A solas con Magris y Sansa
«A Salvat le hubiera encantado este montaje», dice mi madre justo después de levantarse de la butaca en el Tantarantana. Coincido absolutamente con ella, yo también he pensado algo parecido durante la función de «Vostè ja ho entendrà» (Usted ya lo entenderá), un texto de Claudio Magris interpretado de forma magistral por Carme Sansa. Hay muchas cosas de esta puesta en escena que me recuerdan a Ricard Salvat: la austeridad en el formato, la importancia de la palabra, la absoluta sobriedad… que el autor de la obra sea un escritor e intelectual europeo de una ciudad tan singular y atípica como es Trieste también me hace pensar en él. De hecho, la actriz y el director de este montaje (Carme Sansa y Xavier Albertí) eran dos grandes amigos de Ricard Salvat. No lo sé, todo me cuadra para atreverme a afirmar que a Salvat también le hubiera gustado. O no, vete a saber. Los grandes son imprevisibles.
Desde el punto de vista del espectador, en algunas ocasiones sucede que la obra crece y se hace más importante algunos días después de haber visto la función. Es como si el montaje pidiera digestión y tiempo para ser saboreado mejor. Sucede a menudo cuando el texto es exigente y complejo. En «Vostè ja ho entendrà» me ha pasado un poco esto, y me ha gustado mucho leer el texto a posteriori en casa. Durante la representación tuve la sensación de perderme en algunos momentos. La traducción de Anna Cassassas es muy buena y reencontrarse con determinadas palabras y expresiones ha sido un placer.
Como en cualquier buen texto, se habla de muchas cosas y de una forma breve. Básicamente, Caludio Magris escribe una historia de amor. La protagonista está recluida en la «Casa de Reposo», convaleciente de una enfermedad, desde donde recuerda su historia de amor con su amante poeta. Una historia que me ha parecido más pasional y erótica al leerla que en directo. Xavier Albertí ha apostado por una puesta en escena valiente. La actriz no se mueve ni un centímetro, con la mirada fija durante toda la hora. Un foco la ilumina levemente en un escenario vacío. Es ella y nada más. Teatro para los tiempos que corren y compromiso estético radical.
El CCCB (Centre de Cultura Contemporània de Barcelona) realizó hace unos meses una magnífica exposición que llevaba por título «La Trieste de Magris», dentro del ciclo ciudades y sus escritores. La muestra tenía un planteamiento y un diseño expositivo buenísmo, será de aquellas cosas que echaremos en falta, por la austeridad obligada del momento actual y porque será difícil que la nueva dirección del CCCB supere la herencia de Ramoneda y de su equipo. Ojalá me equivoque con lo segundo. Uno de los conceptos importantes de la exposición que vi reflejado en el montaje teatral fue el tema de la psiquiatría. Me explico. Franco Basaglia fue durante los años setenta el director del Hospital psiquiátrico de Trieste. La nueva concepción de las enfermedades mentales, y de la enfermedad en general, tuvo en aquel momento una gran importancia en la historia de Italia y de Europa. Basaglia promovió una renovación de los manicomios y de los tratamientos psiquiátricos, no preveyendo el ingreso forzoso de los pacientes sino promoviendo tratamientos alternativos. Fue en aquel momento cuando se introdujeron actividades y talleres dentro del manicomio, como el teatro o la pintura. No sabemos si el personaje de Magris está ingresado en un hospital psiquiátrico. En la obra el centro recibe el nombre de «Casa de Reposo». De cualquier modo, este tema es frecuente en la literatura triestina (Svevo, Magris). La «Casa de Reposo» también puede interpretarse como un no lugar, un espacio en medio del mundo de los vivos y de los muertos, descrito como un «antro de tinieblas», o un sitio en el cual «uno no iba a salvarse sino a ser salvado». En la casa, dice la protagonista, «desde ayer, hoy, hace mil años, que está prohibido tener relojes y calendarios».
Último fin de semana para ir al Tantarantana, no os la perdáis.