A visita da velha senhora/Friedrich Dürrenmatt
Todo tiene un precio
«Una ciudad arruinada espera la visita de la mujer más rica del mundo. Todas las esperanzas se concentran en la posibilidad de un rescate que refinancie la economía local y permita a la ciudad vivir la conforto y la opulencia que ya había conocido. La visita empieza bien, todo parece apuntar a que el rescate va a ocurrir. Sin embargo, el precio a pagar es muy alto y fracturará a la sociedad local. Conoce esta historia?»
Con este resumen se abre el programa de mano de un espectáculo que es clara metáfora de la situación lamentable en la que se encuentran países como Portugal, Grecia, Chipre y el mismo Estado español. Los sureños de la Europa capitalista. El rico paraíso vacacional y turístico para la Europa del norte, más industrializada y competitiva, donde su climatología non les permite ese esparcimiento, tan mal pagado, que encuentran en el sur.
Pero la lectura que hace Nuno Cardoso y su equipo artístico, en el que conjuga su Cía. Ao Cabo Teatro y la Companhia Maior, nos responsabiliza a todas/os del desastre: dejarnos llevar poe el afán consumista aún a costa de endeudarnos a tope. Así los productos de consumo, en los que ciframos nuestra pretendida felicidad, acaban hipotecando nuestra vida.
La «Velha Senhora» de Dürrenmatt – Cardoso es, además de alegoría de la venganza, el ángel negro que simboliza la inexistencia de una salvación desinterasada ou gratuita. Todo tiene un precio. La caracterización externa del personaje de la «Velha Senhora», de nombre Zachanassian – mezcla de Zacharias Zaharoff (traficante de armas), Onassis (armador griego) y Gulbenkian (el barón del petróleo) – que suena a Satanás, evoca al de una «dominatrix» sádica, con un vestido de riguroso negro, cabello rojo flamígero, rostro blanco vampírico, y diferentes prótesis (una mano de marfíl y una pierna de metal) que hacen de ella una especie de muñeca diabólica.
La multimillonaria «Velha Senhora» retorna a la ciudad arruinada de su infancia y juventud. En su fría mano está la salvación, pero una férrea pasión incandescente que viene del pasado, por la que tuvo que abandonar su ciudad natal, pondrá en evidencia la miseria, no sólo económica, que pivota sobre la conciencia de las ciudadanas y ciudadanos.
La risa tronante de la Zachanassian conjuga con el estilo grotesco de su «troupe»: Roby y Toby, dos asesinos de Manhattan, que en este montaje van tocados por la estética del sadomasoquismo; el ahora Mayordomo de la «Velha Senhora», que antes había sido el Juez que dictaminó erróneamente contra ella en un asunto turbio de juventud; Koby y Loby, pareja totalmente simétrica de payasos macabros, que fueron cegados y castrados por orden de la «Velha Senhora», en pago al falso testimonio que antaño habían ejercido contra ella en aquel juicio que arruinó su juventud.
Ese asunto turbio, que forma parte de los antecedentes de esta historia parabólica, proyecta una implacable sombra de venganza y, a la vez, justicia, sobre el devenir presente de la trama de sucesos de la obra. Los antecedentes albergan un «error», una mácula, que ejerce una presión, casi de «fatum» trágico, sobre la previsibilidad inminente en la que toda la ciudad será partícipe y cómplice.
Esa «troupe» grotesca que acompaña a la «Velha Senhora» Zachanassian, resulta, dentro de ese estilo hiperbólico, un contrapunto cómico necesario al que también se suma, de diferente manera, el personaje coral de la ciudad arruinada. Sobresalen personajes tipo, de corte brechtiano, que representan a las diferentes instituciones: el Alcalde, el Cura, el Policía, el Profesor, el Doctor, el Gimnasta, las ciudadanas y ciudadanos. Todas/os cumplen, en mayor o menor medida, con el «gestus» que sintetiza e iconiza profesión e, incluso, comportamiento. Una sociedad de consumo que gusta del lujo, de las marcas caras.
Nuno Cardoso nos presenta una sociedad eminentemente envejecida, con un elenco compuesto, en su mayoría, por actrices y actores que pasan de los sesenta años de edad. El tiempo los hace responsables, por tanto, de la situación en la que se encuentra la ciudad, ahora arruinada, y constituye, a la vez, el retrato de una colectividad decadente que agotó el futuro de sus hijos y el suyo propio en políticas cortoplacistas. La gente joven brilla aquí por su ausencia, quizás no existe, o quizás está emigrada. Sólo aparece una chica, en los límites de la juventud, que está en el paro, y su hermano, un chico que hace pequeños trabajos cuando lo necesita algún vecino. Hijos de Alfred Ill, el comerciante, viven aún con sus padres y se endeudan, la chica para jugar al tenis como hacen todas sus amigas, el chico para comprar un coche nuevo. Toda la ciudad lleva zapatos nuevos del color del oro y consumen productos de alta gama.
Alfred Ill, el comerciante, fue, hace muchos años, novio de la «Velha Senhora». Ahora va a ser el chivo expiatorio que deberá pagar el precio del rescate económico de la ciudad entregándole su vida, literalmente, a la vampiresa Zachanassian, en pago por el asunto turbio de antaño en el que también participó como protagonista. Todo se paga porque todo tiene un precio.
El espectáculo privilegia la teatralidad, echando mano de recursos asociados a la estética de Bertolt Brecht, con un tono expresionista. El espacio escénico nos sitúa en un lugar público y urbano, a través de la metonimia de las farolas de una calle, que están en el margen derecho del escenario. También por la gran valla publicitaria que, en el fondo izquierda, reza: «SE ALQUILA Güllen» (Güllen es el nombre de esa ciudad arruinada que nos sirve de metáfora obvia), y en la última parte del espectáculo anuncia la venta de pisos lujosos de nueva construcción.
El espacio escénico, además de esos dos grandes elementos escenográficos, que parecen extraídos de la realidad, es diáfano, abierto y se vuelve espacio performativo o de juego en el que el elenco actoral va introduciendo diferentes dispositivos y objetos para configurar los contextos escenográficos metonímicos de las diferentes escenas de este retablo que es «A Visita da Velha Senhora».
La música, la iluminación y la introducción de los diferentes objetos (banco metálico e inodoros para la estación de tren; sillas y mesas con hule para el Hotel; ramas, que sujetan y agitan las actrices y actores, más ciclorama de fondo, para el bosque; púlpito para la iglesia; mesa de despacho y sillón para la comisaría de policía o, en otra disposición, para la alcaldía; nevera abierta con vitrina y mostrador para la tienda; etc.) marcan las transiciones de las escenas de manera lúdica y fluída, poniendo siempre en evidencia la teatralidad por encima de la ilusión de realidad. Esta concepción espacial vinculada directamente al juego, sumada al recurso a lo grotesco en la actuación e incluso en la caracterización, apuntan, claramente, una voluntad de hacer de la platea una asamblea.
Nuno Cardoso muestra una poética coherente, en la articulación de los diferentes códigos escénicos, con la de montajes anteriores como el «Woyzeck» de Georg Büchner (2005), «Platonov» de Anton Chejov (Teatro Nacional São João do Porto, 2008) o «A Boa Alma de Sechuan» de Bertolt Brecht (Centro Dramático Galego, 2008). Poética que se caracteriza por esa concepción de un espacio lúdico o performativo, transformado por la actuación y la manipulación de objetos escenográficos, muchos de ellos provenientes de la realidade cotidiana para introducir un verismo objetual; así como el uso de carteles y rótulos en escena; el movimiento coral de elencos amplios; los contrapuntos cómicos y grotescos; la atención a unha estética actual y urbana, también a un cierto eclecticismo estilístico en su proyección ideológica.
Afonso Becerra Arrojo
Obra: A visita da velha senhora – Autor: Friedrich Dürrenmatt – Interpretación: Maria João Luís, Horácio Manuel, Cândido Ferreira, Luís Lucas, Tónan Quito, Pedro Frias, Daniel Pinto, João Melo. // Companhia Maior: António Pedrosa, Carlos Nery, Celeste Melo, Cristina Gonçalves, Diana Coelho, Helena Marchand, Isabel Millet, Isabel Simões, Iva Delgado, Jorge Falé, Júlia Guerra, Kimberley Ribeiro, Manuela de Sousa Rama, Paula Bárcia, Vítor Lopes – Escenografía: F. Ribeiro – Iluminación: José Álvaro Correia – Diseño de vestuario: Storytailors – Música original: Rui Lima y Sérgio Martins – Ayudante de dirección y movimiento: Victor Hugo Pontes – Dirección escénica: Nuno Cardoso – Producción : Ao Cabo Teatro/ Companhia Maior – Centro Cultural Vilaflor de Guimarães, 30 de marzo de 2013