A río revuelto…
Ante un encabezado como este, y dado lo revuelto de la situación actual, no solo en mi país, sino que, a nivel mundial, deberíamos preguntarnos quiénes van a ser los pescadores. En mi querido país, Chile, el río esta revuelto como hace mucho tiempo no lo estaba. A fuerza de mensajes de supuesta prosperidad fuimos normalizando el abuso contra la dignidad humana y nada nos parecía extraño. Los pocos dueños del país, exageraron su ambición e incluso invitaron a capitales extranjeros a venir a estrujar el limón, hasta la última gota, incluso apretando la cáscara.
Se nos hizo normal el hecho de ser el único país del mundo donde el agua es privada, con incoherencias tales como la de que, con el dinero suficiente, se puede comprar un río. Los medios de transporte tienen tarifas diferenciadas para aprovechar los horarios punta y engrosar las arcas. Los medicamentos pueden tener diferencias de 1 a 10 en el mercado nacional y hasta 32 veces más caros comparados con un país desarrollado, no exagero, es verdad. Si las mujeres no quieren pagar un sobre precio, deben renunciar a su legítimo derecho de ser madres, los llamados “planes de salud sin útero” y los ancianos reciben lapidarias cartas de su aseguradora de salud en que de manera muy elegante le anuncian que su plan de salud va a ser más caro, esto, aunque nunca se haya enfermado durante toda su vida laboral. La jubilación, esa que en alguna vez se nos prometió iba a ser igual al sueldo, es un castigo que obliga a seguir trabajando para financiar a farmacias y empresas administradoras de previsión social coludidas para, ya sabemos, exprimir el limón.
¿Previsión? ¿Cuál?
Se nos hizo normal que en el poder legislativo los salarios sean casi 40 veces superiores al sueldo mínimo, por decir lo menos, especial, ya que son los mismos senadores y diputados quienes fijan tanto el sueldo mínimo como el propio. Algunos senadores, los más despiertos, pero no necesariamente los más trabajadores, ganan 50 veces el sueldo mínimo. Esos nobles señores trabajando por el bien público, engrosan su patrimonio a costas del desmedro público. Claro que la discusión para fijar el sueldo mínimo dura meses, para dar la impresión que en la cámara se trabaja arduamente y el aumento de su propio sueldo, es aprobado de forma exprés, demostrando su eficiencia diferenciada.
Se nos hizo normal que la mayor parte de las jubilaciones estén por debajo del sueldo mínimo y que este a su vez, esté por debajo de lo considerado como línea de la pobreza.
Me faltarían paginas para describir los factores responsables de este descontento social que ha revuelto el río.
La destrucción de la infraestructura física ha sido considerable. A nuestro orgullo nacional, el tren subterráneo, le han incendiado decenas de estaciones.
Como suele suceder, porque siempre ha sido así, primero son las demandas legítimas, se caldean los ánimos y empieza la destrucción, y la destrucción abre paso al vandalismo; supermercados, farmacias, grandes cadenas del retail,… robos destrucción e incendios por todas partes. Santiago, la capital, aun no parece una ciudad víctima de un bombardeo, pero falta muy poco.
No solo se ha destruido infraestructura física, lo peor de todo es que se han destruido las confianzas.
Ya no se tiene confianza en las instituciones, la única que se está salvando son los bomberos, los cuales en su mayoría no solo son voluntarios, sino que son ellos mismos quienes financiarse, por ejemplo, los uniformes. Militares, policía, diputados, senadores, incluso nuestro actual presidente fue enjuiciado por un fraude hace años atrás ¿un pecado de juventud? más bien un presagio de lo que vendría. Después de todos los casos de corrupción ventilados últimamente, para nada es de extrañarse.
Si el estado, no solo da señales de corrupción y robo, sino que enseña con su actitud ¿Qué se puede esperar de los ciudadanos de a pie que a duras penas ganan lo suficiente como para llegar a fin de mes?
Este río revuelto ha destruido mucho y evidentemente habrá que reconstruir para que la vida continúe.
¿Quiénes reconstruirán engrosando así su patrimonio?
Conteste usted.
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