado. A pesar de ser un espacio insólito, espectacular, clásico, parece ingobernable, de difícil acceso y programación, y la alcaldía de París está a un paso de cerrarlo. Hasta que aparece en 2010 un personaje providencial: José-Manuel Gonçalvès que toma la dirección del sitio. A partir de ese año el cambio ha sido espectacular.
Porque para Gonçalvès cultura es participación en sus diversas expresiones. Gonçalvès ha conseguido algo primordial para un centro cultural en una zona marginal: lograr que el visitante se sienta libre en ese espacio. Esa libertad alcanza para todas las edades, para los habitantes pobres del barrio, para los visitantes branchés de otros ámbitos, los niños juegan, los adolescentes tienen sus crisis de soledad recargados en sus pilares, los bailarines de ocasión se explayan, los grupos ensayan sus coreografías rústicas, la programación teatral es rica y audaz, a precios módicos… libertad que es lo que debe ofrecer un centro cultural. Eso es lo que ha logrado el director, un espacio de creación y libertad para cualquier visitante.
Así se presenta en su sitio Internet (https://www.104.fr/104-pour-tous/decouverte-du-lieu.html) :
Ubicado en el distrito 19 de París, ‘El 104’ es un recinto de residencias artísticas, de producción y difusión de las artes para públicos y artistas del mundo entero. Ideado como una plataforma colaborativa, es un espacio para las expresiones artísticas actuales, a través de una programación resueltamente popular, contemporánea y exigente.
En esta presentación se explica el espíritu infundido en esta enorme espacio.
José-Manuel Gonçalvès es un hijo de inmigrantes portugueses, él mismo nacido en Lisboa y traído a Francia a los 6 años. Conoce desde dentro lo que es la inmigración y sus guetos, y su desarrollo profesional lo lleva a integrar esta experiencia en la cultura. Es un ejemplo vivo de la capacidad que tiene Francia para integrar talento, aunque venga del extranjero. Lo vemos con el director del Teatro de la Colina, el dramaturgo Wajdi Mouawad que viene de Líbano, y lo vemos con el futuro director del Festival de Aviñón, Tiago Rodrigues, que también es portugués.
Insisto en la principal característica de ‘El 104’: la sensación de libertad entre sus muros. No se necesita una inscripción para entrar, participar en algunos talleres es casi gratuito, el espacio de usos múltiples está abierto a todos, las funciones de teatro son a precios accesibles, el cine es casi gratuito, en fin…
Mi conclusión es que un centro cultural debe abrirnos las puertas a una libertad interior tan importante en estos tiempos de confusión y medias verdades.
París, agosto de 2022