Críticas de espectáculos

A brazo partido/Matarile/Sala Galán

Fiesta de los signos
33 Sitges Teatre Internacional
Obra: A brazo partido
Autora: Ana Vallés
Intérpretes: Helen Bertels, Juan Berzal, Ana García, Eugenia Iglesias, Roberto Leal, Daniel Moreno, Ana Vallés
Espacio escénico e iluminación: Baltasar Patiño
Dirección: Ana Vallés
Producción: Matarile Teatro- Teatro Galán
Mercat – Sitges- 06-06-02
En tiempo de crisis, el metateatro se convierte en un perfecto asidero para contar historias escénicas. Muchas veces para cuestionarse la esencialidad del propio teatro, en otras, como en esta fiesta de los sentidos y las emociones teatrales, es un simple recurso para plantear otras disquisiciones sobre la condición humana. Una cuadrilla de entes, seres fantasmales, espectros cabareteros, signos de tantas simbologías y mitologías escénicas. Un trabajo divertido, formalmente muy ágil, pero que plantea en su puesta en escena una fuerte recomposición de los lenguajes teatrales, de la propia interpretación en donde los actores asumen unos papeles de los que se desprenden, los colocan al lado, los metabolizan o los expulsan de su discursos.
Quizás haya sido el trabajo más celebrado en esta edición del SIT, y es que llegó en el momento oportuno para mostrar algunas posibilidades de lo que pueden ser las nuevas dramaturgias, las nuevas puestas en escena, el teatro convertido en un hecho irrefutable, en un acto único, que no necesita de nada más que su propia teatralidad, la textualidad como una de las bases, el movimiento, la música como parte del mensaje, el espacio, la luz, es decir teatro, simplemente teatro, para contarnos una emoción, quizás una historia de la humanidad, hasta es posible que se resuma todo el escepticismo de la lucidez histórica, pero que se expresa en una fiesta de signos teatrales que se van codificando en el espectador a través de una acción reflexiva y emocional que se funden y se convierten en una sensación de placer con muchos puntos de influencia.
Un equipo sólido de actores, textos fragmentarios, movimientos que se significan, una estética mixta entre el esperpento más estilizado al magma folclórico y populista de las canciones que conforman la memoria emocional, todo un ejercicio de equilibrismo teatral que se resuelve con calidad y procuran una satisfacción inconmensurable, una reconciliación absoluta con la teatralidad del teatro, la experimentación en territorios explorados que necesitan nuevas cartografías para su reconocimiento.
Carlos GIL


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